
Queridos hermanos,
Mi nombre es Narcedalia Briseño de Maldonado.
En el año 1953, mis padres emigraron del Estado de Coahuila (Nueva Rosita) a esta Ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, y cuando mi madre buscó el cobijo de una iglesia cristiana que alimentara espiritualmente a su familia, lo encontró en la Iglesia Metodista El Divino Salvador. Desde entonces hasta hoy, somos miembros activos de esa congregación.
En esta ocasión quiero compartir a través de este medio la gratitud tan grande que hay en nuestra familia hacia el Señor por la vida de la mayor de mis siete nietos, Alejandra Gabriela. Ella vive en Laredo, Texas con sus padres y hermanos.
Desde que nació, Alejandra fue dando muestras de una inteligencia y una vivacidad fuera de lo común; su primera palabra a los ocho meses fue “cocodrilo”, y antes de los dos años ya podíamos entablar con ella una verdadera conversación. Durante sus primeros años hablaba solamente en español, pues sus padres se propusieron que así fuera, y, cuando tiempo después quise, como buena maestra que soy (modestia aparte), enseñarle a leer y escribir en español, me encontré con que ya sabía hacerlo.
¡Increíble! Recuerdo que ya en elementary school (primaria), cuando cursaba segundo grado, las maestras de los grupos superiores la llevaban a sus salones para que leyera ante sus alumnos. Ya en tercero o cuarto grado, escribía cuentos y composiciones que asombraban a los profesores, materiales que nuestra familia conserva con cariño.
Tenía Alejandra ocho años cuando visitamos el Museo del Desierto, en la Ciudad de Saltillo, y en uno de los salones había en la pared 12 diferentes tipos de dinosaurios, cada uno con su correspondiente número en la tableta de identificación. Había una fila de personas que trataban de atinarle a los nombres de los dinosaurios y no podían, pero Alejandra llegó al tablero y fue identificando uno por uno cada nombre de aquellos 12 animales, ¡y en todos atinó! Nosotros y las personas que allí estaban nos quedamos con la boca abierta.
Cuando terminó middle school (secundaria), la dejaron al final, pues ella había obtenido todos los galardones y fue nombrada la mejor estudiante de su generación. Este año (2016), Alejandra terminó high school (preparatoria) con un altísimo grado de preparación académica, y como ella desea seguir estudiando, aplicó a varias universidades, tales como Rice en Houston, Cornell en Nueva York, la Universidad de Chicago, y Yale en Connecticut. Después llegó la bendición de que en todas fue aceptada e invitada a ir a conocerlas. Rice le extendió considerablemente su beca por el sólo hecho de hablar perfectamente el español, pero ella escogió inscribirse en Yale. La Universidad de Yale recibió este año 32,000 solicitudes de ingreso, y de ellas, la universidad aceptó el 6%, es decir que solamente aceptaron a 1,900 nuevos estudiantes. Alejandra entró entre ellos.
El verano próximo pasado se inscribió en un programa de literatura en la Universidad de Michigan. De más de 1,100 solicitudes que recibieron (esto fue a nivel internacional) sólo aceptaron 64 solicitudes. Alejandra pasó en Michigan seis semanas increíbles que ampliaron su visión del mundo, y regresó encantada por cuanto había conocido y aprendido.
En febrero de este año atendió la convocatoria que cada año hacen la revista The Atlantic y la compañía College Board, en Washington, DC, por un concurso de ensayos literarios sobre alguna obra de arte. Ella decidió escribir sobre una pintura de Frida Kahlo, y obtuvo el segundo lugar entre más de 2,000 concursantes, recibiendo la invitación de ir a recibir el premio a aquella cuidad con todos los gastos pagados para ella y para su acompañante (por supuesto que esta acompañante fue su mamá, mi hija).
Toda la familia nos sentimos sumamente orgullosos de ella, pero siempre recordamos que esa inteligencia y decisión suya de ser responsable y dedicada a sus estudios son un regalo de Dios, una gran bendición de la cual ella deberá estar siempre agradecida.
En agosto partirá, si Dios así lo permite, a esa lejana universidad en el estado de Connecticut. Desde hoy estamos orando por ella para que pueda brillar en aquel lugar, pero no sólo por su inteligencia y dedicación, sino con el brillo del Evangelio, y pueda ser luz para todos cuantos la rodeen.
Reconocemos que todo esto ha sido por la bondad de Dios para nosotros, pues sin él nada somos y nada podemos hacer, pero quiero dar crédito también a sus papás, Carlos Canales y Narce Gabriela Maldonado de Canales, porque realizan su rol de padres con todo el cuidado y esfuerzo suficiente para sembrar en sus hijos los valores cristianos y espirituales que siempre han sido necesarios, pero hoy aún más debido al mundo tan convulsionado en el que nos ha tocado vivir.
Quiero agradecer a la revista El Evangelista Mexicano, Órgano Informativo de nuestra iglesia, por la oportunidad que me ha dado de expresar todo el agradecimiento que siento hacia mi Padre Celestial, por los logros obtenidos. Gracias a él por Alejandra, la mayor de mis siete nietos, quien cuenta con 16 años de edad, pero delante de quien, siendo una joven latina y cristiana, Dios va abriendo camino en un país con tan intensa competencia.
Muchas gracias.
Que Cristo sea en todo muy glorificado.
Hna. Narcedalia Briseño de Maldonado.
Laredo, Texas, 10 de julio de 2016.
