EDITORIAL

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LOS BIENES DE LA IGLESIA

“Porque de los presos también os compadecisteis, 
y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, 
sabiendo que tenéis en vosotras una 
mejor y perdurable herencia en los cielos.
Hebreos 10:34

En días pasados supimos del despojo de personalidad jurídica sufrido por cientos de organizaciones no gubernamentales en Nicaragua, por una disposición gubernamental: en total fueron 1500, entre las que se incluyen varias denominaciones evangélicas (1). Los argumentos del gobierno son la falta de reportes financieros oportunos de estas agrupaciones, que obstaculizaron, dijeron, el control y vigilancia de la oficina del Ministerio del Interior encargada de esta labor. En nuestra sección de Noticias Internacionales damos cuenta de esta información.

Esta medida incluye regulaciones estrictas, e incautación de los bienes de esas organizaciones por el Estado de aquel país. El dolor que seguramente ocasionan estas medidas, va en proporción al esfuerzo que los creyentes en aquel país han realizado durante años de labor misionera a favor del extendimiento del reino de Dios. Oramos pidiendo que Dios guarde en completa paz a aquellos cuyo pensamiento en él persevera, porque en él han confiado, y se muestre a su favor en este tiempo de prueba. Jesús ha prometido que las mismas puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia, y pedimos para nuestros hermanos nicaragüenses que esas palabras hoy en especial sean una realidad en sus vidas.

Al considerar esta situación sufrida por los creyentes en Nicaragua, viene a nuestra mente el pasaje de Hebreos 10:34 que escribimos al principio, y nos preguntamos cuáles son los bienes que como parte del cuerpo de Cristo tenemos, y qué pasaría si en nuestro país viviéramos un hecho semejante. Nuestra Iglesia Metodista de México tiene ciertamente bienes para facilitar el desempeño de su función. Pero, ¿son esos verdaderamente los recursos que le dan sentido a la labor de la iglesia?

Desde luego que no, y hemos de estar conscientes del tesoro más grande que tenemos, el Señor Jesucristo, el evangelio de las buenas noticias de salvación en él; y además, la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, que  nos alienta a ir en busca de las personas que viven en oscuridad. Lutero afirmó: 62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.  (2) . Esos son nuestros mayores bienes, los que le dan sentido a todo lo material que pueda estar en el inventario de nuestra iglesia. Esos bienes espirituales son algo que jamás debemos perder; aferrarnos a los bienes materiales únicamente es pensar como el pueblo de Judá en el tiempo de Jeremías, que no escuchó la palabra de Dios y aborreció su ley, pero insistía en ofrecer holocaustos y sacrificios que no le agradaban en absoluto a Dios.

Las cosas que se ven son temporales, dice la Escritura, pero las que no se ven son eternas, dice 2 Corintios 4:18. Los bienes materiales son bendición de Dios, pero el mayor tesoro de la iglesia debe ser lo que no se ve, la fe en Jesucristo de cada uno de sus miembros. 

En este número del 31 de agosto, damos un reconocimiento a nuestros adultos mayores, que son un referente para las nuevas generaciones. Escucharlos y tomar ejemplo de su vida de fe alienta a las nuevas generaciones. Dos de nuestras publicaciones hacen un recuento de la bendición de tenerlos.

Incluimos, entre otros artículos, una crónica de la pasada Conferencia Anual Septentrional, y un relato de una asociación de ayuda a la mujer en la ciudad de Monterrey. Invitamos a su lectura y comentario, y damos gracias, como siempre, que sean ustedes nuestros lectores.

Sinceramente,
María Elena Silva Olivares
Directora de El Evangelista Mexicano.


NOTAS:

  1. https://www1.cbn.com/mundocristiano/latinoamerica/2024/august/nicaragua-cancela-la-personeria-de-1-500-ong-incluyendo-numerosas-iglesias-evangelicas
  2. https://iglesialuterana.cl/doctrina-luterana/martin-lutero/95-tesis/