Podría ser hoy, que el Maestro viniera;
que al pasar de los tiempos, su fin él pusiera
y la historia acabara para el hombre en la tierra,
y los libros del juicio con su mano abriera.
Podría ser hoy, que los mil afanes
que a diario separan al hombre de Dios
acabaran, e iniciara la gran corte eterna.
¿Qué sería de mí si hoy estuviera
ante el gran trono blanco que Él estableciera,
delante del cual huyera la tierra
y el cielo pasara y ya no existiera?
Cuando los muertos, grandes y pequeños,
de pie ante Dios, con libros abiertos
y otro libro más, libro de la vida,
todos sean juzgados por cosas escritas
que han sido asentadas en el día a día
según cada obra que hablaba y hacía,
¿qué sentencia obtendrá tu azarosa vida?
Cuando el mar entregue los muertos que en él había,
y la muerte y el Hades entreguen sus muertos
y seas juzgado por todas tus obras
con que deshonraste al Gran Juez Eterno,
y la muerte y el Hades sean acabados
y la muerte segunda sea consumada,
¿serás tú lanzado al lago de fuego?
Un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y tierra pasaron
y el mar tan amplio con todas sus ondas
y placer mundano e impiedad acabaron,
¡abrirán lo eterno!, y desde el nuevo cielo
bajará la esposa, la santa ciudad,
Jerusalén la nueva, para estar a Su lado.
Entonces enjugará Dios toda lágrima
que todos sus hijos hayan derramado
y ya no habrá muerte, ni clamor, ni dolor
porque las primeras cosas pasaron,
y hará nuevas todas las cosas
Aquel que puede y que está sentado
en el trono del juicio, el Cordero Santo.
El único que es El Alfa y La Omega,
el principio y fin de todas las cosas,
dará recompensa a los que vencieren;
pero a los cobardes e incrédulos,
abominables y homicidas, fornicarios y hechiceros,
Idólatras y todos los mentirosos
el Señor dará la muerte segunda, el lago de fuego.
¡Podría ser hoy!, ¿estás preparado?
NOTA DEL AUTOR: Como a las 2:30 de la mañana del 18 de julio de 2023, me despierto con la primera línea de este poema en mi pensamiento. Me levanto de inmediato, pues sé que el Señor me está dando algo que debo escribir y no quiero perderlo. Enciendo mi computadora y escribo, y entiendo que es un poema del fin de los tiempos, apocalíptico si se quiere decir. De pronto viene a mi mente la idea del gran trono blanco y busco en la Biblia lo que está escrito, para no equivocarme; y casi que vierto palabra por palabra con cierto acomodo que provea rima al gran escenario del juicio por nuestras obras, las obras de fe o las obras de incredulidad de todos los humanos.
No tengo necesidad de poner mis palabras: lo escrito en la Biblia es suficiente y claro. No hay que cortarle ni hay que añadirle, pues Juan describió lo que vio, y eso basta. No pongo interpretaciones ni disminuyo las palabras. Creo que nadie puede alegar que estoy distorsionando, porque me apego a lo que leo. Quizá dejo algunos pequeños términos, preposiciones y artículos; pero en general vierto el texto, cosa que agradezco a Dios me dé la gracia de hacer.
Pero es cierto, ¡pudiera ser hoy!, y todas nuestras discusiones y peros habrían terminado y habríamos dejado de perder tiempo en dimes y diretes, que muchos son vanos. ¡Cuánto mejor es que todos nos aboquemos a la tarea urgente y sagrada de “predicar a Cristo y a éste crucificado”, y que estemos “unidos para que el mundo crea”!
Mi gran anhelo es que Dios nos encuentre a todos los que creemos en Él, haciendo las obras que Él espera de nosotros, para que en el día del juicio no seamos apartados de Él y avergonzados, sino que escuchemos sus palabras: “buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor.”
Raúl García de Ochoa
Cd. Benito Juárez, N.L.
18 de julio de 2023.
