David Almanza Villalobos
“Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron: Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés”
Indudablemente, esta situación de Hechos 15, podía provocar una de una división. Es un dilema cristiano clásico de siempre: la gracia versus la verdad o la ley. Y el desafío es que estas dos cosas, normalmente no las vemos juntas, no consideramos que van juntas, por lo general es una o es otra.
Todos los maridos, por ejemplo, se van a identificar con esto, porque saben bien el concepto de la gracia versus la verdad porque cuando su mujer sale del closet y le dice: “Amor, dime la verdad: ¿me veo gorda con este vestido?”. Usted sabe que solamente hay una manera de responder a esa pregunta, sin importar cuál sea la verdad; usted va a responder con gracia, gracia y más gracia ¿Sí o no?
Porque existe una tensión natural entre la verdad y la gracia. Lo mismo pasa en términos espirituales. Todos nos inclinamos para un lado o para otro, hay gente que se inclina más a la gracia, y hay gente que se inclina más a la verdad, a la ley: a cómo deben ser las cosas.
Es más, ¿usted es una persona de gracia? Los de gracia son aquellos que creen mucho en el amor, la aceptación, el abrazar a los demás, tomarse de las manos y llevarse bien.
¿O usted le gusta más la verdad? “A mí no me importa que me quieras, no me importa ser amado, que me abraces, si yo te tengo que decir la verdad te la voy a decir te guste o no te guste”.
Incluso, las denominaciones y las iglesias enteras tienden a inclinarse hacia un lado o hacia otro. Y se critican unas a otras, las conservadoras critican a las liberales o contemporáneas. Unos dicen que puro amor y otros, pura ley. Y los dos extremos están mal delante de Dios.
El problema con el legalismo es que produce motivación hacia la santidad, pero utilizando la culpabilidad, y la Biblia dice que cuando Jesús llevó nuestro pecado a la cruz del calvario también llevó nuestra culpa. Pero hay gente que no se acerca a Dios por su pecado, no porque Dios no lo perdone sino porque ellos no se saben perdonar a sí mismos. Y a veces no es Cristo quien te impide, a veces eres tú mismo quien te impides venir a la gracia del Señor.
Y luego, si estás bajo un liderazgo que te predica que debes sentir vergüenza y que debes sentirte vergonzoso de entrar a la casa de Dios por tu pecado, entonces nunca vas a salir de esa trampa de culpabilidad.
Y luego, está el libertinaje. El libertinaje produce una indiferencia hacia la santidad al abusar de la gracia. Ellos están del otro extremo: “tú puedes vivir como tú quieras, a tu antojo, que al cabo Dios perdona y no hay ningún problema”. Pero el problema con el libertinaje es que produce una indiferencia hacia la santidad. Pero Dios dejó muy claro: Ser santos porque yo soy Santo.
Nadie se puede burlar de un Dios vivo. Horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo. Entonces tenemos que tomar la santidad en serio, porque Dios la toma en serio.
El legalismo pone un énfasis en las obras, pero Efesios 2:8-9 (NTV) dice: “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo”.
El libertinaje resulta en un énfasis en uno mismo: yo puedo vivir como a mí me plazca gracias a la gracia. Pero no, Filipenses 2:12-13 (NTV) dice: “Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor. Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada”. Es decir, no vas a vivir una vida que te agrada a ti sino una vida que le agrada a Dios. Esa es nuestra prioridad y debes esforzarte por mostrar los resultados de la salvación.
Es decir, las obras no te dan la salvación; la salvación te da las buenas obras.
Tu no haces buenas obras para alcanzar el cielo, sino porque el cielo te alcanzó ahora vives a la altura de esta identidad que tienes en Cristo Jesús y haces buenas obras. Hay una diferencia.
El legalismo pone énfasis en las obras y el libertinaje pone énfasis en el ego, y la gracia verdadera pone un énfasis en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos.
¿Estás en un extremo? Dios quiere que vivas en su gracia, pero que te comportes de acuerdo a la norma de fe y conducta, de acuerdo a la Biblia.