EL USO DEL DINERO

EL USO DEL DINERO

(Nota de la dirección: el presente material es transcripción de un folleto editado por la extinta Dirección de Literatura y Comunicación de la Iglesia Metodista de México)

Juan Wesley 

“Y yo os digo: ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas”. Lucas 16:9

Una excelente rama de la sabiduría cristianas es…señalada por nuestros Señor a todos sus seguidores, a saber, el correcto uso del dinero; tema ampliamente discutido, a su manera, por los hombres del mundo; pero no suficientemente ¿, dado su debida importancia por aquellos que Dios ha escogido del  mundo…”El amor al dinero”, sabemos, “es raíz de todos los males”; pero no el dinero en sí mismo. El error no yace en el dinero, sino en los que lo usan. ¿Podría ser utilizado mal: y qué no podría ser utilizado mal? Pero, igualmente podría ser utilizado bien: es completamente aplicable a lo mejor, como a los peores usos…

Es por tanto, del más alto interés, que todo el que tema a Dios, sepa cómo emplear este valioso talento; que sean instruidos de cómo ésto podría servir a fines gloriosos, en el más alto grado. Y, quizás, todas las instrucciones que son necesarias para esto, podrían ser reducidas a tres sencillas reglas, por su exacta observancia de donde podemos ser aprobados como mayordomos fieles de “las riquezas injustas”. 

1.- La primera de éstas es …. “gana todo lo que puedas”.  Aquí hablamos como los hijos del mundo: les encontramos en su propio terreno … No debemos ganar dinero al costo de nuestra vida ni (lo que en realidad es la misma cosa) a expensas de nuestra salud. Por eso ninguna ganancia de ninguna índole debe tentarnos a comenzar o a continuar en cualquier trabajo que sea de tal forma, o que existan tan largas y duras tareas de trabajo que dañe nuestro cuerpo físico o emocional.

Hemos… de ganar todo lo que podamos sin dañar o lastimar nuestra mente, ni nuestro cuerpo … Debemos preservar, a todo costo el espíritu de una mente sana. Por lo tanto, no podemos emplearnos o continuar en algún comercio (o negocio, u oficio) pecaminoso; que sea contrario a la Ley de Dios, o de nuestro país…

Hemos… de ganar todo lo que podamos sin dañar a nuestro prójimo… no podemos hacer esto, si de verdad nosotros amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No podemos dañar a alguno en sus posesiones materiales … tampoco podemos ganar al dañar a nuestro prójimo en su cuerpo. Por lo tanto, no podemos vender nada que tienda a dañar o perjudicar la salud…

Siendo observadas estas precauciones y restricciones, es una obligación resaltada que todos los que están empleados en negocios mundanos, observen esa primera y gran regla de la sabiduría cristiana, con respecto al dinero, “ganar todo lo que puedas”.  Gana todo lo que puedas con un trabajo honesto. Utiliza toda la diligencia posible  en tu vocación. No pierdas tiempo. Si tú te comprendes a tí mismo, y tu relación con Dios y con el hombre, tú sabes que no tienes nada que escatimar. Si tú entiendes tu llamamiento particular, como debieras, tendrás que redimir tu tiempo. Todo empleo proporcionará algún trabajo suficiente para cada día y para cada hora. Ese en el que tú estás colocado, si tú lo sigues en serio, no te dejará ocio para las diversiones no provechosas y absurdas.

Tú tienes siempre algo mejor que hacer, algo que te dará algún provecho, más o menos. Y “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”. Hazlo tan pronto sea posible: Sin demora! no aplazándolo día tras día, u hora tras hora! Nunca dejes alguna cosa hasta mañana, la cual podrías hacer hoy. Y hazlo tan bien como sea posible. No te duermas o bosteces por ello: pon tu fuerza entera al trabajo. No te ahorres esmeros. No dejes algo hecho a la mitad, o de una manera ligera y sin cuidado. No dejes nada en tu trabajo que no se haya hecho, si se puede hacer con persistencia o paciencia.

Gana todo lo que puedas, con sentido común, usando en tu trabajo todo el entendimiento que Dios te ha dado. Es asombroso observar, como pocos hacen esto… Tú debes estar aprendiendo continuamente, de la experiencia de otros, o de tus propias experiencias, leyendo, y reflexionando, a hacer cada cosa que tienes que hacer, mejor hoy, de lo que hiciste ayer…

2.- Habiendo ganado todo lo que puedas, con sabiduría, honestidad, y diligencia incansable, la segunda regla de la prudencia cristiana es, “ahorrar todo lo que puedas”. 

No desperdicies ninguna parte de tan precioso talento, solamente en gratificar los deseos de la carne; en procurar los placeres de los sentidos de cualquier clase; particularmente si aumentan el placer de tus gustos…

Menosprecia tus apetitos y alégrate con lo que la naturaleza te entrega.

No desperdicies ninguna parte de tan precioso talento, solamente en gratificar los deseos de los ojos con vestidos caros o superfluos, con ornamentos innecesarios. No desperdicies ninguna parte de ellos en adornar curiosamente tu casa; en muebles caros o superfluos; en cuadros costosos, pinturas, adornos, libros; en jardines elegantes en lugares inútiles … No gastes nada para gratificar el orgullo de la vida, para ganar la admiración o la alabanza de los hombres.

En lugar de esto, mejor alégrate con la honra que viene de Dios. Quien gastaría algo en satisfacer estos deseos, si se diera cuenta, que al satisfacerlos, incrementará sus apetitos.

¿Y por qué debes malgastar el dinero para engreír a tus  hijos en comidas exquisitas, en vestidos costosos o vistosos, en exceso de cualquier tipo?¿Seguirás comprando para ellos más orgullo o codicia, más vanidad, o deseos tontos y perjudiciales?…

3.- Pero no dejes a ningún hombre imaginar que ha hecho algo, al llegar sólo a este punto, “ganando y ahorrando todo lo que pueda”, si se fuera a detenerse aquí. Todo esto no es nada si un hombre no va adelante, si no apunta todo esto a un fin más lejano. Ni, en verdad, puede un hombre decir que ha ahorrado, si sólamente lo almacena … Habiendo ganado primero todo lo que puedas, y segundo, ahorrado todo lo que puedas, entonces luego “da todo lo que puedas”.

Para entender el motivo y la razón para esto, considera, cuando el hacedor del cielo y la tierra te trajo a la existencia, y te colocó en este mundo, te puso aquí no como propietario, sino como mayordomo: como tal, él te confió por un tiempo bienes de varias clases: pero la sola administración de éstos, la pertenencia aún es de él. Y nunca pueden ser separadas de Él.

Como tú a ti mismo no te perteneces, sino a él, así es, también, todo lo que tú disfrutas. Así es tu alma y tu cuerpo, no de ti, sino de Dios. Y así es todo lo que tienes en particular. Y él te ha dicho en los términos más claros y expresos, cómo has de emplearlo para él, de tal manera que pueda ser todo un sacrificio santo, aceptable para Cristo Jesús…

Las direcciones que Diois nos ha dado, respecto al uso de nuestros bienes terrenales, pueden comprenderse en los siguientes términos. Si tú deseas ser un mayordomo sabio y fiel, de los bienes de tu Señor, que te ha entregado para el presente en tus manos, pero con el derecho de volverlos a tomar cuando a él le plazca, primero debes proveer las cosas necesarias para ti mismo: alimentos, vestiduras, todo lo que la naturaleza requiera moderadamente para preservar el cuerpo en salud y fuerza, proveyendo, también esto para tu esposa, tus hijos, tus sirvientes, o algunos otros que pertenezcan a tu casa.

Si cuando se hubiere hecho esto, y tienes algo que sobra, entonces “haz bien a aquellos que son de la familia de la fe”. Si hubiera un pobre más aun , “cuando tengas oportunidad haz el bien a todos los hombres”. Al hacerlo así, tú das todo lo que puedes; no, en un sentido completo, todo lo que tienes; pues todo lo que es dado de esta manera , realmente es dado a Dios. Tú “entregas a Dios las cosas que son de Dios”, no sólo por lo que das a los pobres, sino que también por lo que gastas en proveer cosas necesarias para ti mismo y para tu familia.

Luego si surgiera alguna duda en tu mente concerniente a lo que vas a gastar, ya sea en ti o en cualquier persona de tu familia, tienes una manera fácil de resolverla. Calmada y seriamente pregunta:

  1. ¿Al gastar esto, estoy actuando de acuerdo a mi carácter. Estoy actuando en esto, no como dueño, sino como un mayordomo de los bienes de mi Señor?.
  2. ¿Estoy haciendo esto en obediencia a su palabra? . En cuál pasaje de la Escritura me enseña a hacerlo así.
  3. ¿Puedo yo ofrecer esta acción, este gasto, como un sacrificio a Dios por Jesucristo?
  4. ¿Tengo yo razón para creer que por esa mera obra tendré un premio o recompensa en la resurrección de los justos?.

Rara vez necesitarás algo más para quitar alguna duda que se presentará en tus pensamientos; por consideración de estas cuatro preguntas, tú recibirás luz clara para el camino que debes seguir.

Si queda todavía alguna duda, te podrías examinar más adelante por medio de la oración de acuerdo a las preguntas anteriores. Prueba si puedes decir al que bien conoce tu corazón, Señor tú ves que voy a gastar esta suma …Tú sabes que yo hago esto en obediencia a tu palabra, como tú lo mandaste y porque tú lo mandaste, te ruego que esto sea un sacrificio santo y aceptable por Jesucristo! Ahora, si tu conciencia te lleva al testimonio en el Espíritu Santo, de que esta oración es agradable a Dios, entonces no tienes razón de dudar, ese gasto es correcto y bueno, y tal que nunca te hará sentir avergonzado…

Hermanos, podemos ser sabios o fieles mayordomos si no manejemos así los bienes del Señor… Emplea lo que Dios te ha confiado en hacer el bien, todo el bien posible¿en todo grado y manera posible, a la familia de la fe; a todos los hombres. Esta una sóla pequeña parte de “la sabiduría de los justos”. Da todo lo que tienes, tanto como todo lo que eres, en un sacrificio espiritual para él que no retuvo a su Hijo, su único Hijo.

“Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”.


Referencia

Wesley, J. (s/a). El uso del dinero. Dirección de Literatura y Comunicación de la Iglesia Metodista de México