EDITORIAL

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La revolución que hace falta

El 20 de noviembre, los mexicanos recordamos el inicio de la Revolución Mexicana,

un hito en nuestra historia nacional. Según la historia oficial, un cambio para bien; según otras historias, un cambio que trajo mucho trastornos (la abuela de un amigo de la facultad le dijo: “Ustedes no saben lo que dicen cuando hablan de revolución”) por toda la afectación que causó, sí, a latifundistas y gente que tenía demasiado dinero y poder; pero también a gente que honestamente había logrado algún patrimonio y le fue arrebatado en nombre “de la Revolución”. Lo cierto es que nuestro país no volvió a ser el mismo después de la lucha armada que inició en 1910; fue una respuesta, en verdad, a un clamor social por democracia e igualdad, pero también fue aprovechada por personas que usaron el tema de la Revolución para “llevar agua a su molino”. 

En la Iglesia Metodista, por otro lado, hubo mártires que se agregaron a esta lucha armada en busca de establecer el orden del cielo en la tierra, la justicia: hemos oído hablar de hermanos como Rubén Jaramillo y en este número hay un escrito de Oswaldo Ramírez acerca de Camerino Z. Mendoza. Los invitamos a leer este escrito para conocer parte de la trayectoria de vida de este varón revolucionario, miembro de nuestra iglesia.

En el movimiento revolucionario, la publicación oficial de la Iglesia Metodista Episcopal en México, El Abogado Cristiano, pasó por periodos de convulsión ante la pugna entre la línea marcada por sus autoridades -misioneros venidos de Estados Unidos- y la visión de pastores nacionales, que veían la necesidad de un cambio social que reflejara los valores bíblicos. Para una mayor información sobre este tema, remitimos al escrito: El metodismo ante la Revolución: El Abogado Cristiano y el levantamiento maderista, escrito por Ramiro Jaimes Martínez (1).

Una revolución en el siglo XXI tendría que ser lo que Pablo menciona en Romanos 8:19: 

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Los metodistas a quienes tocó vivir el tiempo de la Revolución y quisieron hacer algo diferente a estar dentro de las cuatro paredes del templo, estuvieron dispuestos a pagar el precio de su valerosa decisión. Ahora nosotros, en el siglo XXI, podemos mirar a nuestro alrededor y aceptar que la creación, como entonces, aguarda nuestra manifestación como hijos de Dios, influyendo con el poder del Espíritu Santo para cambiar las circunstancias que sabemos deshonran al Señor: ya sea una familia donde hay maltrato, un lugar de trabajo donde hay un mal ambiente, un lugar donde los niños o los adultos se sienten inseguros, y otras situaciones similares. 

¿Cómo iniciar este cambio, esta revolución? Estando dispuestos a pagar el precio que Pablo menciona antes, en el versículo 17: Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Al estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos, para que la vida de Cristo se muestre en nosotros, empezamos esa revolución que hace falta.

La revolución más grande que podemos hacer es ser colaboradores de Dios para transformar el corazón de la gente para Cristo, de manera que esta revolución traiga un cambio social; y no es al revés, no es querer un cambio social e ideológico que influya desde afuera en la gente. La revolución que hace falta va de  adentro hacia afuera. Jesús lo dijo en estas palabras: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio (Mateo 23:25-26). Para limpiar el entorno social, necesitamos primero, entonces, que Cristo limpie el corazón de las personas. Pablo habla de esta limpieza igualmente en Romanos 12:1-2 cuando dice: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

En este número del 15 de noviembre contamos con valiosas crónicas de conferencias de distrito de una de nuestras conferencias anuales, la del Sureste; una crónica de una capacitación de pastores en esa misma conferencia, así como el testimonio de una fiel pastora cuyo principal deseo es “Servir al Señor”, título de su escrito. Tenemos igualmente el relato del valeroso trabajo entre los kakataibos de la misionera Militsa De Gyves, además de otras colaboraciones, que estamos seguros serán de su interés.

Un saludo fraternal para todos ustedes,
María Elena Silva Olivares
Directora de El Evangelista Mexicano


Nota: 

  1. Jaimes Martínez, Ramiro. (2012). El metodismo ante la Revolución: El Abogado Cristiano y el levantamiento maderista. Estudios de historia moderna y contemporánea de México, (43), 69-103. Recuperado el 14 de noviembre de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26202012000100003&lng=es&tlng=es.