El lunes, hay sopa.

El lunes, hay sopa.

Cada lunes -para los pastores pertenecientes al distrito aún conocido como Distrito Rey de Reyes de la Conferencia Anual Oriental, comandado por el Superintendente, Carlos Eloir Flores Cabrera- son días de almuerzo y convivencia; sin embargo, una vez que se congrega la mayoría de ellos en el punto que marca su calendario, el grupo de ministros se percata que sobre la mesa encontrará más que un plato con sopa caliente para degustar. 

Abundan los saludos y abrazos fraternos, pero también se escuchan frases que van desde el: “¿Cómo te va?”, “qué bendición verte”, “qué bueno que viniste a la junta”, “¿cómo estuvo el domingo en tu iglesia? Este ritual tiene una duración de poco más de 20 minutos, el tiempo para el recibimiento y arribo de cada pastor; desde aquí, ya el ambiente pinta favorable para disfrutar de un exquisito almuerzo tanto físico como espiritual y emocional, áreas que, sin duda, deben mantenerse en las mejores condiciones. 

En una entrevista virtual con el Superintendente, Flores Cabrera, se le cuestionó sobre el cuándo y porqué se iniciaron estas reuniones, y compartió lo siguiente: “yo llegué a este distrito en el 2014, pero las juntas ya se realizaban antes…con los distritos dinámicos…”. Comentó además que su distrito, Rey de reyes, mantiene la peculiaridad de reunirse semanalmente, pues asegura que en otros casos la frecuencia para las juntas va desde mensual a bimestralmente. 

 Aunque en la opinión de muchos, las juntas semanales pueden convertirse en un compromiso difícil de cumplir, Flores Cabrera prefiere pensar que es algo, no sólo factible, sino que además trae grandes beneficios; pues al indagar sobre el propósito de dichas asambleas, explicó que: “la idea surge, obviamente, por la cuestión del compañerismo entre los pastores, y la intención es mantener una comunión y amistad, comunicación e interrelación más constante entre los pastores, además de platicar y descansar juntos”. Sin duda alguna la frecuencia con la que se llevan a cabo estas reuniones, ha sido un elemento clave para el cumplimiento de dicho propósito. 

El congregarse en diferentes puntos de la zona se convirtió ya en uno de los principales atractivos de las juntas; bien puede darse el encuentro en un restaurante, aunque, en su mayoría, los convites tienen lugar en las diferentes cofradías del distrito. Ante esto aparece un encanto todavía mayor, y es el conocer más a fondo a las iglesias anfitrionas, así como la vida y obra de su pastor, la localidad y el contexto en el cual trabajan, el templo y sus instalaciones, parte de su historia, los proyectos que con esfuerzo y ánimo se concretaron además de los que se tienen en planes y que, con la confianza en Dios, podrán llevarse a cabo. Gracias a esta dinámica, los ministros ya no están ajenos al trabajo y esfuerzo que sus colegas realizan en sus iglesias; en la actualidad, tienen un mayor entendimiento de las diversas necesidades que éstos y sus congregaciones enfrentan, algo que a su vez ha fomentado la comunicación y amistad, así como la empatía y muestras de apoyo entre ellos. 

Resulta común escuchar que siempre se recibe mayor bendición al saber que somos de bendición; y es que, en muchos de estos convites el recibimiento queda a cargo de los congregantes; ellos ejecutan la preparación de alimentos, así como la atención al grupo de ministros. Y aunque al final, cada congregante se dice bendecido -y pese a que no resulta difícil distinguir en ellos el ánimo y entusiasmo con el que se quedan después de la visitación de los pastores-, es muy necesario anunciarles que una bendición mayor se llevan los pastores al verlos servir con pasión y humildad.  

 Con esto se descubre uno de los grandes beneficios que ofrecen estas reuniones semanales: las iglesias locales disfrutan de un involucramiento que abarca parte de lo que conforma el pueblo metodista en la parte norte del país; con estas visitas se les inyecta ánimo, aliento y motivación para seguir firmes y adelantes en la fe. Y es que en el pueblo cristiano se requiere de ser todos de un mismo sentir, compasivos, amándonos fraternalmente, ser misericordiosos y amigables, de acuerdo con las palabras del apóstol Pedro. 

Pero, ¿qué más ofrecen estas juntas? ¿Se trata sólo de concretar almuerzos semanales y visitas estériles? ¿Es tiempo que bien se invierte? ¿Cuál es la ganancia para los pastores que frecuentan estos banquetes? Cada uno de estos cuestionamientos encuentra su respuesta en las palabras del apóstol Pablo en su primera carta a los esalonicenses: “por eso, anímense los unos a los otros, y ayúdense a fortalecer su vida cristiana…” 

Si bien es cierto que las juntas se aprovechan para comunicar los diferentes avisos y asuntos administrativos que tiene el distrito, además de compartir y evaluar el trabajo que se desarrolla en las iglesias de este territorio, no es menor la bendición espiritual que cada líder encuentra al asistir a estas colectivas. El compañerismo, los abrazos, las palabras de aliento, las pláticas que permiten el desahogo, los testimonios, las oraciones y consejos se convierten en esa sopa espiritual y emocional que llena el corazón de los presentes, permitiéndoles, con esto, regresar a su congregación para comenzar otra semana en los trabajos de su Señor con el ánimo y la fe que se requieren para esta hermosa, pero también compleja y extenuante labor. 

Tras compartir su opinión y experiencia sobre las juntas, el pastor de la iglesia Refugio de Paz, Pbro. José Padilla, comenta lo siguiente: “las considero muy positivas…las áreas fuertes es que se da el espacio y el tiempo para la comunión y el compañerismo, el convivir unos con otros”. Padilla asegura que en ocasiones la reunión se presta para platicar sobre un tema dirigido; aunque mayormente se tiene la libertad para tratar temas espontáneos que alguno de los pastores pone sobre la mesa, y es esta informalidad la que agrada y relaja al grupo, lo que provoca, además, que dichas reuniones sean esperadas y deseadas. 

Esto último lo confirma el Superintendente del Distrito, Carlos E. Flores, al mencionar que la juntas y el compañerismo se busquen de manera intencional por los pastores, aun y cuando la reunión se cancele por diversos motivos; compartió la siguiente experiencia: “se busca el compañerismo, se da por sí solo…es interesante porque una vez dijimos que no habría junta, y de repente un pastor dijo ¿quién quiere venir a tomar café?, y se apuntó uno y se apuntó otro, de tal manera que al final tuvimos una reunión que no fue junta, pero que fue como la junta que tenemos todos los lunes”.  Ante esto, Flores Cabrera asegura que una de las peculiaridades que distinguen al distrito, es que aun y cuando no es oficial, los pastores buscan el espacio y la oportunidad para reunirse y convivir.  

  Por su parte, José Padilla también agregó que: “es algo muy positivo, porque cada quien saca lo que trae, la inquietud, el tema…a veces es de testimonios positivos, a veces de expresar cargas y tener tiempo de oración y comunión”. Con esto se resalta una de las grandes necesidades que todo pastor tiene y debe de procurar atender: la compañía, el consejo, el ser escuchado, la posibilidad de que alguien más ore por él. Hay una verdad que no se puede negar ni quitar del mapa: por más excelente y efectivo que el pastor sea en sus labores, siempre se mantiene activa la necesidad de ser pastoreado. 

Como pastor, puedes predicar con denuedo y poder a multitudes, pero te hará mucho bien sentarte y escuchar a otros exponer la palabra. Puedes orar apasionadamente por los enfermos, el atribulado, el inconverso, pero siempre vas a necesitar que alguien más pida a Dios por ti. Puedes convertirte en el mejor consejero y compañero de muchos, pero en no pocas ocasiones, también vas a requerir consejo y compañía; ante esto, resalta nuevamente el saludable consejo del apóstol Pedro: “anímense los unos a los otros, y ayúdense a fortalecer su vida cristiana…” podría ser este, incluso, el lema que abandere las reuniones del Distrito Rey de reyes. 

Cabe resaltar que a estos convites no sólo asisten pastores que se encuentran activo, pues la invitación está abierta incluso a los pastores jubilados que se encuentran dentro de la zona que abarca el Distrito; tal es el caso del pastor Francisco Obregón, quien este 2024 cumplió su primera década como pastor jubilado. Obregón nos compartió su sentir en los primeros meses como jubilado: “Después de desconectarme del grupo en los primeros seis meses, estaba desconcertado; me habían dado de baja en el grupo, decisión que nunca entendí…se cerró un espacio y me sentí desconectado; aunque diseñé un plan de trabajo ministerial personal de apoyo a iglesias como asesor de evangelismo o predicador, me faltaba el compañerismo”

La experiencia de Obregón nos deja claro la importancia que el concepto de “compañerismo” tiene en la vida de todo pastor. No se puede cubrir esta necesidad con la excelencia en las labores, mucho menos con una agenda rebosante en compromisos o con miles de sermones expuestos ante diferentes congregaciones. Y es que no parece sensato pretender sanar a otros mientras descuidamos nuestras dolencias, así como tampoco intentar dar vida a otros mientras nos encontramos agonizando o bien, ¿cómo podríamos en medio de nuestra debilidad, hacer fuertes a otros?

De acuerdo con el testimonio del pastor jubilado Francisco Obregón, fue en estas reuniones donde encontró la posibilidad de atender una necesidad que representa uno de sus más fuertes motivadores en el ministerio: “La reunión semanal me ofrece la oportunidad de reunirme con pastores, desayunar, tener compañerismo, orar unos por otros, estar informado de lo que sucede, y la oportunidad de estar en contacto para ser invitado a predicar en algunas iglesias de los pastores que nos reunimos. Son importantes para mí y de mucha bendición”.

Finalmente, Obregón resaltó la relevancia de estas juntas, argumentó, y agrega que deberían llevarse a cabo con buena frecuencia; externó a su vez el deseo de que una vez que el Distrito Rey de reyes pase a ser Distrito Bernabé, las asambleas se mantengan vigentes. Ante esto, sólo resta agregar que el tema de la salud espiritual y mental de los pastores, no es asunto para después; y aunque estas reuniones no son terapias ni sesiones de consejería, sí infunden aliento, ánimo y fortaleza a los pastores que asisten; y por qué no, puede ser el punto de partida para atender situaciones complejas que muchos pastores enfrentan, pero que pocas veces reportan en presencia de otros. 

Y es que son estas juntas las que dejan al descubierto la inmensa necesidad que muchos líderes espirituales tienen de contar con un espacio para pensar en ellos; comienzan la semana entregándose a la congregación y la terminan del mismo modo. Es en estos eventos donde el pastor abre su corazón y externa sentimientos y pensamientos que no expresa en otros espacios. Es aquí donde no tiene que orar por nadie, pues alguien más levantara plegaria a su favor; es aquí donde puede contar el chiste que nunca contaría con sus congregantes. Es aquí donde puede expresar con honestidad cómo se siente y clamar por fortaleza y abrazo. Es aquí donde puede relajar no sólo sus hombros, sino también su espíritu y después llorar si así lo requiere. 

En medio de los beneficios que ofrecen las reuniones de cada lunes, el Superintendente Carlos E. Flores, comentó que existen obstáculos con los que se maniobra para mantenerlas vigentes. Entre ellos se encuentran la ausencia de aquellos pastores que por causas de trabajo no pueden asistir de manera frecuente, o el tema de las distancias que existen de una iglesia a otra; sin embargo, Flores Cabrera argumenta que siempre se buscan formas para atender a estos pastores.  

Sin duda alguna, la miscelánea de sabores y sazones, sentimientos y experiencias que se encuentran al acudir a estas sociedades es muy vasta. El plato con sopa caliente que se coloca sobre la mesa, es apenas la entrada para el banquete que se avecina: charlas de todo tipo: profundas, interesantes, serias y hasta superficiales; chistes, que mientras unos provocan carcajadas sin control, otros, mejor sería mantenerlos en la mente de aquel que pretende contarlos. Al final, todo fortalece al espíritu, todo se convierte en experiencias que animan y fortalecen, todo es bendición que cada pastor se lleva consigo en su retorno a casa; y es por eso, por lo que las juntas de pastores deberían aparecer como una de las actividades primordiales en las agendas. 


Reseña Biográfica. 
Agustín Valdez Rojas

 Actualmente funge como pastor en la iglesia Torre Fuerte en Pesquería, Nuevo León. Recientemente fue nombrado corresponsal de El Evangelista Mexicano, y por ello le damos la más cordial bienvenida a El Evangelista Mexicano. Es licenciado en Teología por el Seminario Metodista Juan Wesley, y licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Metropolitana de Monterrey. 

Se considera un apasionado de la comunicación además de un amante del periodismo. Actualmente cursa la Maestría en Consejería Familiar, en la Universidad Cristiana de Monterrey y la Licenciatura en Derecho, en la Universidad Ciudadana de Nuevo León.  

Cel. 8120014973

Correo, pastor.vr@outlook.com