Eygler Villa Terán(1)
Nota de la Dirección: Aunque el artículo hace referencia a un contexto colombiano, consideramos que puede ayudar a revisar el tema cultual como lo vivimos en México. Lo dejamos a consideración de ustedes. Las notas y referencias van al final del escrito. Por su extensión, será compartido en varias entregas.
Introducción: trasfondo del rechazo litúrgico
A lo largo de la historia de la iglesia evangélica se ha encontrado un rechazo casi total a la liturgia formal, por considerarla como algo característico de las iglesias católicas que no van con el evangelicalismo. A primera vista, parece que tiene que ver muy poco con nuestra manera de ser cultural caracterizada por la espontaneidad, la falta de estructuras rígidas y la sencillez.(2) Respecto a esto, Juan Varela Álvarez señala que quienes han nacido y vivido en un contexto católico romano, la palabra liturgia provoca casi instintivamente cierto grado de sospecha. Enseguida se asocia liturgia a ritualismo vacío o a fórmulas invariables que impiden toda acción espontánea y que limita la acción del Espíritu y reduce la participación de la comunidad a una escucha pasiva (3).
Otro problema que margina los elementos litúrgicos tiene que ver con la interpretación que un gran sector de los cristianos protestantes ha realizado del Antiguo Testamento. Suponen que a partir de Jesús quedaron sustituidas las prácticas veterotestamentaria, especialmente las que tienen que ver con el culto, considerándolas obsoletas o sin ningún valor para la iglesia cristiana, salvo las que tienen una conexión con Jesús.(4) Respecto a esto, Eduardo Ramírez afirma que precisamente este tipo de protestantismo fue heredado por las iglesias evangélicas latinoamericanas (la colombiana incluida), donde es muy característico el individualismo, la espontaneidad y la improvisación. Debido a esto, en muchas iglesias evangélicas se refleja un desorden en los cultos y un desconocimiento de la razón por la que se realizan algunos actos litúrgicos como el bautismo y la Cena del Señor.(5)
Aparte de que se desconocen las razones históricas por las que se celebran algunas prácticas cultuales, hay quienes pretendiendo romper con todo vestigio de ritualismo o tradicionalismo litúrgico en la historia, ni siquiera celebran la navidad o la Semana Santa. La razón por la que no hacen estas celebraciones, es que de hacerlo se estaría comulgando con el sentido pervertido y secular en el que han degenerado estas fiestas, o en el que en principio fueron creadas.(6)
Es innegable que este tipo de creencia y manera de pensar acerca de la liturgia, especialmente contra el ritualismo, encuentra apoyo en la crítica profética hacia el culto. En el texto bíblico, muchas veces los profetas denuncian abiertamente las prácticas culturales y a las personas que presentan dichos cultos. Lo cierto es que, debido a esta actitud aversiva hacia el culto del Antiguo Testamento, al igual que el rechazo hacia todo lo católico, se ha empobrecido significativamente la liturgia evangélica colombiana en su mayor parte.
Debido a esta doble consecuencia (actitud aversiva hacia el culto del Antiguo Testamento y el rechazo hacia todo lo católico), esta investigación es necesaria para que la iglesia evangélica colombiana reflexione acerca de la liturgia que realiza y pueda comenzar a hacer los cambios que considere pertinentes en sus formatos cultuales. Se ha seleccionado Isaías 1:10-20 porque este es uno de los textos donde se hace una enumeración detallada de las prácticas culturales del pueblo de Dios y, por cierto, son rechazadas por parte del Señor. Quizá por esto último, este texto se usa frecuentemente para restarle importancia al acto litúrgico.
Con base en lo anterior, esta investigación intentará demostrar lo que no quiere decir Isaías 1:10-20, considerando algunos textos bíblicos donde se manda a hacer estas prácticas litúrgicas que aquí son rechazadas. Este tema es importante porque puede ayudar a que la iglesia evangélica colombiana reevalúe su liturgia y pueda poner en práctica el culto bíblico de acuerdo a los elementos que presenta explícita e implícitamente este pasaje de Isaías. Además, invita a una mayor valoración del acto litúrgico y no solo al llamado ético del pasaje. En este sentido, se espera lograr que la iglesia evangélica colombiana reflexione acerca de la liturgia que realiza y pueda ser incentivada a oficiar una fundamentada en una teología bíblica, teniendo en cuenta los elementos constitutivos del culto. La pregunta que se intentará responder es, ¿cómo sugiere Isaías 1:10-20 que se pueden integrar historia, teología, ética y práctica en el culto actual?
Para responder a esta pregunta, se presentará en primer lugar un panorama bíblico que sintetiza la literatura profética que critica al culto. En segundo lugar, se hará una exégesis de Isaías 1:10-20, enfocada en la razón por la que el Señor rechaza el culto. Aquí se desarrollarán los cuatro elementos básicos (historia, teología, ética y práctica) que, al combinarlos, reflejan la totalidad del culto a Dios. En tercer lugar, se mostrará de manera general, la forma como aparecen integrados estos cuatro elementos en la práctica litúrgica tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento y en iglesia a lo largo de su historia. Por último, esta investigación concluye con algunas observaciones para la reflexión y concientización de la importancia del culto bíblico en la liturgia evangélica. En síntesis, el propósito de este estudio es demostrar la importancia que tiene el establecimiento de una liturgia eclesial para el enriquecimiento de la fe, a partir de un estudio exegético de Isaías 1:10-20.
Crítica profética hacia el sistema cultual
Aunque el Antiguo Testamento afirma que el culto fue establecido por el Señor [un par de textos bíblicos], hay voces proféticas que parecen sugerir que el mismo Señor rechaza el sistema cultual en su totalidad.
Uno de los primeros escritores bíblicos en causar esta impresión fue el profeta Amós, quien declara lo siguiente en una de sus imprecaciones más radicales contra el culto:
Aborrezco, desprecio vuestras fiestas, tampoco me agradan vuestras asambleas solemnes. Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré; ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales cebados. Aparta de mí el ruido de tus cánticos, pues no escucharé siquiera la música de tus arpas. Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como corriente inagotable (Am 5:21-24) (7).
En este texto pareciera a simple vista que al Señor sólo le interesa la práctica del juicio y la justicia; todo lo demás le resulta inútil y carente de valor.(8)
En esta misma línea, el profeta Oseas reprende duramente el sistema cultual de Israel. En su imprecación contra el culto, señala que Efraín había multiplicado sus altares, pero sólo le servían para aumentar el pecado; y aunque el Señor les ordenó guardar muchos preceptos, consideraban que no tenían nada que ver con ellos. Por tanto, el Señor no se complacía en sus ofrendas y sacrificios (Os 8:11-13). Según Sicre, aunque el pueblo deseaba expiar su pecado y tener una buena relación con el Señor, consideraban que el camino para eso era por medio de los sacrificios(9); pero lo que lograban conseguir con esto es aumentar más su pecado de acuerdo con la denuncia de Oseas.
También el profeta Miqueas, en referencia al culto dice:
¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré delante de El con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agrada el Señor de millares de carneros, de miríadas de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios? (Mi 6:6-8).
El uso que el profeta hace de estas preguntas retóricas conducen a respuestas negativas respecto al culto, donde parece que al Señor le importa más la justicia, la misericordia y la humildad que la práctica litúrgica.
De igual forma, el profeta Jeremías se aventura a lanzar una imprecación hacia la parte etiológica del culto al expresar al pueblo que el Señor no les había pedido sacrificios ni holocaustos cuando salieron de Egipto. Solo les pidió que escucharan su voz como pueblo suyo; pero ellos no prestaron atención. Este texto muestra a simple vista que el culto no fue ordenado por el Señor, pues la orden que el Señor da al pueblo es que le obedezcan y anden en sus caminos. Pero el hombre parece usar sus propias tácticas, es decir, el culto para ganarse el favor divino.(10)
Ahora bien, este rechazo que Dios hace hacia la forma en que le daban culto no aparece solo en los profetas. En el Génesis se atestigua cómo el Señor mira favorablemente la ofrenda de Abel, pero rechaza o mira con desprecio la ofrenda de su hermano Caín (Gn 4:4-5). Esto ilustra la idea de que cualquier culto puede cumplir con la aceptación divina como el de Abel, o ser rechazado como el de Caín. Pero el texto de Génesis no dice explícitamente por qué el Señor reacciona de esta manera, razón por la cual este relato ha sido objeto de debates. Una interpretación sugiere que se rechaza el culto de Caín por la renuncia de este a tener una relación recíproca con el Señor.(11) Otras interpretaciones afirman que el rechazo de la ofrenda de Caín se debe a un procedimiento indebido (Lv 10:1-2).
Este rechazo del culto también se nota en la ofrenda de incienso que presentan los doscientos cincuenta hombres de la tribu de Leví que procuraban el sacerdocio, donde no sólo su ofrenda es rechazada, sino que además ellos mismos son consumidos (Nm 16:15, 35). Otro caso parecido se narra en el libro de Samuel, donde el rey Saúl pensó agradar al Señor por medio de los mejores corderos que preservaron de la guerra con Amalec. Sin embargo, al Señor no le interesaba nada de esto, sino que se obedeciera su voz, como lo señala el profeta “¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros” (1 S 15:22).
En todos estos textos mencionados se muestra un rechazo del Señor hacia el culto, donde la mayoría de los oferentes consideraban que la sola práctica bastaba para tener una buena relación con el Señor.(12). Sin embargo, el hecho de que el culto se realizara, esta práctica por sí sola no aseguraba que le fuera a agradar al Señor. Y precisamente, esto era lo que pensaba la audiencia a la que se dirige Isaías en su ataque contra el culto (Is 1:10- 20), pero el mismo pasaje del profeta deja ver algunos elementos fundamentales que debe tener el culto para que sea acepto ante el Señor.
Contexto literario de Isaías 1:10-20
Al profeta Isaías también se le cuenta en esta línea que critica el sistema cultual al considerarlo como una forma vacía para encontrar el favor divino. El uso de un lenguaje violento en el primer capítulo de Isaías pone de manifiesto la existencia de una crisis entre el Señor y su pueblo. Aquí el Señor, por medio de la visión dada a su profeta, refleja cuán enojado está por la conducta pecaminosa de Judá y Jerusalén (Is 1:1).
El hecho de que el libro de Isaías se presente como una visión puede ser considerado como la forma en que el profeta indica que su percepción le fue dada por Dios y no algo que surge de sus propias concepciones y pensamientos (13). Además, en otros textos bíblicos puede verse que cuando el Señor da alguna visión a uno de sus profetas, la condición moral, social y religiosa del pueblo está siendo repugnable para el Señor. Uno de estos textos es 1 Samuel 3:1 en que el autor contextualiza al lector al señalar la condición religiosa del pueblo y explica la escasez de la Palabra del Señor al indicar que no había mucha visión en aquellos días. También el profeta Miqueas al hacer su denuncia a los gobernantes de Israel y contra sus falsos profetas, afirma que la visión cesará de ellos porque la visión era considerada como una respuesta del Señor. En esta misma línea, Abdías y Nahúm, por medio de sus visiones, denuncian los problemas morales y sociales que vivían los pueblos a los que profetizaron (Ab 1:1; Nah 1:1). Este contexto de la visión tanto en Isaías como en los otros textos mencionados, muestran la inminencia de un juicio de parte del Señor.
En cuanto a la visión de Isaías, es contra Judá y Jerusalén (Is 1:1). Y, aunque muchas naciones están bajo el escrutinio de este libro, casi siempre esto se debe a su relación con Judá y Jerusalén (14). También el v. 1 inserta la visión en el gobierno consecutivo 7 de cuatro reyes de Judá, Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Respecto a esto, algunos comentaristas señalan que probablemente Uzías murió alrededor del 742-734 a. C, el año en que se nos dice que Isaías comenzó a profetizar o se convirtió en el profeta que conocemos. El último de estos reyes, Ezequías, reinó hasta aproximadamente el 687. Y como se sabe que Isaías todavía estaba activo en el 701, es posible que su ministerio público ocupara casi medio siglo (15).
Debido a este período tan extenso de cuatro reyes, se considera que los capítulos 1 al 39 o alguna parte de los mismos, se refieren con mayor claridad al período asirio, en el que profetizó Isaías (16). Pero es más probable que el capítulo 1 sea una orientación del enfoque del libro en su totalidad (17). Por tanto, el capítulo 1 puede ser visto como una introducción que establece los problemas que amenazaban a Judá y Jerusalén durante el ministerio profético de Isaías. Uno de esos problemas tiene que ver con la distorsionada comprensión que el pueblo tenía del culto que le ofrecían al Señor, como se indicará seguidamente.
Notas
1 Estudiante de cuarto año de la FUSBC. Psicólogo egresado de la Universidad de Antioquia. Docente de cátedra de la FUSBC desde 2021 y docente del Instituto Ministerial de Medellín desde el año 2020.
2 Sebastián Rodríguez, Antología de la liturgia cristiana. Liturgia para el siglo XXI (Terrassa, Barcelona: CLIE, 1999), 42.
3 Juan J. Varela Álvarez, El culto cristiano: origen, evolución, actualidad (Terrassa, Barcelona: CLIE, 2002), 35.
4 Walter Brueggemann, Teología del Antiguo Testamento: un juicio a Yahvé, Testimonio, Disputa, Defensa, trad. de Francisco J. Molina de la Torre, Biblioteca de estudios bíblicos 121, (Salamanca: Sígueme, 2007), 684.
5 Eduardo M. Ramírez, “Liturgia: culto y celebración”, Iglesia y Misión 8, n.° 2 (1989): 36.
6 Varela Álvarez, El culto cristiano, 61.
7 Todos los pasajes bíblicos citados en este trabajo son de la Biblia de las Américas, a menos que se indique otra cosa.
8 José Luis Sicre, Introducción al profetismo bíblico, Estudios bíblicos (Estella-Navarra: Verbo Divino), 2011), 431.
9 Sicre, Introducción al profetismo bíblico, 432.
10 Sicre, Introducción al profetismo bíblico, 437. 11 Eidevall, Göran, “Rejected Sacrifice in the Prophetic Literature: A Rhetorical Perspective.” Svensk Exegetisk Årsbok 78 (2013): 36.
11 Eidevall, Göran, “Rejected Sacrifice in the Prophetic Literature: A Rhetorical Perspective.” Svensk Exegetisk Årsbok 78 (2013): 36.
12 Sicre, Introducción al profetismo bíblico, 437.
13 C. F. Keill y F. J. Delitzsch, Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento, Isaías, Trad. de Xabier Pikaza, Comentarios bíblicos Antiguo Testamento (Barcelona: CLIE, 2016), 58.
14 Keill y Delitzsch, Comentario al texto hebreo, Isaías, 59.
15 Keill y Delitzsch, Comentario al texto hebreo, Isaías, 58; Joseph Blenkinsopp, El libro de Isaías (1-39), Trad. de Francisco Javier Molina de la Torre, Biblioteca de estudios bíblicos 1, n.° 147, (Salamanca: Sígueme, 2015), 164; David Baer Potter, “Isaías”, (clases, Profetas posteriores, Seminario Bíblico de Colombia, agosto de 2020), 1.
16 Alec Motyer, Comentario Antiguo Testamento: Isaías, 2.ª ed., trad. de Daniel Menezo, Grupos bíblicos unidos de España (Barcelona: Andamio, 2009), 27-28.
17 Keill y Delitzsch, Comentario al texto hebreo, Isaías, 59-60; Blenkinsopp, El libro de Isaías (1-39), 170.
