EDITORIAL

EDITORIAL

¿Qué clase de feminista ser?

En este mes, tan traído y llevado por el tema de “la mujer”, expresión que el día 8 de marzo llega a su punto más alto, se espera que la gente se pronuncie a favor de la mujer, así, en abstracto, porque es lo más correcto, y ay de aquella persona que no hable bien de nosotras. Se ha llegado a un lugar común al hablar de los derechos de la mujer, del maltrato a la mujer, de la violencia contra las mujeres; y si se quiere uno ver bien, tiene que aprobar las manifestaciones que se dan en las calles, a pesar de que el tono de las marchas muchas veces sea de protesta, confrontación e incluso agresión, más que de afirmación de nuestra condición femenina.

También hay quienes aprovechan estas fechas para ganar notoriedad. Hablar de feminismo ha llegado a significar muchas veces, como dijimos antes, confrontación, reclamo, descargo de emociones. Pero tendríamos que preguntarnos si ése es el modo como Dios quiere que afirmemos nuestra condición femenina, 

Hay un feminismo de equidad, que busca establecer la verdad de que el hombre y la mujer son iguales; con todo lo que podemos estar de acuerdo con él, este feminismo no nos dice nada que la Biblia no haya mencionado ya, pues si por un lado vemos en el Antiguo Testamento casos de injusticia contra las mujeres, nunca se implica que Dios haya estado de acuerdo con ese trato injusto: frente a una Agar que es maltratada por una Sara, quien la echa de su presencia junto con su hijo Ismael, hay un Viviente-que-me-ve que le muestra una fuente de agua donde ella y su hijo sacien su sed y no mueran; frente a un Nabal necio e imprudente, vemos a una Abigail a quien Dios le da la sagacidad para evitar la catástrofe del ataque de un ultrajado David, que luego la toma por mujer a la muerte de su marido. Y en el Nuevo Testamento, todos lo sabemos, el Señor Jesús, el Mesías, nos pone la muestra de cómo se trata a la mujer con la dignidad que él le reconoce: la samaritana, la viuda de Naín, la mujer adúltera, María Magdalena, todas ellas experimentaron la ternura del varón de dolores, experimentado en quebranto, que conocía sus más íntimas luchas y las acompañó en sus procesos de restauración.

El otro feminismo, el radical, el que respira por la herida, invade las calles, hace pintas, agrede, grita, manifestando odio al varón por el hecho de ser varón: ese feminismo no me dice nada de lo que Dios quiere que como mujer haga para ser luz en este mundo. Frases como “ni Dios, ni amo, ni marido ni partido”, o “la única iglesia que ilumina es la iglesia que arde”, entre otras que estas supuestas representantes de la defensa de las mujeres utilizan, no me dicen nada, ni ayudan a restaurar los corazones adoloridos de quienes han sufrido una injusticia, tienen un hambre legítima de vindicación, y llegan a participar con estos grupos radicales, creyendo que allí van a encontrar el apoyo que necesitan. Lo único que pasa es que estos grupos son utilizados por otras personas como acarreados para dar demostraciones de poder de esas personas ante alguna instancia en la que ellos quieren tener influencia.

No dudo que muchas mujeres se hayan sentido lastimadas, injuriadas, ultrajadas; pero también es verdad que muchas, muchas, hemos sido respetadas, honradas y animadas por hombres que nos impulsan a desarrollar nuestros talentos dados por Dios. Por otro lado, también es verdad que muchos hombres han sido víctimas de mujeres violentas, y a ellos tampoco les toca enfrentarse a las mujeres y generalizar que todas somos sus enemigas.

El problema de generalizar la condición de uno y otro sexo, es olvidar que hay varones que piensan como el que escribe lo siguiente:

«ARREPENTIMIENTO DE LA MISOGINIA.-

Cantar de los Cantares 4:01: ¡He aquí que tú eres hermosa, amada mía, he aquí que tú eres hermosa!

«Hoy, que es el DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER, es un buen día como todos los días para honrarlas.

«Buenas mujeres: yo, como quien representa a la población masculina de manera ínfima, ante ustedes confesamos nuestro pecado como género en contra de ustedes. No las hemos honrado de diferentes maneras.

«En general, confesamos nuestra tendencia a minimizar su IMPORTANCIA, VALOR Y BELLEZA, E IGUALDAD EN DIGNIDAD y a ejercer nuestro propio poder de maneras que son injustas para ustedes.

«Específicamente, confesamos haberlas devaluado a través de la burla, la falta de atención, en menosprecio a sus capacidades; y por el deseo, abuso y pecado sexual y los ataques físicos y verbales, considerándolas como un objeto, dudando y sospechando de ustedes cuando en verdad simplemente no las comprendíamos; y no las comprendemos aún; y no entendiendo que nuestro trato áspero, crítico tiene como raíz nuestra propia inseguridad.

«Han sido llamadas ´Ayudas idóneas´, ´Mujeres Virtuosas´, comparadas como plantas de la VID -que es una asignación de distinción a nuestro Salvador y Maestro Jesucristo. En ese sentido su figura, presencia y género tienen un aspecto redentor (no de la salvación eterna, pero sí remedial de muchos males, al estar a nuestro lado como abuelas, madres, hermanas, esposas, amigas, etc. ).

«Rogamos su perdón también por las maneras en que hemos fallado en ser legítimamente hombres para ustedes; sea por la cultura, o por determinismos sociales, en nuestro quebrantamiento, incluso a causa de formaciones religiosas, hemos ayudado a reprimir la virtud de lo femenino en ustedes.

«No las hemos visto como ayudas, compañeras y amigas, sino como rivales, y las hemos abandonado. Pedimos perdón a Dios y a ustedes por las maneras en que hemos velado la belleza de su feminidad a través de nuestro pecado.

«Entendemos que no están aquí para ser y pensar como nosotros, sino precisamente para hacer, representar todo lo que nosotros no podemos hacer ni somos, que es mucho y de gran valor e importancia. Mientras que Dios continúa revelando nuestra misoginia (odio a las mujeres) y nos manda a arrepentirnos, pedimos que la gracia que buscamos en nuestro pecado sea la gracia que ustedes nos extiendan también a nosotros

«HOY son la Imagen de Dios juntamente con nosotros. No puede haber IMAGEN DE ÉL PERFECTA, sin ustedes a nuestro lado y en nuestra convivencia. Son un vaso frágil, y como tal debemos tratarlas. No podemos NUNCA menospreciar el instrumento de vida que Dios nos dio a través de ustedes. Hoy Dios quite todo menosprecio, devaluación, violencia verbal y sexual, comparación y crítica. Perdón, perdón, perdón. El AMOR y PODER SANADOR DE DIOS SEA CON USTEDES.

Feliz día internacional de la Mujer.

Pbro. Fernando Fuentes A.»

Hasta aquí el escrito.

El feminismo que deseo manifestar es el que acompaña a las mujeres en concreto, las que tengo a mi alrededor; pero sin confrontarme con los hombres, que como yo están hechos a imagen y semejanza del Creador, y con quienes en conjunto podemos mostrar la gloria de Dios. Sea como hijas con sus padres, hermanas con sus hermanos, amigas con sus amigos, como compañeros de estudio o trabajo: no sólo en la relación de esposo y esposa se puede manifestar la gloria de Dios. Somos dos lados de una misma hoja, y no tiene sentido pelear con quien es mi reverso, o de quien yo soy el reverso. El feminismo que deseo manifestar es el que ve la singularidad de cada miembro del sexo femenino como alguien capaz de nutrir y dar un sentido de ser a quienes le rodean, y reconoce igualmente el valor de cada representante del sexo complementario, el masculino.

En este número de El Evangelista Mexicano tenemos la pluma de hombres y mujeres que nos permiten ver aspectos del trabajo que podemos hacer para mostrar a otras personas que Dios existe, que es real, y para quien no hay hombre ni mujer, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos, como dice Gálatas 3:28.

Con aprecio para mujeres y hombres, en Cristo,

María Elena Silva Olivares
Directora de El Evangelista Mexicano