Historias de una Historia

Historias de una Historia

Con  motivo del 50 aniversario del Seminario Juan Wesley, y en ocasión del Día del Pastor, que se celebra en algunas conferencias anuales, publicamos este relato del exobispo Baltazar González Carrillo, donde narra su época como director de esa bendecida institución. Recordemos que en la primera parte comentó que uno de los retos era comprar un edificio para internado y casa del director, que hasta entonces estaba siendo rentado, y aquí continúa la segunda y última parte de esta historia.

HISTORIA NÚMERO 51 

Para mí era muy urgente comprar el edificio, porque la casa de la planta alta sería el internado para señoritas. Fue una labor muy ardua y de todos los días. Los inquilinos eran jóvenes universitarios inconversos, cada fin de semana invitaban a muchachas y organizaban bailes e ingerían licor. Dios me dio gracia para tratar amablemente con ellos y señalarles en el periódico del día los departamentos de renta cerca de la Universidad. Finalmente, llegó el gran día en que los jóvenes dejaron la casa y se mudaron a su nuevo departamento.

El conserje y dos jóvenes más se encargaron de la limpieza de toda la casa. Luego vino una fumigación, para dejar pasar unos días y trasladar a las alumnas a su nuevo internado (habían estado viviendo en unos cuartos que habían sido parte del gimnasio anexo).

Por esos días llegó el pastor Tim Walker, quien venía acompañado por cuatro matrimonios de adultos mayores, ya jubilados pero muy dispuestos a trabajar y a servirle a Dios en nuestro Seminario. Les llevé a la casa de la planta alta y les comenté que éste sería el nuevo internado para nuestras alumnas pero que, por lo pronto, no contaba con el dinero suficiente para este proyecto. El pastor Tim me dijo que ellos se harían cargo de todo.

Los hermanos americanos hicieron lo siguiente: limpiaron nuevamente, pintaron toda la casa, hicieron trabajo de fontanería -especialmente en el baño, instalando regadera, llaves, lavabo y cortinas-. Compraron e instalaron un boiler, compraron e instalaron un fregadero y una estufa en la cocina, compraron colchones nuevos, repusieron todos los vidrios de las ventanas e instalaron cortineros y cortinas. Finalmente revisaron la instalación eléctrica, repusieron contactos y tomacorrientes y compraron focos para toda la casa. Cuando ellos terminaron su trabajo las alumnas se trasladaron a sus nuevas habitaciones limpias, cómodas, recién pintadas y ellas estaban muy felices y agradecidas con este hermoso grupo de hermanos jubilados y su pastor, que tanto bien nos hicieron.

Desde los días del Centro Evangélico Unido surgió la idea de tener un sistema abierto para los laicos que desearan cursar una carrera en el Seminario, y fue así que nació el Departamento de Educación Teológica por Extensión. No era fácil la tarea, pues no sólo se trataba de promocionar dichos estudios: habría que establecer Coordinadores, preparar materiales, seleccionar maestros, invitar a monitores, etc. Sin embargo con el tiempo Dios levantó entre el mismo alumnado a quienes se encargarían de ver cumplido este proyecto. La Lic. Mary González fue una de las primeras estudiantes en tomar muy en serio el sentar las bases de dicho proyecto, que todavía hoy se sigue consolidando.

El Seminario seguía recibiendo alumnos; algunos de iglesias solventes que cubrían la colegiatura de sus alumnos; pero otros jóvenes y señoritas venían de iglesias medianas, pequeñas o del medio rural y éstas solicitaban becas para sus estudiantes.

Tomé la decisión de utilizar las vacaciones de verano para viajar por los Estados Unidos promoviendo becas para los seminaristas. Obtuve respuesta de la Comisión Unida de California, de Iglesias de la Conferencia de Río Grande en Texas y de Iglesias y Organizaciones del estado de Georgia. Fue así como un buen número de alumnos gozaban de estas becas, que venían de la Unión Americana.

Debo cerrar esta primera parte de nuestra historia en nuestra estancia en el Seminario Juan Wesley contándoles que al asumir este cargo me encontré a la señorita Flory Padilla como mi secretaria. Tengo bonitos recuerdos de Flory por su buena presentación, su secretariado bilingüe, y sobre todo su don de servicio.

Me encontré como ecónoma y jefa de la cocina a la hermana Laura Lira, a quien todos llamaban con cariño “Mamá Laura”. Extraordinaria mujer, con un bonito carácter y una forma de tratar a los alumnos, y siempre será recordada por su buen sazón. También me encontré a un lagunero como conserje del Seminario: fue Daniel Zamarripa, con quien por nuestros nexos laguneros llevamos una buena amistad.

En cuanto al Consejo de Administración, me encontré al profesor Rolando Zapata Reséndiz, quien era mi amigo y hermano desde nuestra edad de intermedios y luego fue mi compañero en el Seminario Evangélico Unido; y ahora lo encontraba como el presidente del Consejo de Administración.

Por otra parte, debo anotar que unos cuantos días después de la renuncia del profesor Florencio Guzmán, el Obispo me presentó a la Licenciada Ruth Villareal como la nueva Decano del Seminario. Ruth fue mi feligrés en la Iglesia La Trinidad en 1965; era entonces una estudiante, pero ahora era una maestra universitaria, Directora General del Instituto Laurens y a partir de ese día Decano del Juan Wesley. La maestra Ruth se encargó del Programa Académico, de la Facultad de Maestros y fue una buena ayuda para mi desempeño como Director.

Esta historia continua y en los siguientes párrafos les contaré de más experiencias, retiros, graduaciones y eventos especiales:

Al finalizar el año escolar 1983-1984 solamente teníamos un alumno para graduar, y fue Jesús Ramón Hernández Flores.

Gracias a Dios que, con todos los esfuerzos que nos propusimos, el siguiente año (1985) se graduaron nueve. El siguiente año (1986) se graduaron siete alumnos. El siguiente año (1987) se graduaron dieciséis y el siguiente año (1988) se graduaron trece alumnos. Quedaron en el Seminario 21 alumnos más, que se irían graduando en los siguientes años.

Doy gracias a Dios por todos los alumnos y alumnas que tuve el gozo de servir como director, como maestro, como consejero y como amigo.

La mayoría de ellos han destacado como pastores y líderes espirituales; pero me siento orgulloso de contarles que algunos de ellos han llegado a ser Obispos de la Iglesia Metodista de México. En la Conferencia del Noroeste: Santos Antonio Aguiña Márquez, Jaime Vásquez Olmeda, Eduardo Carrillo González y  Felipe de Jesús Ruiz Aguilar. En la Conferencia Norcentral: Gabriel Lozada Valdez, David Ibarra Álvarez y Rodolfo Rivera De la Rosa. En la Conferencia Oriental: Raúl Rosas González, Raúl García De Ochoa, Fernando Fuentes Amador y José Antonio Garza Castro. En la Conferencia del Sureste: Raquel Balbuena. Debemos estar felices por estos doce Obispos egresados del Seminario Juan Wesley… ¡y los que vendrán!

Hago un paréntesis para decir que mi primer año como Director fue prácticamente un nombramiento episcopal, pero ahora se tenía que ceñir al principio disciplinario de que el director tenía que ser electo por la Conferencia Anual. Para ello, el Consejo de Administración envió una terna de candidatos elegibles. La terna estuvo integrada por el presbítero Baltazar González Carrillo, el presbítero Abraham Díaz Reyes y el presbítero Pedro García Carlos. La elección me favoreció y el nombramiento sería por el cuadrienio 1984-1988.

Muchos de los proyectos ya mencionados se fueron desarrollando a lo largo de estos cuatro años. Sólo agregaré unos más: un grupo de Voluntarios en Misión vinieron desde Wisconsin y trabajaron en nuestra capilla, “curaron” el piso de madera, luego lo barnizaron -así mismo todas las bancas-, construyeron un púlpito, pintaron la capilla y finalmente compraron e instalaron una bonita alfombra. Este mismo grupo nos envió después un fuerte donativo con el cual se compró una camioneta para diez pasajeros. Por esos mismos días la iglesia El Mesias compró un nuevo órgano y el que tenían lo donaron a nuestra capilla, la cual quedó muy hermosa y bien equipada.

Otro numeroso grupo de jóvenes y adultos americanos vinieron y pintaron todo el edificio por fuera. Con esta nueva pintura el edificio lucía muy hermoso. Agradecidos a Dios por estos grupos, siempre tuvimos la atención de despedirlos con una rica cena y tiempo de fiesta.

Llegamos a contar con cuatro grupos que de alguna u otra manera eran promotores de nuestro Seminario. El primero era el coro dirigido por la maestra Marcela Ríos; el coro lo integraban todos los alumnos y su participación era oficial en los cultos de graduación o en algún otro evento especial. El siguiente era el grupo de alabanza con instrumentos modernos como guitarras eléctricas, teclado y batería; este grupo lo dirigía Eduardo Rivera Vela y normalmente participaban en los cultos de capilla, también aceptaban invitaciones de las iglesias del Área Metropolitana. El siguiente grupo era de Música Latinoamericana y lo dirigía Mario Salinas, quien enseñó a los estudiantes a tocar los instrumentos propios de ese género musical. Este grupo tuvo más oportunidades de viajar hasta otras ciudades llevando no solamente la música, sino la invitación para venir a estudiar al Seminario. El cuarto y último grupo era de Teatro Experimental y lo dirigía Mario Sánchez Garza; este grupo, igual que el anterior, viajó por distintas ciudades presentando obras de carácter evangelístico y también de llamamiento al ministerio.

En este cuadrienio hubo cambios necesarios: la presidencia del Consejo de Administración la vino a ocupar el C.P. Cuauhtémoc Meneses Stama, la tesorería la C.P. Lupita Alanís; por otra parte vinieron a trabajar como secretarias la señorita Sandra Magallanes, primero, y la señorita Mónica Garcés en mi último año.

Solamente les contaré eventos especiales que marcaron la vida de nuestro Seminario:

El Consejo de Administración tomó el acuerdo de honrar a nuestra bibliotecaria Miss Evelyn Keim poniéndole su nombre a la biblioteca por la que tanto trabajó y pasó desvelos organizando los casi seis mil títulos que ya había alcanzado dicha biblioteca, convirtiéndola en una de las mayores en las instituciones de Educación Teológica. Así, un buen día el Consejo de Administración, la Facultad de Maestros, el Director, la Decano y todos los alumnos vimos a Miss Keim develar la placa con su nombre en la puerta principal de la biblioteca. “Honor a quien honor merece”.

Los misioneros Marcos Nysewonder y Randy Healan nos conectaron con el también misionero Marcos Rutland para llevar a cabo un intercambio o encuentro de nuestros estudiantes con estudiantes americanos. Se elaboró un programa sobre este proyecto, y fue aprobado por el Consejo de Administración, luego se fijó la fecha y en el mes de Noviembre de 1987 llegaron a Monterrey quince estudiantes originarios del estado de Georgia con su pastor, el reverendo Marcos Rutland. Estuvieron con nosotros una semana conviviendo, participando en conferencias, cultos de adoración, visita a lugares turísticos y compartiendo experiencias de carácter espiritual. Rentamos un autobús turístico y nuestros estudiantes y visitantes viajamos juntos hasta la ciudad de Atlanta, en donde continuamos con este mismo programa. Fuimos hospedados en las instalaciones de la Fundación Wesley, de la cual es presidente el Rev. Rutland. Visitamos iglesias de aquella región, asistimos a conciertos cristianos y pasamos el “día de gracias” todos juntos en un culto especial y con la rica cena de la ocasión.

Regresamos felices y contentos después de esta inolvidable experiencia. Lo que seguía era el inicio de las vacaciones de diciembre y, por ello, los alumnos que tenían iglesia se fueron a atender las actividades de Navidad y Fin de año; los demás se fueron a sus lugares de origen.

El pastor de la Iglesia  La Trinidad me invitó para organizar y dirigir el Coro Infantil para participar en el Culto de Luces de Navidad. También me pidió organizar y dirigir un grupo de teatro juvenil para presentar la obra “El milagro de la Navidad”, de mi autoría. Así es que pasamos el mes de diciembre de 1987 trabajando arduamente en esta querida iglesia. Tomamos unos días de vacaciones al principio del nuevo año y para el día 15 de enero de 1988 iniciábamos el segundo semestre de mi quinto año como Director y cuarto del cuadrienio.

No quiero pasar desapercibido un gozo familiar, y éste es que en el mes de abril de 1984 nuestra hija Ruth Julieta cumplió 15 años, y fue en el Seminario donde tuvimos su “Acción de Gracias”. El Obispo Miguel Hernández ofició la ceremonia y luego en el salón social se sirvió una rica cena de tamales preparados por un grupo de estudiantes. En abril de 1987 nuestra hija Julissa Esther cumplió sus 15 años y nuevamente el Seminario fue el marco de su celebración. El ministro oficiante fue el Pastor Francisco Álvarez Martínez y en esta ocasión la cena la preparó mi esposa Julia. En ambas fiestas no faltaron las ricas galletitas de la hermana Julia. Cuando miramos las fotografías de estos cumpleaños de nuestras hijas no podemos dejar de darle gracias a Dios por esos años felices en nuestro Seminario,

Rápido se fue el semestre y en el mes de mayo gradué a la generación 1984-1988, de la cual me permito mencionar sus nombres: Jonatán Esparza Zapata, Fernando Fuentes Amador, Mario Alberto Hernández García, Felipe de Jesús Ruiz Aguilar, Ana María Martínez Rodríguez, Gloria Lilian Nelly García, Carlos Martin Cervantes Tienda, María Azucena Cárdenas Peña, Mario Sánchez Garza, Santa Rita Bernal, Sergio Chapa Garza y Jesús Elizondo Palomo.

Durante los meses de junio y julio cerré mis actividades como Director y preparando su entrega, pensando en que la Conferencia elegiría a un nuevo director. El Consejo de Administración me volvió a proponer en la terna; sin embargo, en mi corazón anhelaba mi retorno al pastorado. Y así fue: la Conferencia eligió a un nuevo Director y yo fui nombrado como pastor de la Iglesia El Mesias de la colonia los Leones de Monterrey, N.L.

Cerramos una página más en la historia de nuestro servicio al Señor y a Su Iglesia. Fueron cinco años de un gran aprendizaje, de volver a los libros, a recordar nuestros años de seminarista, pero ahora en el nivel de un Director. El Seminario Juan Wesley me llevó a muchos lugares dentro y fuera del país; y aunque mi “alma mater” fue el Centro Evangélico Unido, en mi corazón siempre he guardado un amor muy especial por el Seminario Juan Wesley.


Fuente: https://www.facebook.com/autobiografiabaltazargonzalezcarrillo/photos/a.1418694535054125/3133104523613109/