Editorial

loshijosdediosgenesisLa Fraternidad de Hombres Metodistas de la iglesia a la que asisto, desarrolla estudios bíblicos semanales bien preparados por los mismos integrantes de la organización varonil. Siguiendo el Plan Operativo Nacional, en la primera parte del año 2016 estudiaron el libro de Génesis. Durante uno de los estudios, se discutió sobre la supuesta relación sexual entre ángeles y mujeres humanas, como algunos la detectan en Gn. 6:1-4. El grupo concluyó rápido que esa interpretación del texto bíblico es bastante deficiente, pero, a la vez, se comentó sobre los muchos cristianos, iglesias y predicadores televisivos (especialmente de Enlace) que creen como cierta semejante imposibilidad. Sabemos, por ejemplo, de una iglesia independiente de tipo casero que se reunía dominicalmente sólo para escuchar los sermones de Jimmy Swaggart en sus mejores tiempos, predicador que, entre otros, difundió esa idea.

La interpretación mencionada fue realmente originada por los autores del libro apócrifo llamado Enoc, mismo que no fue adoptado por el pueblo judío ni en la Septuaginta ni en el canon hebreo oficial. La iglesia cristiana, a pesar de que varios cristianos distinguidos de la época patrística sintieron simpatía por él, en el Concilio Ecuménico de Calcedonia (451 d. C.) se le dejó fuera cuando se elaboró la resolución final acerca del canon cristiano. Sabemos que la Iglesia Ortodoxa Etíope y otras le han dado la calidad de canónico. En este libro, que se escribió entre los siglos III y I a. C., se observa la influencia griega en la mente de sus autores, ya que en la mitología griega se cuenta de uniones sexuales entre divinidades y seres humanos.

El libro de Enoc describe en sus capítulos VI y VII cómo 200 ángeles caídos se enamoraron de las mujeres y tomaron una para cada uno, de cuyas uniones nacieron gigantes (*). Dado que ni el pueblo de Israel ni la iglesia cristiana, en su mayoría, admiten inspiración divina en el escrito apócrifo de Enoc, la interpretación viable de Gn. 6:1-4 se arregla de acuerdo a su contexto. La expresión “hijos de Dios” es aplicable a seres humanos, ya que en los capítulos anteriores (1-5) se habla de los descendientes de Caín, más los de Set, como genealogías paralelas. Uno de esos pueblos se distingue en el relato como adorador de Jehová, razón por la que sus integrantes pueden ser llamados hijos de Dios. A éstos puede aplicárseles el calificativo que se le dio a Adán en Lc. 3:38 como “hijo de Dios”. El contexto no incluye ni sugiere historias abruptas sobre ángeles, pues se trata de la historia de la humanidad solamente. Sobre todo, debe tomarse en cuenta que Israel, en los tiempos de la escritura de su Biblia, no tenían aún desarrollado el entendimiento de los ángeles, y menos de los demonios.

Abonando a una interpretación natural y contextual, podemos enlistar las siguientes consideraciones:

  1. La explicación de Enoc es imposible por dos razones inmediatas: En su cap. VII dice que los gigantes que resultaron de aquellas uniones tenían una altura de 3,000 codos (más de 1,500 metros). En su cap. 90 dice que los genitales de aquellos ángeles caídos eran del tamaño de los equinos.
  2. La unión entre hijos de Dios con hijas de los hombres es simplemente la mezcla de dos linajes con diferente espiritualidad. El contraste aquí no es de naturalezas (angélica con humana), sino de distintas éticas. ¿Se arrepintió Jehová de haber hecho hombres, o de haber hecho ángeles? (v. 6) El caso tiene que ver con humanos. Dios borró de la tierra a los hombres que había creado, no a ángeles que se unieron con mujeres.
  3. Los gigantes mencionados no necesitaban de intervenciones demoníacas para existir pues, según el v. 4, ya existían antes de las uniones que estamos discutiendo. Por otro lado, los ángeles caídos son desconocidos en la Biblia como participantes en la generación humana, y más cuando San Pablo explica que de “una sangre ha hecho (Dios) todo el linaje de los hombres” (Hch. 17:26). Se sobreentiende que el apóstol se refiere a la sangre de Adán.
  4. Debe considerarse que los nefilim mencionados en el pasaje podrían no ser gigantes. Ese vocablo hebreo fue traducido como “gigantes”, pero significa también “caídos”. No hay modo de saber cuál de las dos acepciones es la correcta. Pero tomemos en cuenta que “caídos” armoniza mejor con lo que dice el v. 5 sobre que “la maldad de los hombres era mucha en la tierra”.
  5. Repitamos que las historias de seres divinos cohabitando carnalmente con hombres o con mujeres, y de gigantes luchando contra hombres y contra dioses, pertenecen a la mitología griega. El mundo helenizado influyó a los escritores del Libro de Enoc. Ese tipo de relaciones son ajenas al Antiguo Testamento. Y Jesucristo nos ha dejado claro que los ángeles “ni se casan ni se dan en casamiento” (Mt. 22:30), dando a entender que no tienen estructura sexual en su naturaleza. Si cuando Dios los creó les hubiera dado inclinaciones sexuales, ¿con qué fin sería? ¿Pretendería Dios originalmente que los ángeles se reprodujeran entre sí o con seres humanos? Dios nos dio a los seres humanos todo el paquete psicosexual, acompañado con los órganos genitales y reproductores, con la finalidad de que fueran parte de nuestras experiencias humanas de amor y reproducción. Pero si Dios no estaba pensando en la reproducción de los ángeles, es imposible que ellos tengan ni la más lejana idea de lo que es la sexualidad. La realidad sexual descansa en gran parte en la producción hormonal. Pero si los ángeles (caídos o no) no tienen cuerpo, ¿cómo podrían tener hormonas? Y si no las tienen, ¿cómo podrían tener pasiones sexuales?
  6. Las palabras de Gn. 6:2, “tomaron para sí mujeres”, no se refieren a posesiones violentas o lascivas de momento. Se refieren a matrimonios. Es decir, los hijos de Dios tomaron a hijas de los hombres para casarse con ellas. La expresión “tomar mujer” es usada en todo el Antiguo Testamento para hablar de matrimonios entre hombres y mujeres. Ejemplo: Jue. 14:3; 21:23. El caso de Gn. 6:1-4 tuvo que ver con matrimonios, pues Cristo se refirió a esos días diciendo que la gente estaba “casándose y dándose en casamiento” (Mt. 24:38). Luego entonces, esos casamientos evidencian que todo el contexto tiene que ver con humanos.
  7. El hecho de que Judas cite en su carta un párrafo del Libro de Enoc no significa que le esté dando la calidad de escrito inspirado, del mismo modo como Pablo cita a ciertos poetas griegos, pero eso no significa que le atribuya inspiración divina a sus escritos.

Pbro. Bernabé Rendón M.

(*) Libro de Henoc, Editora y Distribuidora Yuo, S. A., Colección Grandes arcanos, Ciudad de México, 1987, pág. 19,20. bernabe_rendon

6 comentarios sobre “Editorial

  1. Desde las palabras: Mt. 22:29,30; «..: Erráis, ignorando las escrituras… ni se darán en casamiento,.. serán como los Ángeles de DIOS… podemos discernir: aquellos no eran Ángeles en el sentido celestial, sino, como hoy sucede: Creyentes desobedientes, sensuales, que perdieron la comunión con DIOS.

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  2. Excelente articulo. yo en un tiempo creí de esta manera, que se daba la relación entre angeles y humanos, pero como lo expresas, el contexto Biblico tiene el peso de que no es asi, sino la unión entre personas de diferente credo o etica como lo expresas. Bendiciones.

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    1. De acuerdo, Obispo Fernando. La idea de uniones sexuales entre entidades espirituales y seres humanos está totalmente fuera del pensamiento hebreo, fuera de la cosmovisión cristiana y fuera de la enseñanza bíblica general. Gracias por opinar. Bendiciones.

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  3. Personalmente hice un estudio sobre ese pasaje y encontre aspectos que me hacen pensar totalmente distinto a lo que este articulo dice. El asunto es mas complicado de lo que parece pues los hijos de Dios (Ben elohim) son identificados en el contexto del AT como angeles y no como seres humanos, Job 1:6 y 2:1. Independientemente de lo que diga Enoc, la Biblia dice mas sobre este hecho de Gn.6. Obviamente la investigacion que hice es amplia y solo comento una sencilla cosa aqui.

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    1. Pastor Jonathán, Dios te bendiga. Ben-elohim es un hebraísmo que significa «hijo de Dios» o «hijo del Poderoso», que es aplicado en el A. T. unas veces a los ángeles, y más veces a seres humanos. Ejemplo: Dt. 14:1; 2 Sm. 7:14; Os. 11:1; Sal. 2:7: Sal. 82.6. No obstante, podemos acceder a la libertad de opinión diferente en aquello que no lesiona la doctrina de la salvación, como dice el aforismo tan popular entre nosotros, «…en lo no esencial, libertad». Bendiciones.

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