Por la causa de Cristo.

Por la causa de Cristo.

Cristian Oseas

“Desintoxicarse de la iglesia”… Hace algún tiempo escuché esta frase refiriéndose al concepto de apartarse del “poder que la iglesia como ente corrupto del poder ejerce sobre la conciencia de las personas diciéndoles qué hacer o no hacer a su conveniencia”.  Este concepto, aunque lo oí de los labios de una persona de a pie como un servidor, es un concepto que poco a poco se ha filtrado en el imaginario social de las nuevas generaciones en nuestra cultura. 

La Teoría (teoría crítica neomarxista) y el nuevo ateísmo, por su enfoque en “los relatos como formas de ejercer poder” condenan a la iglesia por los grandes abusos de autoridad “espiritual» con que han justificado diversas monstruosidades a nivel social; y en nuestro muy individualista tiempo, los traumas personales que han causado a sus feligreses.

En algo no se equivocan: cada vez que el sistema eclesiástico (católico, protestante o evangélico) se desvía de la misión y el método del testimonio que Jesucristo estableció, se presta a malinterpretar la misión y soslayarla mediante corruptelas y desatinos que hacen terribles daños y hasta matanzas injustificadas en “el nombre del Señor”.

Y la verdad es que, aunque comparados con las matanzas y barbaridades que han cometido los regímenes políticos ateos en la historia, los anteriores pudieran palidecer (no lo sé, me declaro ignorante demográfico de ello), no por esto se minimiza el hecho de que cuando la Iglesia se aparta de su misión y de la forma en que actuó nuestro Señor, hacemos que los incrédulos blasfemen su nombre.

Viene un tiempo difícil para nuestra nación, donde quede el partido que quede, la realidad cultural es que poco a poco la gente está adoptando la idea de “desintoxicarse de la Iglesia”. Y la única forma de no caer justificadamente en esas críticas será concentrarnos en la misión de Jesucristo.

Eso no quiere decir que no seremos atacados, a Jesucristo lo crucificaron. Pero… si hemos de sufrir oposición, será mejor que lo hagamos como dijo nuestro Señor, por su causa (vea las bienaventuranzas).

Yo diría “desintoxicarnos de poder, de abusos, de superficialidad”, no de la Iglesia. Puede llegar un día en que, bajo persecución, la iglesia no pueda ser un sistema, sino un grupo de simples cristianos dispuestos a morir por el testimonio de Cristo. Mientras tanto, conviene preguntarnos si estamos tomando las decisiones correctas en nuestros templos: 

Si cuando cantamos en nuestro templo lo hacemos porque se oye bien y nos hace sentir algo, ellos tienen razón; si lo hacemos porque sentimos amor y agradecimiento del perdón y misericordia de Cristo, andamos bien. 

Si cuando ofrendamos lo hacemos para que el sistema tenga para poner un aire acondicionado que nos haga sentir más comodidad o parecer más exitosos, ellos tienen razón; si lo hacemos para dar a otros lo que de gracia hemos recibido, andamos bien. 

Si cuando predicamos lo hacemos para que los oyentes nos digan al final de un sermón “qué bien lo dijo” o para que pongan más monedas en el alfolí, ellos tienen razón;  si lo hacemos porque nos es impuesta necesidad de compartir el evangelio por causa de Cristo, andamos ok. 

Y así…