Sanidad en la tierra o en el cielo

de la garma
Lety de De la Garma

Conocemos a una persona cristiana, perteneciente a una familia metodista de generaciones, radicando en San Pedro Garza García, N. L. (en el Área Metropolitana de Monterrey).  Se llama Leticia Torres de De la Garma (para sus amigos, Lety). Durante una crisis de salud sufrida hace pocos meses, escribió unas listas de pensamientos espontáneos que revelan una edificante espiritualidad. Se parecen al Salmo 25 que, como lo podremos observar, es un acróstico basado en el abecedario hebreo. Ningún versículo da seguimiento al anterior, pues se trata de una colección de pensamientos independientes hacia Dios y sobre Dios. El relato de su vivencia consta de 16 páginas, pero ha sido condensado para ofrecerlo a nuestros lectores


Sin contar con diagnóstico alguno, pasaron dos días en su casa con muchos dolores en el abdomen, náuseas y otros malestares, estaba tan débil que no podía ni pararse de la cama. Al verla su hija Raquel se preocupó, ya que esto no era normal. Decidió hablarle al médico de la familia quien, después de revisarla y ver si los síntomas eran por intoxicación, insistió en que se le hiciera un análisis de sangre y orina, para poder hacer un diagnóstico más acertado, pensando que existía la posibilidad de que fuera pancreatitis. Lety estaba en comunicación constante con el Señor y en su interior aceptó que si tenía que ser como su tío Carlos, el cual padeció de Parkinson y pancreatitis y murió dos días después de ser diagnosticado, ella pensó: «Está bien. Si es de Dios, lo acepto».

Como no podía levantarse de la cama, algunas enfermeras del Hospital San José vinieron a su casa para poder hacer las pruebas. Mientras tanto, otra hija de ella, también de nombre Lety, llamó a un médico que es familiar de ellas, el cual ordenó que se hiciera un tórex y una radiografía abdominal. Decidieron llevarla al lugar más cercano, el Hospital Zambrano, donde llegó el médico miembro de la familia, para dirigir las pruebas ya mencionadas, además de radiografías, ecografías y tact. Al determinarse que estaba en estado crítico, eligieron al mejor cirujano especializado en el área para realizar la cirugía, pero el plan se deshizo cuando se le advirtió poca sensibilidad y tacto profesional en el manejo de la situación pre-operatoria.

Por otro lado, el médico miembro de la familia desistió de practicar la cirugía al determinar que ella estaba en una condición de empeoramiento, y advirtió que la muerte podría ser una posibilidad. Previó la enorme carga si es que su prima muriera en sus propias manos, así que armó un equipo de cirujanos y médicos para que se realizara la cirugía sin él. Lo que siguió fue la entrada por turnos de los familiares para alentar a Lety con oraciones y palabras de confianza. Finalmente, el médico pariente de ella pidió que todos salieran para hablarle a solas, con estas palabras: «Lety, esta es una operación muy peligrosa, podrías morir, o tal vez salir con vida mediante cuidados intensivos, conectada a tubos y con una bolsa para los desechos orgánicos al menos durante seis meses. Por lo general eres fuerte, y siempre has estado bien de salud, pero esta cirugía es complicada, y sin embargo, te veo muy tranquila y con mucha paz interior». Ella le respondió: «El Señor sana aquí en la tierra o en el cielo. Todo está bien, no te preocupes, haz lo que tengas que hacer, este no es mi momento. Dios me dijo que este no era mi momento. Hay muchas cosas pendientes aún por cumplir en mi vida, así que no te preocupes, todo va a estar bien. Adelante, tengo confianza… que me operen.”

El médico dijo después que ella había hablado con mucha convicción y fe. No podía creer lo que estaba oyendo, y al principio pensó que ella no había entendido la magnitud, seriedad y dificultad de la operación. Pero ella había entendido, incluso sabía que el mal de Parkinson que padecía hacía aun más riesgosa la operación. Él habló con la familia para que estuviesen preparados para cualquier desenlace o circunstancia difícil. Antes de entrar al quirófano, fue ella quien alentó a sus hijas, y dejó un mensaje para su esposo ausente de la ciudad: «Díganle a Toño que lo amo». Las oraciones siguieron entre lágrimas. Entró al quirófano a las 2:00 a. m., en su mente recitaba, «No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada» (Salmos 91:10). Se quitó la mascarilla, tomó las manos de los médicos, y oró para que fueran instrumentos guiados por el Señor en su operación.

A eso de las 4:00 a.m., la operación terminó y la familia pudo hablar con el médico quien tenía buenas noticias: Se trataba de una sección del colon con un crecimiento anormal del tamaño de un melón, debido a una malformación de nacimiento, la que se le extrajo y se hizo la reconexión exitosamente, pero con una también sería circunstancia, había una peritonitis y una hernia de esófago, que hacía que la mitad del estómago estuviese dentro del esófago. Luego de la operación, no necesitaría cuidados intensivos, ni sería entubada, y tampoco requeriría alguna bolsa exterior para desechos. Se logró armonizar la anestesia con los medicamentos para el mal de Parkinson, y en 48 horas estaría fuera de peligro. Cuando despertó horas más tarde, ni siquiera sufrió los trastornos pos-operatorios comunes como lo son náuseas, vómitos, trastornos del habla, temblores, fiebre, somnolencia, etc. Vinieron días de alegría y alabanzas, donde se les compartió el evangelio a las enfermeras, logrando algunas conversiones, se repartieron biblias y aquello se volvió tema de conversación en el hospital.

Una mañana, Lety sintió un río de gratitud, fe y alabanza brotar de su corazón. Pidió a una de las enfermeras que tomara papel y pluma, y comenzó a dictarle:

Gracias Señor…

  1. Porque cuando me despierto puedo sentir tus grandes misericordias cada mañana.
  2. Puedo ver el milagro de la vida.
  3. Estoy lista para agradecer, para alabar y bendecir tu nombre.
  4. Te doy gracias porque entre la vida y la muerte escogiste, Señor, la vida para mí.
  5. Entendí que tengo que hacer mucho más cosas más para tu reino.
  6. Pude compartir tu palabra en momentos y en un lugar inesperado para mí.
  7. He podido estar más agradecida que nunca contigo.
  8. He podido sentir tu presencia en esta habitación más que nunca antes en mi vida.
  9. He podido sentir tu paz que sobrepasa todo entendimiento en estas circunstancias tan adversas.
  10. Mi corazón está totalmente contrito y humillado.
  11. Has escudriñado mi corazón hasta lo más profundo.
  12. Me has puesto a las personas que más amo para pedirles perdón y sanar heridas inimaginables.
  13. He clamado a ti y he visto tu respuesta amorosa.
  14. Me has quitado todo orgullo y pudor cuando soy atendida por otras manos.
  15. Me has rodeado de personas escogidas por ti para mi cuidado.
  16. Me has llevado hasta el fondo para podar mi árbol de vida, y sé que saliendo de aquí será hermoso y estará lleno de fruto.
  17. He podido crecer en fe y en obediencia a Ti.
  18. He podido rendirme a tus pies.
  19. He podido entender tu Palabra de una manera inexplicable.
  20. He podido sentir a mis hijas más amorosas que nunca.
  21. He podido sentir cómo has trabajado en el corazón de Toño.
  22. Aun cuando ya te servía, ahora quiero hacerlo más bajo tu divina dirección.
  23. Te he puesto como jinete sobre mi caballo de batalla.
  24. Aun cuando ya sabía cuál era el propósito de mi vida, ahora lo tomaré con más seriedad que nunca.
  25. Sentí más que nunca el amor de mis nietos.
  26. Usaste las manos de mis doctores como instrumentos tuyos para mi operación.
  27. Te aceptaron a ti como su único y suficiente Salvador varias personas, y te pido Señor que tú completes la obra.
  28. Sé que no solamente yo crecí en fe sino otros también.
  29. Me pude poner a cuentas contigo.
  30. Tuve que ver tu rostro para no ver la marea y no hundirme.
  31. Aunque anduve en valle de sombra de muerte, me ayudaste a no temer.
  32. Palpé como el amor echa fuera todo temor.
  33. Vi cómo las oraciones llegan ti como olor fragante y tú las respondes.
  34. Tengo la confianza en mi corazón de que vas a hacer el milagro completo de sanidad.
  35. Sé que tendré que ser dirigida por ti cuando salga del hospital.
  36. Amo más que nunca a mi maestra Dina, porque ha sido una pieza clave en mi vida.
  37. Veo cómo cuidas a mi mamá a pesar de no estar allí con ella para hacerlo yo.
  38. Siento que pusiste más amor en el corazón de las enfermeras de mi mamá.
  39. Mi familia ya la veo reestructurada como tú me lo dijiste al principio de mi enfermedad.
  40. Han cambiado mis prioridades de vida.
  41. Te amo más que nunca.
  42. Tengo aun más vida ahora que cuando estaba sana.
  43. Tengo más sed y hambre de tu palabra.
  44. Pude sacar por las «puertas del Muladar» las cosas vanas de mi vida (Nehemías 2:13).
  45. Amo más que nunca a mi esposo y a mis hijas.

El torrente de alabanza llegó de nuevo en la noche de aquel mismo día, y de nuevo llamó a la misma enfermera, para seguir dictándole. Pero esta vez las frases se referían a Dios en tercera persona, y de pronto las frases vinieron como provenientes del Señor del mismo modo como el Espíritu Santo nos habla a todos dentro de nuestro ser:

  1. No tengo qué complacer a nadie en la sociedad, sólo a mi Dios bueno y generoso.
  2. Puedo ver el mundo espiritual de una manera más clara y evidente.
  3. Presencié una batalla espiritual en una noche donde acechaba la muerte, y la victoria fue del Señor.
  4. Me está dejando discernir el buen o mal del espíritu de las personas.
  5. Estoy más sensible a su voz.

Luego el Señor hablaba:

  1. No más abusos del mundo en tu vida. Así he dicho.
  2. Disciplina con mucho amor a la gente que tú quieres y amas.
  3. Te doy sabiduría para tus próximas decisiones ante la vida.
  4. Te quebranté tu corazón y acudiste a mí.
  5. Me has dado toda la honra y gloria a mí.
  6. Tú eres mi hija amada.
  7. Estoy muy complacido en ti.
  8. Habrá que caminar todavía por sendas que no serán tan fáciles, pero tu bendición será tmuy grande.
  9. Mantén tu corazón abierto a mí. Escucha mi voz que voy a estar hablando.
  10. El velo ya fue rasgado y tu discernimiento será mayor.
  11. Confía solamente en mí.
  12. Sé que será difícil tolerar personas del mundo, pero ten compasión de ellas.
  13. Te abrazaré bajo mis alas en momentos de soledad.
  14. Eres ya una nueva persona que exalta mi nombre.
  15. Escogeré a tus amistades.
  16. Tu recompensa ya viene.
  17. El reino está abierto. Mi Padre, y yo que estoy sentado a su diestra, y el Espíritu Santo que está morando en tu templo (cuerpo), nos uniremos hacia un mismo fin en ti.
  18. Cosas grandes y ocultas te mostraré.
  19. Te hablaré de las necesidades de tu prójimo para que ores por ellas.
  20. No estés preocupada.
  21. ¡Yo soy tu Dios!

 Y luego, ya en casa recuperándose, de nuevo un día por la mañana vinieron frases en forma de oración y confianza. La misma enfermera que la cuidó en el hospital se hacía cargo de ella en casa, y por tercera vez tomó el dictado que decía:

  1. Sé que tengo que disciplinar a las personas más importantes de mi vida. Sé que será muy difícil, pero tú me pondrás el momento y el lugar adecuado.
  2. Le estás permitiendo a Satanás que haga supurar la herida de mi operación, para ver si dudo de ti, Señor, pero yo sé que mi Salvador vive y que esta situación es sólo para que la herida no se infecte.
  3. Nos estás permitiendo escudriñar tu Palabra, y nos vas a permitir descubrir cosas inimaginables, grandes y ocultas (dirigido a la enfermera también).
  4. Nos vas a seguir mostrando el camino de la verdad.
  5. Vas a poner en nuestra boca las palabras que tú nos des para las personas a las que tú quieres que les hablemos.

Hoy, Lety nos dice: «Doy gracias al Señor por esta experiencia, porque pasé por el valle de sombra de muerte y él eligió la vida para mí. Viví un milagro, oí su voz. No lo cambiaría por nada del mundo.»