Encuentro Nacional de Obispos y Superintendentes

Iii encuentroJusto al pie del Iztacíhuatl, para algunos más conocida como «la mujer dormida» se encuentran las instalaciones de la casa Betania, en San Felipe Teotlalcingo, Puebla. Allí fueron convocados, del 26 al 28 de enero pasado,  los Obispos y superintendententes de todo el país con el fin te dedicar unos días al trabajo unido, reflexión y tiempo de comunión.

La agenda resultó repleta de temas interesantes y variados; asuntos de la administración y trabajo de nuestra Iglesia se enlazaron con los tiempos devocionales y de convivencia entre hermanos. El Hno. Raúl Negrete, presidente de la Comisión Coordinadora del Programa nacional guió un repaso del Plan Operativo Nacional 2015 y se tuvo la oportunidad de estudiar el uso adecuado de la herramienta llamada «Formato Único». Varias sesiones fueron necesarias para comentar y despejar algunas dudas sobre el Plan Rector Nacional, éstas fueron guiadas por los Hnos. Tavita Gómez y Francisco Valdéz, quienes como parte final de su exposición reforzaron el reto de implementar el PRN en el 60% de nuestras congregaciones este año.

De sumo interés resultó también el tiempo de reflexión sobre los retos de nuestro México. Con el fin de acercarnos a otras ópticas se invitó, además del Pastor César Pérez (CAS), al antropólogo Elio Masferrer, especializado en estudio de las religiones en México y al Mtro. Pablo Moctezuma Barragán, destacado politólogo. Sus comentarios, certeros y enterados de la realidad nacional, abrieron vías a la reflexión que se extenderá más allá de terminado este encuentro.

Sorprendentemente la pesada agenda encontró espacio para incluir sesiones de juegos organizados, participar de cultos de adoración e incluso asistir juntos a un servicio en el hermoso templo «La Santísima Trinidad». La animada conversación en los pasillos, durante los recesos y tiempos de comidas fueron evidencia del espíritu de camaradería que se respiró en todo el evento. Se lamentó la ausencia de la delegación de la CAO y de algunos hermanos y hermanas superintendentes que, por salud o algún otro imprevisto, no pudieron asistir.

La despedida, llena de abrazos, envío de saludos a todos los rincones del país y expresiones de buenos deseos reafirmó el sentir de que somos un sólo cuerpo y nos aseguró que habrá otras oportunidades para seguir construyendo juntos en favor de nuestra amada Iglesia Metodista de México.

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