Ciro Eliezer Villa Molina
Por eso les digo ahora: Olvídense de estos hombres. Déjenlos. Porque si esto que hacen es de carácter humano, se desvanecerá; pero si es de Dios, no lo podrán destruir.
La Biblia, Hechos de los Apóstoles Cap. 5 vv. 38-39b
“El cristianismo se realiza en la historia y no puede dejar de realizarse en ella”
Giovanni Filoramo
Introducción.
Una de las más grandes religiones en todo el mundo es el cristianismo, señalado por la emblemática cruz en la que muere Cristo, también llamado Jesús de Nazaret y en esta fe, llamado “El Hijo de Dios”. Representa por su trascendencia en el tiempo, una significación profunda desde la perspectiva histórica; su origen puede hallarse hace poco más de dos mil años en el pequeño pueblo de Belén, y que al mismo tiempo emerge como la promesa de una de las religiones más antiguas, el judaísmo.
La religión cristiana surge y se determina como parte del tiempo histórico. La manera en que se interpreta y da sentido y significado a la fe, se encuentra profundamente entrelazada en los distintos albores de la humanidad. En este sentido resulta importante reflexionar el porqué debe considerarse como una religión que trasciende a través del tiempo.
Entrando en materia.
El mensaje del cristianismo comienza a proclamarse a partir del ministerio de Jesús de Nazaret y sus discípulos, siendo el nacimiento de Jesús un acontecimiento que puede situarse históricamente por la manera en que el ser humano interpretó el tiempo, y lo dividió en el antes y después de Cristo; aunque actualmente la interpretación de diversos hallazgos sitúa su nacimiento un par de años antes de esta fecha (Giovanni Filoramo, 2000), diversas fuentes históricas documentales y materiales registran el florecimiento del cristianismo hace casi dos mil años.
De acuerdo con el momento histórico en el que surge, en primer lugar, podemos concebir al cristianismo estrechamente relacionado con las circunstancias del contexto religioso, cultural y social donde emerge, puesto que Jesús de Nazaret, el fundador, es parte del pueblo judío, la nación escogida por Jehová. Su nacimiento está estrechamente relacionado con la espera del Mesías, aunque con importantes diferencias que culminaron como la formación de una nueva religión. Otro aspecto de gran importancia nos permite entender que, desde su nacimiento hasta el desarrollo de su ministerio entre diferentes manifestaciones en señales y milagros, su pasión, muerte y resurrección, se desarrolla como todo un proceso histórico así revelado en los Evangelios y en coincidencia con otras fuentes históricas que apuntan y señalan claramente hacia la concepción de un Jesús histórico, es decir, un Jesús que es parte del acontecer en la historia.
Un tercer aspecto relevante tiene que ver con la promesa futura de salvación. El reino que establece Dios a través de Cristo es un reino que acontece en el final de los tiempos, por lo que la espera del cumplimiento total para ver este reino establecido, sigue siendo un asunto relacionado con el tiempo y la historia de la humanidad; un tiempo por cumplirse que, en este sentido, se convierte en un anhelo de esperanza y seguridad en el futuro prometido por Dios.
En el sentido anterior, se puede entender al cristianismo como una religión que se halla plasmada en los albores de la humanidad a través del tiempo; y que, por sus prácticas, puede hallarse cierta relación, aunque distante en sentido y significado, similar en la pragmática y ciertas concepciones, desde los prolegómenos de la historia, es decir aquellos vestigios más antiguos de los que se han encontrado hallazgos y se han interpretado como parte de las prácticas que reflejan las creencias de los primeros seres humanos -en el que también existe una importante narración sobre la creación en el Génesis- hasta el surgimiento de las primeras civilizaciones antiguas; Mesopotamia, Egipto, la Grecia Antigua, pasando por el dominio del imperio Romano y con esto el surgimiento del Helenismo, incluido el monoteísmo desde el Zoroastrismo, y reflejando en gran parte en los miles de años de la construcción del judaísmo como religión, vienen a encontrarse en la formación de esta nueva fe, que en este sentido no es para nada nueva, pues han pasado cerca de dos mil años.
Otro aspecto importante tiene que ver con el documento escrito central de la fe cristiana, la Biblia, que es el resultado de un largo proceso histórico, en el que los escritos y sus traducciones son el resultado de generaciones enteras, desde el Antiguo Testamento, concebido para los judíos como el pueblo del libro, y con el cumplimiento de varias profecías; y que a partir de la interpretación de los primeros cristianos y el establecimiento del pacto con Jesús de Nazaret, forman el Nuevo Testamento o Nuevo pacto, y que también resulta de la historia y transcurrir de los primeros años del cristianismo.
Si pudiésemos agregar, el transcurso desde el surgimiento hasta nuestros tiempos, encontraríamos de la misma forma un amplio proceso histórico de formación, que sigue reflejándose hasta nuestros tiempos en las prácticas litúrgicas cristianas, mismas que son la manifestación de las creencias de un pueblo, como lo expresara Nelson Kirst, refiriéndose al estudio del culto cristiano y su liturgia: “es que en realidad no estamos solos ni comenzamos de cero” (Kirst, 2000). En este sentido el sinfin de manifestaciones culturales que hayamos en la liturgia surgen de la diversidad de interpretaciones y cosmovisiones desde la experiencia humana, mismas que son también en gran parte resultado del proceso histórico y que van desarrollándose conforme al transcurrir del tiempo, que a su vez construyen la historia.
El cristianismo como una religión que trasciende en el tiempo puede entenderse como una religión que es parte de la historia; aunque bien podría decirse que trasciende en la historia, es más correcta la primera concepción, ya que no va más allá de la historia, sino que transcurre en la historia misma. Como expresa Carlos Astorga en su texto ¿Por qué estudiar la historia de la Iglesia?:
La fe cristiana descansa sobre hechos históricos específicos que poseen valor y trascendencia eterna. A través de los siglos, los críticos del cristianismo han buscado atacar, refutar y negar la realidad histórica (la historicidad) de eventos tales como la creación, el llamado de Abram, el reinado de David, y el nacimiento, muerte y resurrección de Jesús… Si estos eventos son históricamente falsos, entonces el cristianismo también es falso. La Biblia misma nos enseña esta verdad (Astorga, 2015).
En este sentido podemos concebir al transcurrir de la historia y la formación de la fe cristiana un elemento clave para la construcción de la religión, desde su concepción antigua hasta las más modernas, sigue influyendo de manera determinante en su conformación. Como el autor menciona a pesar de las diferentes opiniones e interpretaciones, el pasado es algo que no puede cambiarse. En este sentido esta interpretación del pasado se convierte en un elemento fundamental de la fe.
Considerando que como metodistas damos un sentido profundo a la historicidad, en lo que llamamos La Tradición, como una de las fuentes teológicas (Iglesia Metodista de México A.R., 2018), en este sentido resulta importante considerar que, desde la perspectiva histórica, la fe metodista tiene también uno de sus fundamentos en los acontecimientos y sucesos que antecedieron y dieron un fundamento sólido a la fe cristiana; este acontecer tiene su estudio más amplio y general en los orígenes del cristianismo primitivo, hasta el momento en el que surge a partir de la Iglesia Anglicana, posteriormente en Estados Unidos y finalmente en su recién celebrado sesquicentenario a su fundación en nuestro país, México.
A manera de conclusión.
Entender el cristianismo dentro de la historicidad, afirma el fundamento de la fe, esto es, Cristo Jesús, su existencia y realidad, la cual sigue permeando en la contemporaneidad, y lo será hasta el cumplimiento de los tiempos. Esta comprensión que va más allá de una creencia superficial y nos adentra en un análisis más profundo y comprometido, amplía nuestra visión y nos recuerda el sentido profundo de la Escritura cuando nos afirma y dice: id y enseñar todas estas cosas, recordar estas palabras a nuestros hijos, y el Espíritu Santo quien nos recordará todas estas cosas y en mayor sentido: “Hagan esto en memoria de mi” nos acerca a la anamnesis de la salvación y redención de la humanidad por la obra de Cristo. Resulta sin duda un elemento fundamental de la fe.
Finalmente, esta reflexión debiera encaminarnos a considerar la importancia dentro de la labor pastoral, el conocer la historia de la Iglesia, más aún en el espíritu conmemorativo del recién celebrado Sesquicentenario del metodismo en México, así como en su sentido más amplio en la historia de las religiones que alimenta la experiencia de vida. Lo que nos permite comprender de manera más profunda la obra de Dios en el ser humano a través del tiempo y la historia, y así ser fortalecidos en nuestra fe al traer a nuestro tiempo presente la memoria y la esperanza futura cuando el tiempo sea cumplido.
Bibliografía.
Astorga, C. (12 de mayo de 2015). The Gospel Condition. Obtenido de http://www.coalicionevangelio.org/articulo/por-que-estudiar-la-historia-de-la-iglesia/
Giovanni Filoramo, PS. (2000). Historia de las Religiones. Barcelona; CRITICA.
Iglesia Metodista de México A.R. (2018). Disciplina metodista. México.
Kirst, N. (2000). Culto Cristiano. Ecuador: SERIE COLMENA.
SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS (2014). La Santa Biblia. Revisión 1960. Corea: SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS.
Sobre el autor:
El Pastor Ciro Eliezer Villa Molina, originario de Zacapoaxtla Puebla, actualmente sirve junto con su familia en las Congregaciones de Cuapiaxtla de Madero y Huixcolotla Puebla en el Distrito Oriente de la CASE (su esposa, Hna. Araceli Carreto, y su pequeña hija Janai). Realizó estudios en Ciencias de la Comunicación y música, cursó la Lic. en Psicología Educativa. Trabajó como docente de secundaria y en nivel superior en la Universidad Pedagógica Nacional. En este tiempo sirvió durante seis años como predicador de fin de semana en la Sierra Nororiental del estado de Puebla. Actualmente es pastor de tiempo completo y es estudiante del primer semestre en la Lic. en Teología por el Seminario Metodista Dr. Gonzalo Báez Camargo.
