Bebiendo del Legado Wesleyano

bebiendo

Encontramos en las redes sociales este artículo cuya aportación consiste en enfocar la práctica de la vida como mejor expresión del cristianismo wesleyano. Aun cuando cita literalmente sin entrecomillar varias frases largas y cortas de otras fuentes, refiere dichas fuentes al final del escrito.

Una de las cosas que más impresiona es la catolicidad (no el catolicismo romano) de Wesley. Para empezar, en él convergen todas las corrientes de la Iglesia Cristiana, desde su búsqueda del cristianismo primitivo, así como la incorporación de la espiritualidad medieval y mística y la afirmación moral de los rumbos de la Reforma, él toma todo lo bueno del Anglicanismo, de la Era Primitiva, Patrística, Protestante, Ortodoxa y Católica y se aparta de la división a priori contra quien no piense como él. Y luego, su catolicidad teológica y espiritual culmina con esta síntesis wesleyana de la justificación y la santificación. Él fue mucho más allá de Lutero (quien con conmiseración de sí mismo no podía más que asegurar que el pecado forma parte corriente de nuestras vidas, y vaya que se lo tomaba en serio) y asegura que un cristiano ha de arder en amor, pero no en el barullo subjetivo de dicha palabra, sino en innumerables obras que aseguren y confirmen su vocación.

El cristiano no ha de sentirse raquítico, incapaz y endeble, sino vigoroso, fuerte y capaz de alcanzar por la gracia de Dios la perfección de la vida cristiana, aquella que se demuestra amando a Dios con todo el corazón, toda la mente y todas las fuerzas. Esta es su obra maestra, aquella de la que bebí y fui saciado. ¿Por qué? en Wesley uno encuentra un espíritu mesurado, conciliador y enriquecedor. Wesley no le otorgó concesiones a los pensamientos Reformados fue ecléctico, sencillo y en vez de lanzarse a la lucha de credos, hizo teología para el pueblo, con tal de poner en las manos de todo metodista lo esencial de la fe cristiana. De ahí que no figure entre los grandes teólogos (no que no lo haya sido, OUTLER, 1975, pg. 25) sino que se apartó por amor a los desvalidos intelectualmente y se hizo “Griego con el Griego y Judío con el Judío”. Su apertura a la soteriología arminiana se debió en gran parte a su celo por la predicación, su amor por las almas y su énfasis en el evangelismo. Consideró peligroso el calvinismo, pero no al calvinista, pues siempre dijo “Nadie debe llamar en ningún momento a un cristiano; “calvinista” en tono despectivo”. 

Pensando en esto, y en el sentimiento de Wesley, puedo ver la belleza de la Ortodoxia y su ritualismo, la acogedora y enriquecedora liturgia del anglicanismo, puedo encontrar la fuerza de la Cultura Occidental en el Catolicismo, y la fuerza intelectual del Protestantismo. Aunque no congenio con todos y cada uno de ellos, pues no soy ni ortodoxo, ni protestante, ni católico o anglicano, puedo decir que amo a los cristianos y a mi prójimo donde quiera que estos hayan visto a Cristo. Sé que para algunos esto suena raro y lo raro ha de etiquetarse pronto para poder asociarlo a algo, y es así que algunos consideran que soy ecuménico. (Sin saber el sentido de dicha palabra) Lo único que puedo decir es que soy cristiano, y lamento que precisemos de etiquetas, pero si he de llevar una, con orgullo puedo decir que soy cristiano wesleyano. Pero, así, como las otras iglesias que conforman el cristianismo, lo hacen con un perfil propio: protestante, evangélico, anglicano, ortodoxo, católico etc. también surge entre nosotros (los de espíritu wesleyano) la participación ecléctica en el nuevo talante ecuménico de nuestros tiempos y nuestra pertenencia a la Iglesia de Cristo, universal y católica, en su sentido original inclusivo, no romano.

Wesley jamás habló de una iglesia organizada con el nombre “metodista” sino de una forma, un estilo de vida cristiana, una espiritualidad práctica, con una visión y una misión muy especial, dentro de la propia iglesia, y con un perfil propio de disciplina, de discipulado, de estilo de vida y amor ardiente demostrado por las obras. Su énfasis no fue necesariamente la teología (aunque se comprometió con ella) sino la experiencia, aquella que se expresa, se vive y se demuestra, toda teología sin praxis son palabras, que agrupan a un conglomerado y excluyen al otro, Wesley intentó reunir a todos en base al amor práctico y la salvación de las almas. Su énfasis implicaba responsabilidad, amor, seguridad, compromiso y voluntad. Fueron muchos los metodistas que surgieron y también muchos los que se alejaron, pues consideraban muy altos los estándares del movimiento, por ejemplo: 

*Dos fueron expulsados por jurar y maldecir, Dos por quebrantar el día del Señor, diecisiete por ebriedad, dos por vender bebidas alcohólicas, tres por peleadores e iracundos, tres por ser sorprendidos en una mentira, uno por flojera, por no contribuir al evangelismo, cuatro por calumniar y hablar mal de los hermanos, veintinueve por liviandad, por ser ociosos con su vocación general. El mismo Whitfield fue reprendido duramente por llegar un día tarde a una de las reuniones habituales. (Investigación de la sociedad New Castle, 1947, pg. 34) 

WESLEYANISMO EN CONTEXTO

 La Inglaterra del Siglo 18 se caracterizó por la indulgencia aristocrática, la pobreza de la clase baja, la indiferencia religiosa, y por una inmoralidad en todo sentido. Los cristianos prominentes de su época estaban enfrascados en una lucha por dilucidar los principales problemas teológicos que proponían las diferentes corrientes soteriológicas, pero totalmente desasociados de la realidad de los problemas sociales y espirituales de su época.

Fue en este contexto, en el que Wesley lideró un movimiento de renovación espiritual y moral, que se embarcó a dar respuestas a los problemas y dificultades enfatizando los siguientes puntos:

-En respuesta al optimismo irreal hacia la naturaleza humana, Wesley enseñó acerca de la pecaminosidad humana.

-En respuesta a la creencia común (en aquel entonces) de la salvación por obras, Wesley enseñó acerca de la salvación por fe.

-En respuesta al desorden moral de una sociedad entregada al alcohol, la lascivia y el juego, Wesley enfatizó el valor y lo imperante de la santidad.

-En respuesta a los problemas asociados con el materialismo, la esclavitud y la explotación de los trabajadores, Wesley enseñó acerca del valor bíblico de cada persona ante Dios.

-En respuesta a la falta de vida espiritual de la Iglesia, Wesley enseñó y vivió la realidad de una experiencia personal con Dios.

Pronto, surgió un movimiento que aunque fue tildado de “entusiasta” revivió la vida espiritual de Inglaterra y derribó los muros pecaminosos e inmorales de la sociedad. Habría que decir que gran parte de esta fuerza era motivada por el celo ardiente de la experiencia salvífica.

WESLEY Y EL JOVEN DE HOY

Wesleyanismo no era asociarse con la figura de Wesley necesariamente, era una etiqueta representativa de un estilo de vida que reunía todas las facetas del cristianismo en un movimiento. No era sólo liturgia y coros, ni tampoco misticismo y búsqueda continua del éxtasis espiritual. El wesleyanismo implica sentir el dolor del pueblo, hablar por el desvalido, sufrir con el oprimido. Es teología pastoral que ofrece respuestas a los problemas de toda índole ahí donde no hay voz que se levante. ¿Cuál es el interés de los pastores actuales por las personas que sufren y son ahogadas por las políticas neoliberales? ¿Cómo califican según los parámetros actuales la lucha de Wesley con la Iglesia que cierra puertas cuando el mensaje corta y derriba? ¿Cómo actuaria hoy el Señor Wesley en nuestras Iglesias?

Wesley no solo fue un teólogo de la santidad, su fuerza radicaba potencialmente en su compromiso de vivir el dolor de su gente, lo cual lo llevaba a denunciar el pecado individual, acusó al materialismo, a la explotación del trabajador y a la esclavitud en sus terrenos, no sólo desde el púlpito, en cada calle, rincón y plaza que pudo. Antes de predicar llenaba el estómago de los hambrientos y socorría a los débiles. El joven wesleyano de hoy debe saber que hacer teología desde los excluidos del sistema actual acarrea problemas políticos, religiosos e ideológicos. Su teología respondía a situaciones concretas, era práctica no especulativa. Mientras el calvinismo y el hipercalvinismo definían y debatían sobre los decretos de la salvación y sobrecalentaban sus cabezas con la predestinación y elección divina, Wesley corrió a las calles y abrazó a los mineros malolientes y malhablados de Corner Wills. 

El joven wesleyano de hoy debe saber que más que una teología racional, filosófica y misteriosa, necesitamos una teología pastoral que pueda ser interpretada y comprendida por nuestra comunidad, en nuestro contexto e idiosincracias, en nuestros problemas y dolores. Necesitamos aprender a usar con propiedad el legado teológico latinoamericano y aplicarlo al campo fisiológico. Debemos “encarnar” a la Iglesia en nuestra cultura, tiempo y pueblos, de manera que volteemos a ver lo que nadie quiere ver, pues recluidos de la sociedad somos simples incursionadores de ella. Una Iglesia encarnada debe interesarse en todas las expresiones de la cultura: La ciencia, la política, el arte, la economía, y la sociedad como un todo. Contribuir a la sociedad como místicos irracionales, con un lenguaje excluyente e irresponsable, cargado de una jerga incomprensible, nos seguirá mostrando como la Inglaterra del Siglo 18.

Wesley no sólo enmarcó una Teología Sistemática y la presumió entre la academia de teólogos, sino que la comprendió a nivel personal y social. Wesley hizo investigaciones para atajar el problema de por qué había tanta pobreza en su país. Hermanos pastores ¿Se ha preguntado porque hay tanta pobreza en nuestro país? ¿Sabe si comió alguno de sus miembros? ¿Sabe cuánto le cuesta a alguno de los cristianos de su Iglesia sostener a su familia? Contestar estas preguntas requiere de una teología pastoral, reflexiva y con sangre en las venas, teología que irónicamente empieza por un cambio de mentalidad. La teología actual no surge desde un marco real, no está interesada en los verdaderos problemas, no funge como conciliadora, como la conciencia de la sociedad. La teología de hoy tiene demasiadas preguntas, pero no las preguntas correctas.

“Nunca prediquen a estómagos vacíos” (Juan Wesley).

NO REFORMADO

Si bien en el contexto general del Calvinismo (La soberanía de Dios, la Gloria de Dios en la Faz de Cristo, la Salvación por Gracia) eran términos tan atrayentes como para sentirme seducido por ellos, eran los matices más débiles los que atraían mi atención. Aquellos a los que el calvinismo llama “misterios” incoherencias irreconciliables que se presentan como dogmas, como axiomas inevitables. Estos “misterios” precisan de una indiferencia abierta, pues al mirarlos de cerca no funcionan, no hacen conexión con las estructuras bíblicas y tajantes del amor divino, la libertad humana, y la responsabilidad del hombre. Wesley, escribió cerca de 50 tomos desde el Siglo ll hasta su época y concluyó que el calvinismo era toda una novedad. Arminio, al intentar refutar a Coornhet y defender el calvinismo, llevó a cabo un estudio exhaustivo de los padres primitivos, los padres de la Iglesia y el legado histórico de la fe y concluyó que el calvinismo era una cuestión novedosa en el torrente de la Iglesia.

La razón por la que no soy Reformado, es porque no encuentro el calvinismo en el torrente de la Iglesia. El legado histórico de nuestra fe no nació del llamado “calvinismo” el calvinismo es para mí un movimiento legítimo que puede aportar al evangelicalismo dentro de los límites de su capacidad, pero no “El” movimiento como intentan propugnarlo. El calvinismo y el metodismo son excluyentes en teología, pero pueden ser armoniosos en la práctica.

Wesley consideró el calvinismo como un peligro para su visión práctica, no conciliaba la incoherencia de lo que creían y vivían. Wesley quedó súbitamente decepcionado de las declaraciones de Lutero contra la Razón, y de su pérfida vida. Encontraba peligroso como decía él “Se cortaran los móviles que le producían el predicar y arder por las almas” pues el calvinismo sostiene en esencia que existe ya un grupo de predestinados. Y aunque el calvinista predica y evangeliza, no hace conexión con la realidad de lo que cree. Así, el calvinismo no sólo es una designación teológica, también es un estilo de vida que según Wesley, (y con lo que concuerdo) no funcionaba para el problema en el que se encontraba en ese momento. 

El día de hoy, el neo calvinismo propugna una “nueva Reforma” pero dicha reforma (según la literatura que promueven) está interesada sólo en el área intelectual, en criticar el pentecostalismo (Wesley fue criticado por sus aseveraciones de la Experiencia personal, y llamado peyorativamente “entusiasta” por los teólogos de su tiempo) en decir como debe ser el estilo de predicación, en condenar como herejes a quien sostenga puntos contrarios a sus aseveraciones dogmáticas, y así, tenemos un movimiento excluyente en esencia. Muchas iglesias han sido divididas (he predicado en varias) por causa de su interés en los “arminianos ciegos” que en los inconversos.

Sé que al cruzar esta línea (en pleno auge cibernético del neocalvinismo) recibiré las diferentes etiquetas, “humanista” “arrogante” “hereje” “pelagiano” “arminiano” Desde hace unos años encontré el valor de la santidad, el valor de la perfección, del compromiso social y de la teología pastoral. Encontré también que aunque soy invitado a abrazar un movimiento excluyente, un tirón contrapuesto a todo lo que creo, prefiero la inclusión. Quiero sentir el dolor de mi pueblo, comprometerme con sus penas y males, prefiero preocuparme un poco más cada día por alimentar al pobre que por comprar un carro nuevo, quiero aportar a los problemas sociales respuestas que salgan y rompan el estatus quo. Ante los avances pérfidos de las nuevas ideologías, presentar a un cristianismo renovado, sincero, potente y tajante, pero fiel y misericordioso. Un cristianismo que hable el lenguaje del sabio, pero también el del hambriento. Que debata en los límites permitidos, pero que aprenda el valor del silencio. Basta de eruditos, de teólogos de púlpito, un poco más de compromiso, de Evangelio social le vendría bien al mundo. ¿Dónde están los de toga y birrete cuando la muerte, el hambre, el dolor, el pecado y la inmoralidad caminan por las calles? Detrás de los púlpitos, amenazantes, desafiantes y a la vez temerosos. Digamos como Whitefield: “Este día fui honrado por Dios, recibí dos huevazos”.

El joven wesleyano no debe preocuparse por responder ¿qué creen los metodistas? sino por responder ¿qué hacen los metodistas? Mientras algunos pueden presentar su regeneración doctrinal como indispensable en el caminar cristiano, el Joven wesleyano debe decir con Santiago: «Muestra tu fe sin obras, y yo te mostrare mi fe, a través de mis obras».

Pastor Edgar Pacheco
Pastor de Jóvenes, IMMAR La Trinidad
Monterrey, N. L. 

Fuentes:
http://protestantedigital.com/…/la_proxima_caida_evangelica…
http://www.monografias.com/…/pensamiento-teologico-john-wes…Edgar Pacheco