TRASCENDENCIA DEL METODISMO MEXICANO EN SU SESQUICENTENARIO

TRASCENDENCIA DEL METODISMO MEXICANO EN SU SESQUICENTENARIO

Por Gilberto A. Bravo y G.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio 
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis
cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12: 2. RV60

De cara al sesquicentenario del metodismo en México, lo primero es dar gracias a Dios por todo. Ya que, en medio de un contexto no del todo favorable y en etapas verdaderamente adverso, en siglo y medio, el metodismo no sólo sigue presente, sino que ha echado raíces profundas en nuestro México.

Se ha predicado el evangelio como la buena noticia de que Dios en Cristo vino al mundo para salvar a todos los hombres y mujeres mediante el sacrificio en la cruz para ofrecernos la vida eterna; si verdaderamente nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Cristo. (https://iglesia-metodista.org.mx/doctrina/ recuperado el 18 de mayo de 2023)

Vida eterna que, si bien es la esperanza de la vida después de la vida y de un mundo en el que impere el amor de Dios por encima de todo, trayendo felicidad indescriptible para la humanidad, esta visión escatológica, se refleja en el aquí y en el ahora, en el impulso por luchar por una vida mejor, tanto en lo personal, como en la construcción de una sociedad más humana y generosa hoy. Porque Dios obra en nosotros un cambio, nos da un nuevo corazón, para vivir una vida nueva de acuerdo a su voluntad, nos regenera. (Ídem.)

De ahí el esfuerzo metodista por impulsar dentro de su feligresía un estilo de vida austero pero alegre, que implica cero adicciones, en el que la estrecha comunión personal con Dios por medio de Jesucristo, es una realidad que genera un modelo de familia que respeta a cada uno de sus integrantes, donde la fe no se hereda sino se predica con el ejemplo y se respeta la opción personal de cada uno de sus integrantes; porque …al aceptar a Cristo como Señor y Salvador, el Espíritu Santo, viene a morar en nuestras vidas, nos sella, nos escoge para gloria y honra de Dios. (Ídem.)

Así, para los metodistas el cristianismo es una vida de santidad con forma al ejemplo de Cristo y que tiene como meta la perfección, la cual es alcanzable en esta vida. (Ídem.)

Este es a grosso modo nuestro patrimonio espiritual, la motivación legítima de nuestras acciones no exentas de las debilidades propias de la humanidad, pero que integran la esencia de ser metodista.

Está claro para todos, así como los grandes eventos históricos de este quehacer que hoy celebramos. Pero ha llegado el momento de reflexionar y confesar delante de Dios que:

Hay de nuestro pasado denominacional, valores y prácticas que, al abandonarlas, dejan un hueco que vacía de contenido nuestro ser wesleyano y metodista.

Tal vez ello nos convierte hoy en un manojo de declaraciones que, como monumentos de gratitud por nuestro pasado loamos, a condición de no practicarlos hoy, porque nos comprometen y confrontan con una sociedad que no acaba de aceptarnos (y nunca lo hará, Dios mediante).

Nos congratulamos en nuestra santidad personal, pero abandonamos la santidad social, aunque declarativamente la sostenemos, pero nuestro compromiso social, se ha reducido a un mínimo asistencialismo y a convivencias sociales internas.

Sostenemos que la razón de ser del metodismo es extender el reino de los cielos y muy pocos metodistas sabemos hoy, lo que es ganar a una persona para Cristo, y mucho menos predicar en las calles y en las plazas como lo hicieron los Wesley y los metodistas primitivos.

El metodismo proliferó por medio de las clases (grupos pequeños donde se predicaba el evangelio y se vigilaba el crecimiento espiritual de sus integrantes), que hoy podrían ser las células de crecimiento; y los hogares metodistas se resisten en abrir sus puertas a extraños y menos aún a invitarles a escuchar el evangelio.

Alguien propondrá que eso fue en el pasado y que hoy tenemos que innovar y encontrar nuevas formas de predicación y compromiso. ¡De acuerdo, totalmente de acuerdo! ¿Cuáles son las propuestas de innovación?

Hemos de confesar que, ante la impresionante herencia del metodismo, no estamos respondiendo como herederos legítimos, sino como usufructuarios que devoran la herencia hasta agotarla porque no la sienten suya, ni la respetan ni la honran.

La mejor forma de dar gracias a Dios por el sesquicentenario del metodismo en México -y en particular en la CASE*- y de rendir homenaje a quienes nos precedieron en la fe, es rescatar en la práctica, más que en la declaración, los valores distintivos del metodismo.

Lutero debatió en las universidades y en las dietas, escribió a la nobleza alemana; Calvino definió sus conceptos en (su obra de doce tomos) Institución de la Iglesia Cristiana, y los llevó a la práctica en el gobierno de Ginebra.

En cambio, Wesley no buscó a los nobles, sino al pueblo; no les predicó en el templo, sino en cementerios, plazas y calles; no escribió para nobles ni letrados, sino a las personas de buena voluntad.

Hace 70 años, en el mes de enero, decía a la entonces juventud metodista el Dr. Gonzalo Báez Camargo -(cito los conceptos, no su letra, en obvio de espacio). Cfr. Gonzalo Báez Camargo. Genio y Espíritu del Metodismo Wesleyano. Centro de Comunicación Cultural CUPSA, A. C. México, D. F. 1992-:

Urge el retorno al cristianismo del Nuevo Testamento, donde la experiencia de la gracia regeneradora de Dios cambia vidas y con ellas la historia misma de las personas y de la humanidad.

Una apasionada entrega a Dios en Jesucristo experimentando el poder del Espíritu Santo, que nos posibilita para amar a Dios por encima de todo y en Él a todo nuestro entorno incluyendo a la humanidad.

Que no tenemos problema con la ciencia, ella es para solucionar (relativamente) los problemas humanos relacionados con la materia. La comunión con Dios es para experimentar la presencia salvadora de Dios en nuestro devenir y más allá.

Wesley predicó no para ganar gente, sino para ayudarles a mejorar sus vidas, de ahí que su acción evangelizadora era a la vez acción social, lo que significa trabajar por el cambio de las relaciones de producción, contra la injusticia social y sus manifestaciones. 

Los metodistas como pueblo de Dios, estamos llamados a proclamar como Jesucristo lo hace (Lucas 4: 18, 19 RV60): El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor, como Wesley lo hizo. No se trató nunca de conseguir feligreses, sino de reclutar promotores de un cambio espiritual con expresiones sociales. 

Hoy debemos recuperar esa visión y además reconocer y agradecer que a pesar de todo seguimos ganando personas para Cristo, somos buenos para pescar… con anzuelo…  Ahora debemos aprender a pescar con red, masivamente; necesitamos ganar peso demográfico si hemos de cumplir nuestro llamado a colaborar en la construcción de una sociedad humana y generosa: En Cristo Reformando a la Nación con la santidad escritural.

Por otra parte: En nuestro contexto nacional, los metodistas tenemos un aporte al impulso del México contemporáneo:

En una etapa en que el tejido social cruje en México, una de las convicciones metodistas que puede aportar al país una visión de mexicanidad vigorosa y fraternal es: …los metodistas pensamos y dejamos pensar. Como bien se ha aclarado, esto no implica relajamiento de nuestra disciplina interna; sino una actitud de respeto al otro. No sólo el respeto a su alteridad, sino la defensa de la misma. Para los metodistas es respetable que el otro sea diferente y tiene derecho a serlo, sin que esto implique que sea parte de nosotros. Éste es un valor que bien manejado lleva a entender que, entre ciudadanos de un mismo país, hay diferencias, nunca rivalidades; distintas percepciones y visiones, pero nunca enemistad que nos lleve a los campos de batalla, y la resolución de conflictos deberá realizarse dentro de los cauces legales.

Para los metodistas, el patriotismo es artículo de religión (XXIII: En lo que respecta a los asuntos civiles, creemos que es deber de todo cristiano —y especialmente de todos los ministros cristianos— respetar y obedecer a la autoridad suprema del país donde residan, y usar todos los medios legítimos para promover la obediencia a los poderes constituidos) En las palabras de un ilustre mexicano que no fue metodista, pero que refleja la coincidencia de los principios metodistas con la manera de pensar de una amplia franja de nuestro pueblo: Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre Los Individuos, Como Entre Las Naciones, El Respeto Al Derecho Ajeno Es La Paz. Discurso de Benito Juárez García, presidente de México el 15 de julio de 1867, Cfr.: Riva Palacio, VicenteMéxico a través de los siglos Tomo V «La Reforma»; página 859, México: Editorial Cumbre.  1880; recuperado el 13 de mayo de 2023 de: http://archive.org/details/mxicotravsde05tomorich/page/858/mode/2up?view=theater


*CASE:Conferencia Anual del Sureste (nota de la dirección)

ACERCA DEL AUTOR:

Gilberto Aristeo Bravo y González.

Nació en Apizaco, Tlax. el 3 de septiembre de 1945. Es pastor suplente desde 1965. Realizó sus estudios en el Seminario Evangélico Unido y en la Facultad de Derecho de la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla).

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