CRISTIANOS EN EL PAÍS DE LA PARVA LECTURA

CRISTIANOS EN EL PAÍS DE LA PARVA LECTURA

Agustín Valdez Rojas

La lectura de la Biblia es de las más importantes disciplinas espirituales que el cristiano tiene a su disposición. Por lo tanto, el creyente que desea una fe madura entiende que no sólo puede nutrirse de la práctica de la oración, de la adoración o del ayuno, pues resulta indispensable el escudriñar a fondo y con vehemencia las Sagradas Escrituras. 

Sin embargo, conquistar esta disciplina requiere el desarrollo de un hábito que, dicho sea de paso, en un país como México, no es una particularidad que se pueda presumir: se trata del hábito de la lectura, una práctica que de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cada año presenta una considerable disminución. 

Por medio de un cuestionario conocido como Módulo sobre Lectura (MOLEC) el INEGI dio a conocer que para este 2024 solamente un 69.6% de la población alfabeta de 18 años y más, declaró haber leído ya sea un libro, revista, periódico foros o blogs en internet; cifra que al ser comparada con el 84.2% del 2015, año en el que se realizó por primera vez la medición con este método, resulta alarmante tras una disminución de 14.6 puntos porcentuales. 

En México la cantidad de lectores es cada vez menor; sin embargo, en esta problemática, lo que debe preocupar a la comunidad cristiana es el conocer cómo afecta al creyente esta crisis de lectura; pues para alcanzar un crecimiento y desarrollo saludable en su vida espiritual/religiosa, precisa de conocer y entender, por medio del ejercicio de la lectura, el contenido de la Biblia, así como las diferentes doctrinas que rigen su fe. 

La lectura de la Biblia es una de las primeras exigencias para todo cristiano; sin ella, es prácticamente imposible alcanzar un nivel de fe aceptable que además le permita ser un creyente maduro, estable y prudente, que edifica sobre la roca con el fin de evitar la posibilidad de claudicar en tiempos de crisis.

¿Cuáles son los motivos reales por los que el ejercicio de la lectura bíblica es parvo?, ¿tiene que ver con que en nuestro país no se fomenta de manera suficiente el hábito de leer?, ¿qué retos representa para los líderes espirituales el lograr un incremento en la lectura de la Biblia? ¿qué soluciones se buscan para fomentar esta disciplina en las congregaciones?, ¿deben los pastores promover la lectura en general o solamente la bíblica?

El INEGI ya presentó los resultados; es verdad, quisiéramos números más favorables, pero es lo que hay. Sin embargo, es necesario indagar más en estos números, profundizar para conocer detalladamente nuestra realidad: de ese 69.6% de lectores, ¿cuántos son creyentes?; de los posibles lectores cristianos, ¿qué tipo de lecturas consumen?, ¿incluyen la Biblia entre sus ojeadas?

Ante esto, no faltara el pastor o pastora que levante la mano para presumir que en su congregación se lee la palabra de Dios con denuedo y pasión. Gracias damos por ello y oramos para que sean muchas las congregaciones en esta condición; sin embargo, ¿una entre cuántas?, ¿un cristiano entre cuántos? 

Y es que entre los resultados que aportó el INEGI hay otro dato que es todavía más alarmante. Tras darse a conocer los motivos por los cuales el mexicano lee, se puede ver que las lecturas por motivos religiosos se encuentran en el cuarto puesto, con apenas un 10.6%, de la población lectora, mientras que el tercero le corresponde a la lectura por cultura general con un 23.2%, le sigue un 23.4% que lee por motivos de estudio o trabajo y en el primer puesto aparece la lectura por entretenimiento con un 41.4%. 

Impacta el porcentaje de lectura por motivos de religión, y es que es necesario considerar que en ese 10.6% se contemplan la mayoría, o al menos las religiones más fuertes en el país. Así que, ¿cuántos lectores cristianos se pueden contar?; siendo más específicos, ¿cuántos lectores metodistas se contemplan en este 10%? Sea cual sea la cifra, hay que aceptar la existencia de una crisis de lectura en el país, se trata de una depresión lectora que posiblemente, afecta también al pueblo creyente.

Si cada vez hay menos lectores, es viable que cada vez haya menos cristianos que lean su Biblia; y si esto sucede, es previsible que emerja una generación de creyentes débiles en la fe, que fácilmente serán tirados por los vientos. Cada vez hay menos lectores visitando las librerías y muy posiblemente cada vez hay menos cristianos visitando las páginas de su Biblia; ¿cuál será entonces el nivel de conocimiento bíblico que podemos presumir?  

El problema está ya sobre la mesa, ¿cuáles serán las soluciones? El Instituto Nacional de Estadística y Geografía nos ofrece un paquete de información que resulta útil no sólo para mantenernos informados. Podemos aprovechar que gran parte de la tarea ya fue hecha e ir más allá. Posiblemente, el primer paso sería revisar dicho material y generar un plan de trabajo con el objetivo de cultivar creyentes disciplinados en la lectura y comprensión bíblica. 

No se trata sólo de dar lecciones a diestra y siniestra, ni de exigir por igual una lectura y memorización forzadas a los diferentes grupos que hay en las congregaciones; debemos ser cuidadosos y responsables con nuestro liderazgo. Y es que este organismo público nos informa que hay un grupo de edad que lee más y otro que lee menos, hay rubros en los que las mujeres leen más y en otros los hombres; así como el tipo de materiales son más leídos y cuáles ya están en desuso. 

El revisar los datos que otorga el INEGI nos ayuda a conseguir una mejor dirección y visión sobre qué debemos y podemos hacer. Además, al generar un buen proyecto, no sólo se procura el área de la religión, al mismo tiempo se trabaja para que el porcentaje de lectores en el país sea mayor y así poder obtener números más favorables en las próximas encuestas. 

Los promotores de la lectura buscan constantemente diferentes métodos para fomentar este hábito en diversos sectores y grupos poblacionales. La tarea no es sencilla y parece que aún no hay fruto; pero, la iglesia ¿qué hace para que la lectura de la Biblia resulte atractiva entre los creyentes? ¿qué hacer para que ese 10.6% mejore? 

Es probable que en las congregaciones se encuentren buenos lectores; sin embargo, los números son claros: la gran mayoría lee por entretenimiento,  no por crecimiento. 

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

2 Timoteo 3:16- 17, RVR1960  


Reseña Biográfica 

Agustín Valdez Rojas

Actualmente funge como pastor en la congregación Torre Fuerte en el municipio de Pesquería, Nuevo León. Actual corresponsal de la Conferencia Anual Oriental para el Evangelista Mexicano. Es licenciado en Teología por el Seminario Metodista Juan Wesley, y licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Metropolitana de Monterrey. 

Se considera un apasionado de la comunicación además de un amante del periodismo. Actualmente cursa la Maestría en Consejería Familiar, en la Universidad Cristiana de Monterrey y la Licenciatura en Derecho, en la Universidad Ciudadana de Nuevo León.