Editorial

Época III, Año LXXXIV, Período 2014-2018, No. 13

Chihuahua, Chih., 28 de febrero, 2015


Cuaresma 2015

Pbro. Bernabé Rendón Morales Estamos ya en la estación del calendario cristiano denominada la Cuaresma, y así nos integramos a las aspiraciones de nuestros hermanos cristianos de todos los tiempos. Cuando los metodistas reconocemos a la Tradición como una de nuestras cuatro fuentes de información teológica, queremos decir que somos capaces de reconocer el trabajo del Espíritu de Dios a través de la historia de la iglesia, y que no suponemos un espacio vacío desde la era del Nuevo Testamento hasta hoy. Lo que otras generaciones entendieron y decidieron, bien apegadas a las Sagradas Escrituras, representa la herencia que hemos venido transmitiéndonos unos a otros, siendo lo que somos, un todo, un solo cuerpo, donde nos pertenecemos unos a otros trascendiendo distancias y tiempo, entre otras cosas.

La Cuaresma y la Semana Santa son derivados de la primera fiesta cristiana que fue acordada por los cristianos de la antigüedad. Ninguna de nuestras fiestas es más antigua que la celebración de la Resurrección del Señor. Y no sólo fue la primera, sino la principal de todas las solemnidades del pueblo cristiano. La acción rápida de la iglesia cristiana fue la de establecer el primer día de la semana como día de celebración semanal, y esto es observable desde la época de los apóstoles, como es el caso de Hechos 20:6-12.

Una referencia importante de ésta, la primicia de las fiestas cristianas, es la defensa escrita por Justino Mártir en su Primera Apología, enviada al Senado Romano en el año 150. En la parte final del documento él describe cómo era el orden de un culto cristiano. Esa descripción es de suma importancia pues no tenemos ninguna anterior a esa, cuando ni siquiera en el Nuevo Testamento hallamos un orden de culto preciso. Allí menciona dos veces que las reuniones cristianas eran celebradas el primer día de la semana, por la razón de que ese día había resucitado Jesucristo.

Luego se dio el paso natural, definir cuál domingo del año era el correcto para el Gran Día Anual de la Resurrección de nuestro Salvador. Esto fue sencillo tomando en cuenta que la Resurrección había ocurrido en los tiempos de la Pascua judía, así que quedó establecido el domingo posterior a la luna llena del equinoccio de primavera. Más tarde se estableció la Cuaresma como tiempo de preparación necesaria para llegar dignamente al Día Anual de la Resurrección; y todavía más tarde se acordó guardar la Semana Santa y el Miércoles de Ceniza como partida de la Cuaresma.

Por cierto, resulta difícil hallar el beneficio que obtenemos la mayoría de las iglesias evangélicas de México (incluidos los metodistas) al abstenernos de observar el Miércoles de Ceniza. Nuestra antipatía, abierta o disimulada, hacia el catolicismo nos ha hecho perder una oportunidad para la contrición de espíritu. Para los judíos sinceros del Antiguo Testamento era frecuente mostrar su dolor a través de la aplicación de ceniza, y Dios se agradaba de esa acción. El mismo Jesús lamentó que algunas ciudades no hubieran llegado al tipo de arrepentimiento mostrado a través de la ceniza (Mateo 11:21). Es increíble cómo pesan más en nuestra conciencia nuestros prejuicios que los mismos principios bíblicos.

La espiritualidad cristiana no se integra sólo de gozo, música y algarabía, incluye también el dolor, la pena ante Dios porque no hemos llegado a ser lo que él espera, porque no hemos amado lo suficiente ni a él ni a nuestros semejantes, porque hemos pecado después de conocer la verdad, porque nuestra sociedad sufre dolores de parto sin dar a luz nada, porque no hemos odiado suficientemente lo que el Señor odia, ni hemos amado tanto como podríamos hacerlo aquello que él ama.

Necesitamos ver el dolor del Nazareno por causa de nosotros, vislumbrar su entrega ensangrentada por personas como nosotros a quienes él procuró redimir, y reflexionar sobre estas cosas. Para esto es la Cuaresma, porque, ¿cómo podríamos celebrar de manera sensata y esperanzadora la Resurrección de Jesús, si no vemos cuánto dentro de nosotros, y fuera de nosotros, refleja de tantas maneras el aluvión de muerte?

“Así que, celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1ª Corintios 5:8).

Pbro. Bernabé Rendón M.

6 comentarios sobre “Editorial

  1. Un saludo respetuso. Mi opiniòn personal es que el aplicarme ceniza no me va a ayudar a extender el reino de Dios en esta tierra; predicar el evangelio, sì.

    Me gusta

    1. Hna. Ma. Elena, gracias por tu comentario que es imposible discutirlo, porque tiene toda la razón. No obstante, hay que tomar a la vez en cuenta que el uso de la ceniza nunca tuvo en la Biblia la finalidad de inspirarnos a la evangelización, ministerio que sólo el Espíritu Santo realiza en nuestro corazón. El uso de la ceniza tenía el mismo fin que el ayuno: mostrar de manera externa ante Dios el dolor interno. «Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza» (Dn. 9:3).

      Me gusta

  2. RESPECTO a la Cuaresma y Miércoles de ceniza hay que tener en cuenta tambien las costumbres de la Edad Media que degeneraron en vergonzosos excesos de inmoralidad los cuales culminaban en la fiesta de Carnaval (derivado de «carnal»), de manera que para contrarestar los pecados hubo de enfatizarse la Cuaresma como medio de control, iniciando con el miércoles de ceniza. El sistema falló al dar a entender que la contrición y arrepentimiento eran sólo para los días cercanos a la Semana Santa, cuando la enseñanza bíblica declara que la santidad es cosa de todos los días. Usar ceniza y dejar de comer carne, etc por sólo unos días, raya en la hipocresía puesto que pasada la Cuaresma continúa la vida «normal». Utilizando la misma cita que se menciona en el Editorial; «Celebrar la fiesta , no con la vieja levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad», (1a. Cor. 5:8), se aplica igualmente al uso de la ceniza y abstinencia de la Cuaresma que están de más, si se tiene sinceridad y verdad; es decir, lo que ha de hacerse no es la marca de la cruz en la frente, sikno la sasna relación con Dios, el símbolo nunca podrá sustituir al significado. Dios pide, no los ritos y ceremonias sino al corazon contrito y humillado. El enfoque del Editorial es sólo una manera de ver las cosas y por cierto no la más bíblica.

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias, Pastor Rivera, por su siempre atinada reacción y su celo por lo sustancial. Tal vez podamos equilibrar un poco recordando dos cosas: la Cuaresma (proveniente desde el siglo IV, cuando aún no existía la Iglesia Católica Romana) y el Miércoles de Ceniza no fueron eventos independientes, sino encaminados y justificados por elevar a lo más alto posible la celebración de la Resurrección de Jesús. Es verdad que hubo y hay quienes perdieron de vista la intención original, y redujeron todo al formalismo superficial. Eso mismo han hecho muchos con la Santa Cena, el Bautismo y el Culto cristiano; sin embargo esto no es motivo para dejarlos de lado.
      La segunda cosa es que Dios fue quien ideó las fiestas anuales, como por ejemplo el Día de la Expiación. Ese día el pueblo hacía contrición de espíritu, pero nunca fue el plan de Dios que lo hicieran sólo ese día y no el resto del año. Es decir, el mejor plan (ya que fue de Dios) es conservar la actitud correcta todo el tiempo, y además (no en lugar de) acentuarla de manera comunitaria en una fecha anual.
      Creo que en el fondo pensamos igual, no se vale la hipocresía, ni debe sustituirse la práctica habitual con días aislados. Bendiciones.

      Me gusta

Los comentarios están cerrados.