Ex basi seculari

Ex basi seculari

Desde la base laica

Rumbo a nuestras conferencias anuales 

Estamos a unas semanas de que nuestra Iglesia Metodista, en todo el territorio nacional, lleve a cabo sus respectivas conferencias anuales. Este ejercicio legislativo, característico de la Iglesia Metodista, tiene su preponderancia en la capacidad de este organismo de “fortalecer y consolidar el estado espiritual de la iglesia”, así como planear y evaluar los lineamientos de los programas emanados de la conferencia general (Art. 211 de la Disciplina).

Por tanto, la Conferencia Anual tiene la obligación de vislumbrar lo que quiere y valorar lo que se necesita, en la vida espiritual, doctrinal, del hacer y quehacer del metodista en su vida de la iglesia y diario caminar, en su respectiva área geográfica.

Ahora, podría surgir una cuestión ¿Qué tan importante es la conferencia anual?

Desde un punto de vista institucional, y democrático, todas las asambleas de carácter legislativo y evaluativo tienen como cimiento la expresión del pueblo representado; es decir, un legislador (desde los principios griegos y romanos) debe ser el representante de su pueblo, y llevar a la asamblea las necesidades y propuestas de su pueblo, al que representa; si no se da esta función, se cae en un organismo supeditado a un poder ejecutivo que suele caer en el autoritarismo y la dictadura (1).

Las doctrinas que Wesley enfatizó en sus sermones y escritos son la gracia preveniente, la salvación personal presente por la fe, el testimonio del Espíritu y la santificación. La gracia preveniente fue la base de su creencia de que todas las personas eran capaces de ser salvadas por la fe en Cristo.

Casi todos los líderes de las primeras sociedades metodistas eran laicos. Juan Wesley estableció un sistema para desarrollarse y empoderarles, organizándolos en pequeños grupos para compartir sus experiencias y estimular el apoyo mutuo en el desarrollo de su vida cristiana. Los grupos pequeños o “clases”, se reunían mensualmente para compartir cómo vivían su fe. Los líderes de la clase, nombrados por Wesley, eran “hombres y mujeres laicos en quienes se podía confiar la formación espiritual y el cuidado de los demás” (Vasquez:2019).

Bajo este principio, la Iglesia Metodista en México radica su soberanía en sus miembros en plena comunión, con todos los derechos y obligaciones que establece la disciplina (Art 3 y 96) (2). Por otra parte, los poderes residen la Conferencia General como cuerpo legislativo, la conferencia anual, conferencia de distrito, y conferencia de iglesia (Art. 7 y 8).

Con las ideas de Wesley, y lo marcado en la Disciplina, podemos ver que el trabajo legislativo y operacional de la Iglesia Metodista en México nace fundamentalmente en la conferencia de iglesia; es decir, de la base, del congregante mismo, y sube de manera vertical hacia los niveles superiores, no al revés. Es decir, que no se trata de proponer y aprobar en altas esferas del gobierno de la iglesia, sin considerar el efecto espiritual que experimenten al ingresar al culto evangélico. Muchas de esas decisiones tomadas de esa forma, han sido cuestionadas en las iglesias porque, ya sea formatos, o instrucciones, son difíciles de cumplir por no conocer la realidad de las iglesias fuera de las grandes ciudades. 

Un ejemplo, muy reciente lo fue la solicitud de información sobre los edificios de las iglesias. Una cosa es lo solicitado en ciudades urbanas, y otra como lo manejan los municipios, provocando “fallas” en la información; o la tradicional exigencia de cumplimiento del área de finanzas, cuando a nivel conferencial no hay la supervisión física constante en las iglesias, lo cual es un error de la administración. Pero esto se debe a no conocer la base, al no tomarla en cuenta.

El artículo 14 de la Disciplina expresa en su numeral B, que la conferencia de iglesia “autorizará todas las juntas, comisiones y cuerpos administrativos que sean necesarios para desarrollar el trabajo de la iglesia”. El artículo 17 menciona que la conferencia de iglesia “hará recomendaciones de modificación de los planes y programas de trabajo local, distrital y conferencial, presentará solicitudes y recomendaciones ante el superintendente de distrito, la conferencia de distrito, y la conferencia anual que considere pertinente para el desarrollo de la congregación local”.

Si revisamos las funciones disciplinarias de las conferencias de distrito, anual y general, tendrán la labor de planeación evaluación, nombramientos, legislación y modificación; pero deben ser nutridas de las peticiones y experiencias de la iglesia local, porque, ¿cómo gobernar al pueblo si no se escucha lo que el pueblo necesita?

Ahora, ¿es más importante una conferencia de Iglesia local? Si. El congregante es el pedestal en el que descansa la iglesia; sin él, la iglesia no existe y no cumple su misión de llevar el evangelio y el amor de Dios a los hombres y mujeres. De no hacerles caso, lejos de ser una iglesia, se convierte en un corporativismo colectivo casi empresarial.

Los cambios surgidos en la Iglesia Metodista Unida en Estados Unidos quizás no sean influencia para algunas discusiones en la Iglesia Metodista de México, pero, sí deben generar un espacio de análisis y diálogo, con bases bíblicas, doctrinales y, sobre todo, con los congregantes, sobre el camino futuro a tomar de la IMMAR. Es inimaginable que, en el mundo globalizado del siglo XXI, la alta jerarquía de la Iglesia Metodista caiga en la falta de información y discusión, o que esto, sea dado a pequeños grupos de “expertos”, que, presumiblemente se encuentran en las iglesias potentadas de grandes ciudades.

Algo que debe quedar claro, en la consciencia, es que toda voz debe ser escuchada y tomada en cuenta, aun cuando se encuentren lejos. La esencia de la existencia de la Iglesia es el amor de Dios; y la congruencia está en cada congregante, ya que sin la voluntad de Dios o la presencia del hermano/a, la iglesia no existiría.

Que esto sea, no un reproche, sino un llamado urgente a una verdadera apertura de ideas y voces que lleven a nuestra Iglesia, más cerca del necesitado, a plasmar en más corazones el evangelio de Jesucristo, a ser una iglesia viva que manifieste la gracia de Dios.

La Iglesia Metodista existe porque Dios así lo quiere. Y existirá, si no nos alejamos de Él, y cada hermano siente la fraternidad de su iglesia y del Señor en cada acto que hagamos.

En eso estaremos.

Dios con nosotros

Mtro. José Manuel Tinoco Reyes


NOTAS

  1. En esos casos, por mencionar extremismos, podemos mencionar los regímenes fascistas, comunistas o nazis, que convirtieron sus congresos en colegios que avalaran sus medidas represivas y coercitivas. 
  2. Constitución de la Disciplina de la IMMAR, Sección I, Capítulo I