
EDITORIAL: Las prisas de diciembre y la incomodidad de Cristo
Los saludamos con afecto, al iniciar el último mes del año, deseando puedan disfrutar de estas fechas con la paz de Cristo.
En días pasados, ya en este diciembre de 2022, íbamos transitando por una parte de la ciudad en que vivimos, congestionada por el tráfico, con gente caminando por las calles, recorriendo los comercios en busca de algún producto; y mi marido observó: “Son las prisas de diciembre”. En efecto, diciembre es un mes donde la gente andamos de prisa, yendo de un compromiso social a otro, de una compra a otra, buscando llegar a la noche del 24 con toda nuestra lista de pendientes cubierta. ¿Para qué?: a veces no lo sabemos, sólo queremos llegar a ese momento con todo cubierto, y sentirnos cómodos junto a nuestros seres amados.
Ese anhelo por completarlo todo y estar cómodos nos puede hacer olvidar el propósito real de la celebración de Navidad: recordar que un Rey se incomodó por nosotros, se quitó sus atributos divinos para hacerse humano y así poder salvarnos de la oscuridad del pecado, la luz irrumpiendo en las tinieblas de este mundo. Si él se incomodó, ¿por qué no hacerlo nosotros en beneficio de otros? Como creyentes estamos llamados a dejar lo seguro, y movernos bajo la guía del Espíritu Santo.
Esa constante movilidad de nuestra iglesia tiene un pasado, uno de cuyos personajes fue Stephen Staples McLellan, misionero en Chihuahua; pero también tiene un presente, representado en la reseña de la Conferencia del Distrito Oriente en la Conferencia Anual Septentrional; y nuestras instituciones educativas forman a los profesionistas que se espera en un futuro proyecten los valores de Cristo en sus comunidades, según vemos en la reseña de la graduación de estudiantes universitarios en la Universidad Madero.
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