TABERNÁCULO
Oscar G. Baqueiro

Esta palabra de nuestro idioma viene del latín, pero el concepto es anterior a esa lengua occidental y forma parte de la cultura oriental. Tiene significados diversos, lo que dificulta más su comprensión y uso. Se puede referir a tienda de campaña como la que usan los pueblos nómadas (o ahora los excursionistas o camperos).
Los judíos, en busca de la “tierra prometida” la usaron de Gosén a Canaán en su larguísima travesía y peregrinaje.
De tiempos más primitivos se le entendió como enramada como las que usaban las prostitutas al acecho de sus clientes, de donde viene “ramera”. En tiempos más cercanos a nosotros se le reconoce como pabellón o lo que nos cubre o un lugar de reunión comunitario como en la ciudad de Monterrey es la torre urbana de oficinas gubernamentales.
De alguna manera esta palabra se ubicó con las prácticas religiosas y así encontramos en las Escrituras que el primer lugar de culto es el tabernáculo que Dios pidió a Moisés, una especie de templo portátil para un pueblo peregrino y en la actualidad, en los templos católico romanos, se denomina así a el recipiente y espacio del altar donde se guardan las hostias consagradas.
Por su lado, en el culto judío hay una semana de las tiendas o tabernáculos en memoria de su viaje con Moisés por el desierto del Sinaí y lugares aledaños. Cuando en el evangelio se narra la Transfiguración de Jesús con Moisés y Elías, redivivos ex profeso, como representantes respectivos de la ley y la profecía que se cumplieron plenamente en la bendita persona de Jesús, Pedro ofrece hacer unas enramadas para que las 6 personas presenten pernocten o permanezcan en el Monte Horeb, lugar del suceso.
Algunos traductores bíblicos contemporáneos, en este último caso, ya no usan ninguno de los vocablos arriba señalados y los sustituyen con “lugar” simplemente. Claro, no entendido como adverbio sino como espacio consagrado. Entonces, hoy por hoy la palabra tabernáculo está connotada con prácticas devocionales propias de los humanos.

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