Historias de una Historia

Historias de una Historia

HISTORIA 6
“MIS TÍAS CARMEN”

Pbro. Baltazar González Carrillo

(Tomado de la página de Facebook “Historias de una Historia”*)

Los veranos –Julio y Agosto- de toda mi instrucción primaria los pasaba con mis tías: mi tía Carmen González que vivía en el rancho llamado San Francisco de Arriba –yendo por carretera a San Pedro, un poco antes de Concordia y La Rosita se toma un camino que va hasta San Lorenzo y ahí a un kilómetro está el rancho –ésta tía Carmen era hermana de mi papá, en ese mismo rancho vivía mi tía Rosa, otra hermana de mi papá… yo esperaba con ansia que terminara el año escolar para irme a “San Pancho” mi tía Carmen y su esposo Francisco Bocardo no tuvieron hijos, así que durante los veranos mi hermano Oscar y yo éramos consentidos por ellos; mi hermano Oscar ya no fue los últimos dos años, por lo tanto yo era el “hijo” (sobrino) consentido de mi tía Carmen… mi tía Rosa y mi tío Gilberto Godoy sí tuvieron una numerosa familia: Esperanza, María, Jesús, Benito y “Lolo” – nunca he sabido el nombre de mi primo “Lolo”, un muchacho de mi misma edad y con quien me juntaba todo el tiempo (Julio y Agosto)- Cuando mi tía Rosa se enojaba con él le gritaba “Ven acá Dolores” y cuando mi primo Chuy –el mandón- se enojaba con él, le gritaba “Ven acá, Heliodoro”. Mi primo “Lolo” todavía vive, creo que es el único sobreviviente de esos primos: debo de ir pronto a visitarlo y preguntarle por su nombre correcto…

En San Pedro, Coah., vivía mi tía Carmen Carrillo y su esposo Ignacio Banda –mi tío Nacho era uno de los mejores panaderos de San Pedro- mi tía Carmen era hermana de mi mamá… ellos no tuvieron hijos pero adoptaron a Oliva, hijita de mi tía Elisa que murió… y Oliva fue la adoración de mi tía Carmen y mi tío Nacho… a ellos les visitaba en algún fin de semana de los dos meses que pasaba en el rancho… yo me sentía muy feliz con mis tías Carmen, ambas destilaban dulzura y ternura conmigo… mi amistad con “Lolo” era no sólo de primos, sino de hermanos…

La vida en el rancho es muy distinta a la de la ciudad: Levantarse muy temprano –antes del amanecer- tomar café caliente negro con un taco de tortilla con frijoles, luego ir a la labor, siendo un jovencito de la ciudad batallaba en las primeras semanas para habituarme a las tareas del campo… pero no me echaba para atrás; a veces el trabajo consistía en quitar la yerba que crecía en los surcos del algodón que ya empezaba a brotar al reventarse los capullos… ya en Agosto comenzaba “la pizca”, era tanta que venían camiones de gente de Zacatecas, San Luis Potosí y hasta de Jalisco… entonces mi primo “Lolo” me enseñó a pizcar algodón y a ganar un poco de dinero; era muy emocionante venir a mero arriba de los sacos de algodón en el carruaje de mi tío Gilberto tirado por dos mulas, luego pesar los sacos en aquellas antiguas basculas de gancho, ahí se colgaban los sacos y la manecilla se movía para indicar los kilos que contenían, luego se hacían las cuentas y enseguida un hombre –mejor vestido que los demás- nos pagaba con billetes que todavía olían a pintura, es decir, nuevos y monedas de un peso, de cincuenta centavos, y de veinticinco (pesetas) de veinte, de diez y de cinco ¡Todos nuevecitos, parecían de oro y plata!.

Los domingos que pasaba en el rancho eran más tranquilos que los demás y aunque mi primo “Lolo” y yo íbamos a la labor en realidad pasábamos más tiempo en una noria en donde junto con otros chicos del rancho nos bañábamos con agua fresca que salía de un gran tubo… siendo yo un chico de familia evangélica extrañaba el culto dominical en mi querida Iglesia “San Pablo” de Torreón, así es que me daba tiempo para apartarme de los demás y ahí debajo de un mezquite o un huizache o bajo la sombra de un gran pinabete oraba a Dios pidiéndole por mis padres, mis hermanos, mis primos y sobretodo le daba gracias a Dios por mi tía Carmen González y por mi tía Carmen Carrillo… ellas, hace muchos años se fueron con el Señor pero ellas siguen viviendo en mis recuerdos, a veces en mis sueños pero sobre todo en mi corazón… más de una vez he pensado y dicho en mi interior: “Como quisiera ser un niño de 10 años para estar con mis tías Carmen…

Los veranos en el rancho me hicieron amar más a Dios, pues todos los días le contemplaba en los frutos de la tierra, en las avenidas del río Nazas que riegan la región, en los blancos algodonales, en la frescura de las sandías y melones… y una vez más en el amor de mis tías Carmen.

“Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás” Eclesiastés 11:1


* Fuente: https://www.facebook.com/autobiografiabaltazargonzalezcarrillo/photos/a.1418694535054125/3099870080269887/