Lo que Aprendí en mi Viaje a Cuba

12. Lo que aprendí en mi viaje a CubaLo que aprendí en mi viaje a Cuba

Ma. Elena Silva de Fuentes

Del pasado 2 al 9 de agosto de 2018 tuve la oportunidad de viajar a Cuba como parte de un grupo de hermanos reunidos por invitación del Pastor Humberto Flores y su esposa Myrtha Alvarado de Flores. El hermano Flores pastorea  la Iglesia Metodista Torre Fuerte, en la ciudad de Pesquería, N.L., y desde hace más de 20 años –aún antes de ingresar al ministerio pastoral- ha trabajado para apoyar a diversos ministros e iglesias metodistas de esa hermosa isla. “Para que el Mundo Crea”, es el nombre de su agrupación, que ha organizado a  decenas de personas, jóvenes y adultos, para participar en ese hermoso trabajo de servicio.

El grupo en que estábamos incluidos constó de 12 personas, quienes recibimos la invitación y nos estuvimos reuniendo desde unos 3 meses antes, algunos de manera presencial; y otros que viven fuera del área de Monterrey, vía internet.  Las reuniones fueron en la Iglesia La Roca, de la ciudad de Monterrey, N.L., pastoreada por el Pbro. David E. Almanza Villalobos, quien junto con su esposa Diana Sánchez de Almanza formaba también parte de este grupo; de la misma iglesia participaron las hermanas Martha Wong, Sara García y Lorena Betancourt. También se incluyeron los hermanos Noé Morales y sus hijos Jocelyn y Zaid, todos ellos miembros de la denominación Asambleas de Dios; y el hermano Obed Aguirre, miembro de una iglesia en la ciudad de San Luis Potosí.

No daré muchos detalles del viaje, porque pienso que es mejor que quien lea estas líneas pueda darse la oportunidad de ir a servir en Cuba, si el Señor así se lo indica. Sí compartiré algunas enseñanzas que obtuve al ir:

  • Aunque vaya con la pretensión de dar algo, siempre será más lo que reciba allá. La generosidad y buena disposición de la gente para servirnos –a nosotros, que íbamos en plan de servir- sobrepasó mis expectativas. También el ver cómo nuestros hermanos metodistas en Cuba sencillamente viven su fe y en verdad confían en la provisión del Señor, aun para cosas como un jabón de tocador, o un marcador de pizarrón. Vi mucho gozo al servir, al adorar a Dios, al compartirlo con otros que no lo conocen: esa fue mi experiencia.

Entre muchas personas que nos dirigieron y atendieron durante el viaje quiero mencionar al Pastor Isayde Isaac y a su esposa Tania Aguilera,  personas muy comprometidas con  el extendimiento del reino en los lugares donde ellos trabajan y de quienes adjunto una foto en la que aparecen junto a sus dos hijos. Además de ellos hubo otras personas que nos atendieron con esplendidez a la hora de los alimentos, y que también aparecen en una de las fotos.

  • No importa mi formación dentro de la iglesia. Si tengo a Cristo, puedo servir en algo: igual si reúno donativos, que si participo como ayudante, maestra, etcétera, lo único que el Señor quiere de mí es un corazón dispuesto a hacer lo que se vaya presentando.
  • Al llevar maletas, es mejor que las deje allá: serán de más utilidad que si me las traigo de regreso. La próxima vez que vaya, con la ayuda de Dios, llevaré maletas para dejarlas en Cuba, y sólo me regresaré con alguna maleta pequeña para mis pertenencias.
  • Es bueno llevar un repelente para insectos y una botella o contenedor para tomar agua: en Cuba los artículos desechables son escasos y no en todas las partes tuve manera de conseguir un vaso; así que una botella de agua de esas que aquí en México tiramos con tanta facilidad, allá es muy apreciada como medio para transportar el vital líquido.
  • Son muy útiles los artículos de papelería, que son bastante raros de conseguir en ese país: cosas como un paquete de hojas de máquina, lápices, marcadores, borradores, clips, etcétera, son muy apreciados por la gente allá, pues batallan mucho para conseguirlos en los lugares a donde nos tocó ir. Llevé unas hojas de rotafolio y me pesó no haber llevado más, porque –como alguien me dijo- para los cubanos son “oro molido”, ya que ellos no las consiguen. Aun el papel de china es algo que ellos tampoco pueden conseguir y les es de utilidad en el trabajo escolar.
  • No hay que temer por la cuestión de la comida: en realidad, el menú que nos dan en Cuba difiere del de México en el hecho de que allá se consume poca carne y mucha verdura y fruta. Pero en honor a la verdad, nadie del grupo padeció hambre.

Dios es Dios aquí, y en Cuba, de eso no hay duda: pero el ir allá me permitió ver cómo mis hermanos son libres en Cristo Jesús, sin importar las limitaciones que su entorno les imponga.

 

 

2 comentarios sobre “Lo que Aprendí en mi Viaje a Cuba

  1. Estimada Hna. María Elena,

    Gracias por su aportación y testimonio. Aunque ya nos había hecho la corrección, en algún momento de la edición se nos traspapelaron los archivos.

    Ya hicimos la corrección y le ofrecemos nuestra disculpa sincera.

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  2. Dos correcciones a errores que su servidora cometió al enviar el escrito: 1) La Iglesia Torre Fuerte se ubica en Pesquería, N.L., no en Apodaca, N.L.
    2) Donde dice Josué, debe decir Zaid, pues es así como se llama el joven que participó también en el viaje. Una disculpa tanto a la iglesia Torre Fuerte como al joven Zaid, por este error de mi parte.

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