
Llamados a santidad
Dr. Ernesto Contreras Pulido
drernestocontreras@hotmail.com
¡Qué bendición tan grande es ser cristianos! Hijos, siervos, ministros, e instrumentos del único Dios verdadero, que no escatimó ni a su propio Hijo, Jesucristo, sino que lo entregó en propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo, para que todo aquel que cree, acepta, recibe y confiesa a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, no se pierda, más tenga vida eterna en los cielos; y vida abundante y victoriosa durante su peregrinar terrenal rumbo a la Patria Celestial.
La convicción de todos los cristianos evangélicos es que la Biblia enseña que si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros; pero que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad, por los méritos del Sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario, que es más que suficiente para pagar por todos nuestros pecados pasados, presentes, y futuros, si tan sólo los reconocemos, los confesamos, y nos arrepentimos sinceramente. ¡Gloria a Dios!
Pues la Biblia asegura que la preciosa sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, y que a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, por gracia, o sea gratuitamente, los libra de toda condenación con sólo tener fe en Jesucristo; y esto no por méritos propios, pues es don de Dios; y no por obras, para que nadie se gloríe.