Día: 1 de abril de 2016

Vida en comunidad

vida

Proseguimos con la publicación de su obra más conocida entre laicos, pastores y teólogos, VIDA EN COMUNIDAD. Consta de cinco capítulos. Estamos compartiendo el primer capítulo, La Comunidad, donde el tercer subcapítulo es La Fraternidad Cristiana.

  1. LA COMUNIDAD
    La fraternidad cristiana

En adelante, debemos renunciar al turbio anhelo que, en este ámbito, nos empuja siempre a desear algo más. Desear algo más que lo que Cristo ha fundado entre nosotros no es desear la fraternidad cristiana, sino ir en busca de quién sabe qué experiencias extraordinarias que uno piensa que va a encontrar en la comunidad cristiana y que no ha encontrado en otra parte, introduciendo así en la comunidad el turbador fermento de los propios deseos. Es precisamente en este aspecto donde la fraternidad cristiana se ve amenazada -casi siempre y ya desde sus comienzos- por el más grave de los peligros: la intoxicación interna provocada por la confusión entre fraternidad cristiana y un sueño de comunidad piadosa; por la mezcla de una nostalgia comunitaria, propia de todo hombre religioso, y la realidad espiritual de la hermandad cristiana. Por eso es importante adquirir conciencia desde el principio de que, en primer lugar, la fraternidad cristiana no es un ideal humano, sino una realidad dada por Dios; y en segundo lugar, que esta realidad es de orden espiritual y no de orden psíquico.

Muchas han sido las comunidades cristianas que han fracasado por haber vivido con una imagen quimérica de comunidad. Es lógico que el cristiano, cuando entra en la comunidad, lleve consigo un ideal de lo que esta debe ser, y que trate de realizarlo. Sin embargo, la gracia de Dios destruye constantemente esta clase de sueños. Decepcionados por los demás y por nosotros mismos, Dios nos va llevando al conocimiento de la auténtica comunidad cristiana. En su gracia, no permite que vivamos ni siquiera unas semanas en la comunidad de nuestros sueños, en esa atmósfera de experiencias embriagadoras y de exaltación piadosa que nos arrebata. Porque Dios no es un dios de emociones sentimentales, sino el Dios de la realidad. Por eso, sólo la comunidad que, consciente de sus tareas, no sucumbe a la gran decepción, comienza a ser lo que Dios quiere, y alcanza por la fe la promesa que le fue hecha. Cuanto antes llegue esta hora de desilusión para la comunidad y para el mismo creyente, tanto mejor para ambos. Querer evitarlo a cualquier precio y pretender aferrarse a una imagen quimérica de comunidad, destinada de todos modos a desinflarse, es construir sobre arena y condenarse más tarde o más temprano a la ruina.

Debemos persuadirnos de que nuestros sueños de comunidad humana, introducidos en la comunidad, son un auténtico peligro y deben ser destruidos so pena de muerte para la comunidad. Quien prefiere el propio sueño a la realidad se convierte en un destructor de la comunidad, por más honestas, serias y sinceras que sean sus intenciones personales.

Dios aborrece los ensueños piadosos porque nos hacen duros y pretenciosos. Nos hacen exigir lo imposible a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Nos erigen en jueces de los hermanos y de Dios mismo. Nuestra presencia es para los demás un reproche vivo y constante. Nos conducimos como si nos correspondiera a nosotros crear una sociedad cristiana que antes no existía, adaptada a la imagen ideal que cada uno tiene. Y cuando las cosas no salen como a nosotros nos gustaría, hablamos de falta de colaboración, convencidos de que la comunidad se hunde cuando vemos que nuestro sueño se derrumba. De este modo, comenzamos por acusar a los           hermanos, después a Dios y, finalmente, desesperados, dirigimos nuestra amargura contra nosotros mismos.

Todo lo contrario sucede cuando estamos convencidos de que Dios mismo ha puesto el fundamento único sobre el que edificar nuestra comunidad y que, antes de cualquier iniciativa por nuestra parte, nos ha unido en un solo cuerpo por Jesucristo; pues entonces no entramos en la vida en común con exigencias, sino agradecidos de corazón y aceptando recibir. Damos gracias a Dios por lo que él ha obrado en nosotros. Le agradecemos que nos haya dado hermanos que viven, ellos también, bajo su llamada, bajo su perdón, bajo su promesa. No nos quejamos por lo que no nos da, sino que le damos gracias por lo que nos concede cada día. Nos da hermanos llamados a compartir nuestra vida pecadora bajo la bendición de su gracia. ¿No es suficiente? ¿No nos concede cada día, incluso en los más difíciles y amenazadores, esta presencia incomparable? Cuando la vida en comunidad está gravemente amenazada por el pecado y la incomprensión, el hermano, aunque pecador, sigue siendo mi hermano. Estoy con él bajo la palabra de Cristo, y su pecado puede ser para mí una nueva ocasión de dar gracias a Dios por permitirnos vivir bajo su gracia. La hora de la gran decepción por causa de los hermanos puede ser para todos nosotros una hora verdaderamente saludable, pues nos hace comprender que no podemos vivir de nuestras propias palabras y de nuestras obras, sino únicamente de la palabra y de la obra que realmente nos une a unos con otros, esto es, el perdón de nuestros pecados por Jesucristo. Por tanto, la verdadera comunidad cristiana nace cuando, dejándonos de ensueños, nos abrimos a la realidad que nos ha sido dada.

No nos postraremos

postraremos

Permaneciendo fieles mientras el país se opone a Dios
Por John MacArthur

En nuestro país se habla mucho acerca de los ataques terroristas, y con justa razón. Casi nadie en la nación puede enumerar todos los actos destructivos de terror que han sucedido en nuestro territorio. Pero déjenme sugerirles esto: Los dos ataques terroristas más grandes que se han dado en nuestra nación han sido perpetuados por la Suprema Corte.

El primer ataque fue la legalización del aborto en 1973. Siguiendo a eso, millones de bebés han sido sacrificados en los vientres de sus madres. El número es incomprensible. La sangre de esos bebés clama desde el suelo por venganza divina en esta nación. El segundo gran acto terrorista perpetrado por la Suprema Corte fue la legalización de los matrimonios del mismo sexo en junio de 2015.

Primeramente vimos la destrucción de la vida humana en el vientre, en un sentido, es la destrucción de la maternidad, y ahora, la destrucción a propósito de la familia misma. Ningún vientre, ninguna explosión, ningún ataque físico sobre la gente puede venir de un lugar más cercano que estos actos de terrorismo. Nuestro país está siendo aterrorizado por la gente que se supone que debe ser la responsable de protegerla, por aquellos que han jurado defender la ley.

Ninguna corte tiene la autoridad de redefinir la moralidad. Pero esta corte ha dicho que el asesinato no es asesinato, que el matrimonio no es matrimonio y que la familia no es familia. Sus miembros han usurpado la autoridad que le pertenece únicamente a Dios, quien es el creador de la vida, el matrimonio y la familia.

Desde los capítulos iniciales de Génesis, Dios lo dejó claro: El hizo al hombre y a la mujer y definió el matrimonio como una unión entre lo masculino y lo femenino, creando una unión de por vida, y teniendo hijos. Pero allá por el capítulo 19, mucho después da la caída, hubo poligamia, incesto, prostitución y homosexualidad desenfrenada. Éstas siempre han sido las corrupciones que han marcado a la sociedad humana.

Yo creo que por algunos cientos de años, Estados Unidos y el mundo occidental tuvieron un raro respiro de estos males debido a la prevaleciente influencia del evangelio en el mundo evangélico occidental. Pero ese respiro ha llegado a un final. Nuestra nación, en su estado más elevado, ha tomado ahora una posición en contra de Dios. Esa rebelión blasfema es alimentada por la corrupción de la totalidad de corazones pecadores que hacen esta nación, y cada nación.

EL ESQUEMA DE SATANÁS

Pero, detrás de esta colección de corazones pecadores y corruptos, que hacen esta clase de conducta posible y aceptable, está el reino de Satanás y sus demonios. La Biblia dice que Satanás sostiene en sus manos al mundo entero y rige al reino de las tinieblas. Dios, Cristo, el Espíritu Santo, la Biblia, la Iglesia y la Verdad son todos enemigos de Satanás. Cualquier blasfemia en contra de Dios procede de los aborrecedores de Dios, los aborrecedores de Cristo, los aborrecedores de la Biblia y los aborrecedores del evangelio. Y ellos son estimulados por el aborrecedor número uno, Satanás mismo.

El objetivo de Satanás y de sus demonios, y consecuentemente el propósito de todos sus demonios, que son llamados hijos de Satanás en las Escrituras, no es solamente destruir el género o el matrimonio; Satanás busca destruir todo lo que Dios ha diseñado. Eso incluye todo lo que es verdad, puro, santo, virtuoso y bueno.

Su meta incluye aniquilar el matrimonio y destruir toda huella de la familia. Las familias proveen una unidad pequeña y soberana que actúa como una barrera contra la corrupción que busca dominar a los pueblos y a las culturas.

Destroza a la familia, y esa pequeña y soberana unidad que actúa como barrera contra la corrupción se desintegra. Y cuando tú eliminas esa pequeña y soberana unidad, tú remueves la barrera que protege a tus hijos de la corrupción que está al acecho en el exterior; y repentinamente, ellos ya no son tus hijos. Ellos son hijos públicos que pertenecen al sistema de educación, al pueblo y al país, pero no a ti.

Este asunto no es acerca de matrimonios del mismo sexo. Esto es acerca de la total destrucción de la institución familiar para que ya no haya más familia, no más pactos, no más unidades soberanas y privadas que se pongan de pie contra la corrupción.

Si vamos de regreso hasta el inicio del uso extendido de los anticonceptivos, llegamos hasta atrás al inicio de la revolución sexual. Cuando eso sucedió, la más grande restricción contra el sexo promiscuo fue eliminada.

Pero eso no fue suficiente, por eso legalizamos el aborto. Y ahora tú ya podías tener sexo sin hijos, y si un hijo era concebido, tú simplemente lo podías matar.

Hoy, el asunto va aún más lejos. Nosotros hemos recorrido todo el camino desde tener sexo sin hijos hasta tener hijos sin sexo. Una lesbiana puede tener un ser vivo plantado en su vientre. Consecuentemente, una de las razones para casarse, un hombre y una mujer juntándose para producir hijos, ha sido oscurecida y eliminada.

Así que ahora tú puedes tener sexo sin hijos, y también puedes tener hijos sin sexo. ¿Para qué necesitas a una familia? ¿Para qué necesitas un esposo? ¿Por qué necesitas una esposa? Cerca del 50 por ciento de los niños en nuestro país nacen hoy sin padres casados. Y esto simplemente se va poniendo peor conforme el matrimonio va desapareciendo. Esta desviación de los papeles sexuales no es nueva. Es Génesis 19, Dios destruyó Sodoma y Gomorra por el pecado de corrupción en homosexualidad.

El Antiguo Testamento no es oscuro en este asunto. Deuteronomio 22:5 dice: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace”. El hebreo puede traducirse así: “No es correcto ponerse o llevar lo que corresponde a un hombre”. Cada cosa masculina una mujer no debe adoptarlo; cada cosa que es de mujer, un hombre no debe adoptarlo.

Ningún aspecto de la sociedad pagana en tiempos ancestrales llenó a los judíos con más grande aborrecimiento que la tolerancia o admiración a la homosexualidad. Ellos entendieron que el Antiguo Testamento lo prohíbe. Levítico 18:22 dice: “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”.  En 1 Corintios 6:9-10, el Nuevo Testamento dice lo mismo: Los homosexuales no heredarán el reino de Dios.

Esto no es un estilo de vida alterno; es una desviación. Es una perversión. Es una corrupción. Los hombres malvados llegan a ser peor y peor.

Tú dices: “Bueno, algunas de estas personas se sienten fuertes acerca de la atracción de sexo con personas del mismo sexo”. Por supuesto que ellos lo hacen; vivimos en un mundo caído y corrupto. Y más y más gente está sintiendo menos y menos culpa porque nosotros hacemos posible que ellos sientan menos y menos culpa.

IRA DESATADA

Creo que estamos viviendo en Romanos 1. ¿Cómo sabes cuando la ira de Dios es desatada contra una sociedad? Primero, en base a Romanos 1:24, hay una revolución sexual. Tuvimos esa revolución en la década del 60. Luego viene la revolución liderada por las lesbianas. Las mujeres son mencionadas primero en Romanos 1:26. Y luego viene una mente reprobada, y cuando la mente está muy corrompida no podemos encontrar el camino de regreso.

La gente clave en nuestro país se apropió la responsabilidad de pensar por todos los demás. Desde el presidente hasta la Suprema Corte, literalmente todos no pueden pensar rectamente y con claridad.

Recientemente recibí una carta de un importante juez en una muy significativa corte. El escribió: “Uno de los deberes de un juez es casar a la gente. Ahora yo estoy bajo mandato gubernamental para casar a gente del mismo sexo. Yo no puedo hacer eso. No puedo hacerlo”. El perderá su puesto. Pero él no está solo. Muchos clérigos cristianos en todo el país enfrentarán la posibilidad de perder sus licencias para casar o mantenerlas si deciden violar sus conciencias.

El relevo va a ser extensivo. Cristianos en puestos altos serán reemplazados por gente que hará cualquier cosa que esta corte te diga que hagas. Pero yo le respondí a este juez y le dije: “Yo lo honro, señor, le honro porque usted ha ascendido a ese nivel de responsabilidad. Usted ha mostrado sentido común, sabiduría y astucia y esplendor en su campo de las leyes. Y usted ha dado la confianza a la gente por lo que ha demostrado, y ahora, debido a la calidad y carácter de su virtud, usted será reemplazado, esencialmente, por alguien sin virtud alguna”.

La mente reprobada ha alcanzado los niveles más altos. Y donde este tipo de pensamiento domina, cualquier cosa que es impropia comienza a suceder.¡

Como Romanos 1:28-32 enseña:  “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”.

No hay un solo juez en funciones en la Suprema Corte que no sepa lo que la Biblia dice acerca de la homosexualidad. Pero ellos aprueban la práctica de cualquier manera. Esa es la mente reprobada. Y va a dominar nuestra sociedad.

En nuestro seminario, difundimos un artículo acerca de la homosexualidad y en pocas, horas, recibimos una carta ordenándonos detener y desistir inmediatamente o enfrentaríamos una muy severa demanda.

¿Podemos ser demandados por tomar esta postura? Absolutamente. Las compañías que proveen seguros de riesgo a las iglesias para que seamos protegidos contra litigios están comenzando a decir: “No aceptaremos responsabilidad por demandas respecto a la homosexualidad o matrimonios del mismo sexo”.

A propósito, tener libertad religiosa no es prometida a los cristianos, pero sí la persecución. Los enemigos de la cruz vendrán a nosotros desde múltiples direcciones. De hecho ya hay un movimiento bastante fuerte para quitar el privilegio que  exenta de impuestos a las iglesias. También hay organizaciones que demandarán y traerán a las iglesias a las cortes por sus puntos de vista bíblicos contra la homosexualidad.

La iglesia de Jesucristo hoy por hoy es el blanco. Estamos en el ojo del huracán. Pero para que quede claro: Nosotros no nos postramos ante César. Nosotros nos postramos ante nuestro Rey.

Yo busqué en toda mi Biblia en busca de todas las referencias sobre postrarse, y encontré que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos con ejemplos. La gente infiel se inclinaba ante los ídolos, ante monarcas, ante reyes impíos. Pero los fieles rehusaron inclinarse, desde Mardoqueo y Daniel hasta el apóstol Pablo e incluso el mismo Jesús.

Días con grandes retos y desafíos están por venir, y habrá un bombardeo de persecución. Pero nosotros mostraremos gracia y amor, pero al mismo tiempo entregaremos a Dios lo que es de Dios.

Sí, necesitamos ser compasivos hacia la gente atrapada en la homosexualidad, pero lo más compasivo que podemos hacer, en amor, es advertirles de la condenación eterna. Debemos predicar el evangelio con corazones amorosos a una nación de pecadores y a un mundo de pecadores. Pero al mismo tiempo, debemos proclamar el juicio.

¡Que Dios nos dé valor, valentía y firmeza!

La resurrección de Jesús

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¡Gloria a Dios! ¡Cristo resucitó! Prácticamente todos los cristianos festejan el domingo de Resurrección, uno de los más trascendentales y fabulosos sucesos de la historia.

En los días llamados por los cristianos Semana Santa o Semana Mayor, recordamos los tremendos sucesos de la última semana del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo: La última cena en el aposento Alto, la agonía del huerto de los Olivos, la terrible experiencia de la traición de Judas, la burla del juicio somero a que fue sometido Jesús; y el martirio de la tortura y la crucifixión, seguida por la dolorosa experiencia del descenso del cuerpo de la cruz, y la sepultura. Pero ¡Gloria a Dios! También recordamos, y celebramos que ¡Cristo resucitó!

¡Cristo vive, y los cristianos alabamos a Dios por ello! La resurrección de Jesucristo es un hecho histórico y no una fábula, un cuento de hadas, o el producto de una mitología. No es el invento de la mente engañada, enferma, o mentirosa de un pseudo-profeta. ¡Es un hecho histórico!

Los Evangelios, que son considerados documentos históricos de indiscutible autenticidad, relatan este hecho histórico así: Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, muy de madrugada, siendo aún oscuro, María Magdalena y la otra María fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado. Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias temblaron por miedo de él y quedaron como muertos.

Y respondiendo el ángel dijo a las mujeres: No teman ustedes, porque sé que buscan a Jesús, quien fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como lo dijo. Vengan y vean el lugar donde estaba puesto; y al entrar en el sepulcro, no hallaron el cuerpo de Jesús. Y aconteció que estando perplejas por esto, se pusieron de pie junto a ellas dos hombres con vestiduras resplandecientes y como ellas les tuvieron temor y bajaron la cara a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, más ha resucitado. Acuérdense de lo que les habló cuando estaba aún en Galilea, como dijo: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.» ¡Vayan de prisa y díganle a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos! Y que he aquí, que va delante de ustedes a Galilea, y allí le verán.

Entonces Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Los saludo! Y acercándose ellas, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No teman. Vayan a dar las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán. Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y salieron a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos, y volviendo del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.

Entonces, María Magdalena, Juana, María madre de Jacobo, y las demás mujeres que estaban con ellas, dijeron a los apóstoles que habían visto visión de ángeles, los cuales les dijeron que Cristo está vivo, pero sus palabras les parecían a ellos locura, y no las creyeron, pues aún no entendían la Escritura, que le era necesario resucitar de entre los muertos.

Sin embargo, Pedro se levantó y corrió junto con Juan, el otro discípulo, y fueron al sepulcro, y llegando Simón Pedro, entró en el sepulcro y cuando miró adentro, vio los lienzos solos, y el sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino doblado en un lugar aparte, pero a Él (Jesucristo), no le vieron. Y en la misma hora se levantaron y se volvieron a Jerusalén asombrados de lo que había sucedido, y hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, quienes decían: ¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón!

Las evidencias sobre la resurrección de Jesucristo fueron muchas. La Biblia, y que es la Palabra de Dios, nos dice: Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de los apóstoles y les dijo: “Paz a ustedes.” Entonces ellos, aterrorizados y asombrados, pensaban que veían un espíritu. Pero Él les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?”

Y comenzando desde Moisés y todos los profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de Él. Entonces les dijo: “¿Por qué están turbados, y por qué suben tales pensamientos a sus corazones? Miren mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpen y vean, pues un espíritu no tiene carne ni huesos como ven que yo tengo.” Y al decir esto, les mostró las manos y los pies.

Y como ellos aún no lo creían por el gozo que tenían y porque estaban asombrados, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Entonces le dieron un pedazo de pescado asado, y lo tomó y comió delante de ellos, y les dijo: “Estas son las palabras que les hablé, estando aún con ustedes: Que era necesario que se cumpliera todas estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas, y en los Salmos.” Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras (Mt 28:1-10; Lc 24:1-12; 22-45;Jn 20:1-10).

Pablo, bajo inspiración del Espíritu Santo, resume las evidencias del hecho histórico de la resurrección de Cristo así: “Además, hermanos, les declaro el evangelio que les prediqué y que recibieron, y en el cual también están firmes; por el cual también son salvos, si lo retienen como yo se los he predicado. De otro modo, creyeron en vano. Porque en primer lugar, les he enseñado lo que también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que apareció a Pedro y después a los doce; y luego apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía y otros ya duermen; y luego apareció a Jacobo, y después a todos los apóstoles. Y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, me apareció a mí. Pues yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.”

La diferencia fundamental entre los líderes de todas las demás religiones y filosofías, y Jesucristo, es que Cristo resucitó y está vivo hasta ahora, a diferencia de los demás que como mártires de su causa, todos murieron y permanecen en sus sepulcros. El cristianismo es superior a todas las demás creencias porque Cristo resucitó. ¡Cristo vive! ¡Nuestro Señor y Dios, reina por los siglos de los siglos!

Sólo Cristo puede ofrecer vida eterna a los que le aceptan por Salvador y Señor, porque es el único que triunfó sobre la muerte, y resucitó con un cuerpo glorificado, incorruptible, perfecto, y eterno. Jesucristo dijo: “Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre» (Jn 10:17-18).

Pablo escribe en cuanto a lo trascendental de la resurrección de Cristo así: “Ahora bien, si Cristo es predicado como que ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos entre ustedes dicen que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación; vana también es nuestra fe, y somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos atestiguado de Dios que resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si se toma por sentado que los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana; y todavía estamos en nuestros pecados. En tal caso, también los que han dormido en Cristo, han perecido. Y si en esta vida solo hemos tenido esperanza en un Cristo que no resucitó, ¡somos los más miserables y dignos de conmiseración de todos los hombres! Pero ahora, ¡Gloria a Dios! Cristo sí resucitó de entre los muertos, como primicias (el primero resucitado con cuerpo glorificado), de los que durmieron.

Puesto que la muerte entró por medio de un hombre (Adán), también por medio de un hombre (Jesucristo), ha venido la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida; y después, el fin, cuando Él (Jesucristo), entregue el reino al Dios y Padre, y cuando haya anulado todo principado, autoridad, y poder. Porque es necesario que Él reine hasta que ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será destruido es la muerte.”

Habiendo agotado las evidencias y los argumentos divinos en cuanto a la resurrección, Pablo, bajo inspiración del Espíritu Santo, escribe: “Si como hombre batallé en Éfeso contra las fieras, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!

Pero no se dejen engañar. Y por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú (pues sabemos que el juicio de Dios es según verdad). ¿Supones que escaparás del justo juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia, y magnanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, acumulas sobre ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Ro 2:1-11).

Gracias a los avances de la ciencia, actualmente muchas personas son resucitadas en los hospitales con medicamentos especiales, equipos de alta tecnología, y maniobras sofisticadas hechas por médicos altamente capacitados, pero todos los que resucitan, lo hacen con su mismo cuerpo deteriorable, enfermizo, y mortal, que a final de cuentas se volverá a morir. En cambio, Cristo fue el primero en resucitar con un cuerpo glorificado, perfecto, e inmortal.

Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?” ¡Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus arduos trabajos; pues sus obras les seguirán (Jn 11:25-26; Ap 14, 13).

En cuanto a la resurrección de los salvos, ese portentoso acontecimiento que todos los hijos de Dios esperamos con ansia, las Sagradas Escrituras dicen: ¡Gloria a Dios por la bendita esperanza de la resurrección que nos sostiene como firme columna, durante nuestra peregrinar terrenal y pasajero! Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Pues en esta tienda gemimos deseando ser revestidos de nuestra habitación celestial.

Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque quisiéramos ser revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pues el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía (las arras o primicias) del Espíritu. Así vivimos, confiando siempre y consideramos que presentes o ausentes, nuestro anhelo es serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho estando en su cuerpo, sea bueno o malo (2ª Co 5:1-10).

He aquí, les digo un misterio: No todos dormiremos (o moriremos temporalmente), pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles. Y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria!

Demos honra, gloria y alabanza a Jesucristo resucitado: Nuestro gran Dios y Salvador (Tit 2:13).

Y con todos los redimidos digamos: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” Pues el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.

¡Gracias sean dadas a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Así que, hermanos míos amados, permanezcamos firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que nuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano.

Estemos firmes y retengamos las doctrinas en que hemos sido enseñados, sea por palabra o por la Sagrada Escritura. Y el mismo Señor nuestro Jesucristo, y nuestro Padre Dios quien nos amó y por gracia nos dio eterno consuelo y buena esperanza, anime nuestros corazones y nos confirme en toda obra y palabra buena. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos nosotros (1ª Co 15:1-58; 1ª Ts 2:15-16; 3:18). ¡Gloria a Dios! AMEN. ¡ALELUYA!

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La curación del abuso

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Esta es la continuación del artículo cuya primera parte publicamos en el número anterior de El Evangelista Mexicano, del 15 de marzo de 2016.

 


Para mí hacer regresiones psíquicas al estilo freudiano, es sólo remover los sentimientos de las personas, enfocándolos en el mismo hecho o acto del dolor, o trauma, tomar como se dice «al niño interior», recurrir al mismo momento que sucedieron las cosas, cosa que no trae, ni genera sanidad.

Ya sabemos por ende que esto es lo que no nos deja ser libres: El pasaje de Génesis 41:51 y 52 nos describe que José primero tuvo que OLVIDAR cuando tuvo a Manases, y cuando tuvo a Efraín «Dios le hizo fructificar». Sin el elemento del perdón, no puede venir bendición y prosperidad.

En el capítulo siguiente (42:7) dice que José les habló ásperamente, como si no los conociese, y así fue el tenor del trato con ellos, pues estaba resentido, con enojo y frustración; él había sido abandonado, burlado, menospreciado, pero en el capítulo 45:5 se dice algo clave: «Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros».

José, mientras recordó el pasado, lamió la herida y se desgarraba emocionalmente hablando, no sanó con su regresión; pero cuando se dio cuenta de su ORIGEN Y PROPÓSITO, fue cuando sanó. Dios era su Origen, él era su plan, él tenía un designio. Había sufrido UN ACCIDENTE, que no lo definió, ni lo marcó para no cumplir el PLAN PERFECTO DE DIOS. Si tú has sido abandonado, rechazado, abusado, maltratado, eso NO TE DEFINE, lo que te define es tu ORIGEN, y Dios es tu origen, él te creó a su imagen y semejanza, así la sanidad fluye, cuando recuerdas para qué fuiste creado, para qué fuiste hecho, lo que logró la sangre preciosa de Cristo en la Cruz del Calvario.

Es obvio que Dios no quiso que te pasara lo malo, pero ¿por qué te pasó? Es simple, porque vivimos en un mundo que no es perfecto y con hombres y mujeres que no todos están viviendo bajo la voluntad y el plan perfecto de Dios. Estos son los que dañan, estropean, inyectan el veneno del desprecio, del abuso, que probablemente alguien también les introyectó a ellos.

Así que la sanidad no es ver el momento del quebranto y del trauma, sino más atrás. Vuelve a tu raíz, a tu fundamento, así como el salmista David le hablaba a su alma diciéndole: «Bendice alma mía a Jehová…» Tú háblale a tu alma, que es donde están las emociones heridas, castradas y cercenadas: ALMA, yo soy un hijo de Dios, soy hecho a su imagen y semejanza, soy como la niña de los ojos de Dios, él tiene pensamientos de paz y no de mal para mí, para darme todo el bien que deseo, él es mi Pastor, nada me faltará, es mi sanador, es mi proveedor, bendice, OH, ALMA MÍA, A JEHOVA en el nombre de Cristo.

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Pecador ven a Cristo Jesús

pecador

“Erais como ovejas descarriadas” (I Pedro 2:25)

Por: Obispo Juan Pluma M.

Pedro Castro Iriarte (1840–1887). El joven trabajaba como cajista en una imprenta cuando llegó un pedido de imprimir los primeros folletos evangélicos en Madrid. Mientras armaba cada frase, letra por letra, el mensaje de la literatura le llamó la atención a Pedro Castro. Por ese tiempo Antonio Carrasco y dos ingleses empezaron a tener reuniones evangelísticas en la imprenta todas las mañanas. Contestaron las inquietudes del joven con respuestas bíblicas. Así, Pedro conoció el Evangelio y empezó una vida de servicio al Señor.

Fue un hombre de letras, pasando del oficio de imprenta a ser un escritor y poeta muy respetado. Fue, además, autor y traductor de mucho himnos favoritos en España y las Américas. Tradujo el himno «Santa Cena» y compuso los himnos «Despertad» y «Pecador, ven a Cristo Jesús». Sirvió fielmente como pastor durante una época difícil de persecución y revolución. Dios lo usó para organizar la primera iglesia en Valladolid y nuevas congregaciones en Madrid.

HIMNO

Pecador, ven a Cristo Jesús,

Y feliz para siempre serás,

Que si tú le quisieres tener,

Al Divino Señor hallarás.
Ven a Él, ven a Él,

Que te espera tu buen Salvador.

Ven a Él, ven a Él,

Que te espera tu buen Salvador.
Ovejuela que huyó del redil,

He aquí tu benigno Señor,

Y en los hombros llevada serás,

De tan dulce y amante Pastor.
Si cual hijo que necio pecó,

Vas buscando a Sus pies compasión,

Tierno padre en Jesús hallarás,

Y tendrás en sus brazos perdón.
Si de enfermo te sientes morir,

Él será tu Doctor celestial,

Y hallarás en su sangre también,

Medicina que cure tu mal.

CONTEXTO DEL TEXTO

Al estar con Jesús, Pedro había aprendido acerca del sufrimiento. Sabía que el sufrimiento de Cristo era parte del plan de Dios, y que su propósito era salvarnos. Nosotros éramos como ovejas descarriadas y también sabía que el que sigue a Cristo debe estar preparado para sufrir. Pedro aprendió esas verdades de Jesús y nos las transmitió a nosotros.

ENSEÑANZA

  1. Sí, en verdad éramos como ovejas sin rumbo.
  2. Jesús le dio dirección a nuestra vida.
  3. Ahora estamos viviendo y luchando en la justicia, en el amor y en la verdad por un mundo mejor en Jesús.

ORACIÓN

Señor Jesús, gracias por venir a redimir nuestras vidas, gracias porque tu sacrificio nos convenció para venir a tus pies. Permite que nuestras vidas sean vidas convincentes para quienes viven igual que nosotros antes, descarriados y lejos de ti. Impúlsanos para ser atrevidos y enseñar a la gente que tú eres la respuesta a un mundo desordenado e injusto. En el nombre de tu Hijo, Amén.

juan_pluma