UN DÍA

UN DÍA

Un día cerré mis brazos,
y pensé no abrirlos más para abrazar. 

Un día cerré mis labios, 
y pensé no volver a besar. 

Un día cerré mis ojos, 
y pensé no volverlos a abrir para no mirar a los que no tenía que ver. 

Un día cerré mis oídos, porque no quería oír nada. 
Entonces un día me levanté y le pedí a Dios perdón, porque comprendí que sería como morir. 

Y Dios me enseñó que tenía que perdonar como él me perdonó, 
y abrió sus brazos en la cruz por mí,
y abrió sus labios y su voz alzó para pedir perdón por mi. 

Y abrió sus ojos para verme y orar por mí. 

Y abrió sus oídos a mi clamor; entonces entendí que yo tenía que perdonar y pedir perdón. 

Tenía que abrir mis brazos, mi boca, mis ojos, mis oídos para poder vivir. 

¡Tenía que vivir!
vivir para amar 
vivir para abrazar
vivir para besar
vivir para ver 
vivir para oír
vivir para pedir perdón y perdonar. 

Rocío Soto Hernandez
Primavera de 1997