Con más de un año de anticipación se comenzó a preparar y a festejar a lo largo y ancho del país los 150 años del Metodismo en México. Diversos comités y comisiones se encargaron de esto, además se anunció la cumbre de estos festejos con un magno culto para el mes de diciembre. Pronto algunos hicimos preparativos para poder asistir a este evento nacional. Poco a poco nuestra papelería, programas y solapas se empezaron a llenar con el logotipo alusivo.
Programas conferenciales, distritales y locales incluían alguna actividad de este tipo, todo en miras de la celebración: Que si sólo se iba a asegurar cupo en ese culto para 60 personas por conferencia; que si se iba a cerrar la calle; que si se necesitaría algún recinto alterno para albergar a los asistentes sin que nadie quedara excluido, etc.
Así se vislumbraba el panorama para el culto de aniversario. La preinscripción y el hospedaje muy sencillo, con semanas se anunció que el aforo al templo de Gante para esa fecha ya estaba lleno.
Esto hacía que la expectativa fuera grande, pues el último evento nacional que fue la Conferencia General por ser virtual, nos dejó sin la posibilidad de la convivencia. Así que la expectativa en este aspecto era mucha, pues nos íbamos a reunir en un evento tan trascendente como la celebración de los 150 años*.
En mi caso, llevaba bajo el brazo varios propósitos y entre ellos estaban:
– Saludar de mano a hermanas/os y amigos que hacía tiempo no veía.
– Conocer personas que hoy aportan o han colaborado dentro del Metodismo con liderazgo, trabajo, programas etc., e interactuar con ellos.
– Tener acercamiento con aquellos que, por opinión o por la pluma, de alguna manera hemos quedado en posiciones contrarias.
En otras palabras, aparte de participar en el excelente programa presentado, esperaba contacto con personas significativas dentro del Metodismo en este evento.
Si bien las predicaciones, conversatorios y exposiciones fueron del más alto nivel y con mucho tinte académico, también importantes son las pláticas y conversaciones de mesa y pasillo que se dan entre nosotros en eventos similares y eso quedó muy corto debido a la ausencia de muchos.
Mi imaginación me llevó a pensar que me encontraría con exobispos, superintendentes, pastores, líderes y hermanos de todo el país, que a través de estos 41 años que tengo de militancia en la IMMAR al fin iba a conocer en persona y a otros , saludarlos de nuevo, ya que, según mi apreciación, ellos iban a estar ahí festejando tan importante fecha.
Al llegar al congreso que antecedía al magno culto, la primera sorpresa fue ver el recinto a una tercera parte de su capacidad o menos, y así continuó a pesar de los excelentes y retadores temas que se exponían. Tengo que decir que a la organización del evento del congreso no le pongo pero alguno; al contrario: ¡me sentí como en casa! , tanto por el trato y atenciones por los directivos así como por los hermanos y hermanas que colaboraron, todos excelentes. No dudo que los organizadores tuvieron problemáticas inherentes, pero los solucionaron; mis expectativas del congreso quedaron rebasadas.
La respuesta personal es la que me preocupa. Si bien no era un evento “obligatorio” por puesto o cargo, si era una celebración voluntaria de quererse reunir y agradecer a nuestro Dios por el Metodismo en México y festejarlo juntos de manera presencial.
Pocos líderes nacionales, escasa asistencia de liderazgo Conferencial o Distrital, así como de organizaciones u organismos oficiales, ya no se diga de laicos.
¿Situación de trabajo? ¿salud? ¿tiempo? ¿distancia? ¿economía? ¿falta de interés? Puede ser, ¿pero tantos ausentes? **
La desilusión no fue total, pues sí tuve la oportunidad de saludar a algunos y conocer a otros, pero los cuales conté con los dedos de las manos.
Y esto me lleva a pensar si esto ya es una constante entre nosotros. Ya hace tiempo que eventos como cultos unidos, de Semana Santa, navideños o de fin de año, poco a poco van mermando en asistencia. Anteriormente según recuerdo había que llegar muy temprano para no quedar de pie o en la parte trasera; hoy ya no es así y esto viene de antes de la pandemia. Como dicen, la pandemia sacó a relucir o agravar problemáticas ya existentes.
En esta ocasión lo que debió ser una fiesta nacional presencial tuvo sabor a un culto unido. Eso sí, y hay que decirlo, muy concurrido; del presbiterio para arriba, los que debían estar, pero del lado de las bancas, aunque llenas con hermosos hermanos y hermanas locales, se vio por mucho la ausencia de liderazgo activo y de aquellos que han figurado de una u otra manera en estos años dentro del Metodismo en México.
¿Estaremos perdiendo conexionalidad?
¿Tendremos un liderazgo presente o pasado demasiado cansado, lleno de actividades o lastimado?
¿Tenemos fisuras que no hemos detectado? o si lo hemos hecho, ¿no hemos encontrado la forma de solucionarlo?
¿La temática del evento previo no era de interés nacional? Si así fuera, ¿el magno Culto de Aniversario tampoco?
¿Que muchos debieron estar? A mí me hubiese gustado que sí, pues la fiesta (entiéndase bien) hubiese estado mucho más engalanada con la presencia de más personas significativas y que han aportado mucho a la denominación en sus años de servicio.
O será que sólo pienso de más y simplemente no se pudo asistir.
Carlos A. Muro
*Que si son 150 o 197 o algún otro año, habría que platicarlo más delante, pues este espacio no tiene esas pretensiones, aunque es importante el diálogo al respecto entre los diferentes organismos que tenemos y clarificarlo.
** Según los datos que tengo, de nuestra conferencia CANCEN asistimos 16 personas y fuimos la segunda en participación.
