Junto con la Familia Rivera Chavira, doy gracias a Dios por mi inolvidable hermana María Antonieta Chavira de Rivera, a quien conocí durante mi pastorado en la IMMAR Bethel y estancia en la Ciudad de Chihuahua, durante los años 1985 a 1988. Ella y su familia vivían cerca de la casa pastoral. Y pronto me di cuenta que eran una familia muy comprometida con la actividad de la iglesia. Ella tenía un claro don de servicio que la hacía presente y visible en todas las actividades congregacionales. Su vocación servicial espontáneamente la hacía correr por un vaso con agua para mí en cuanto me escuchaba toser. Su temperamento afable y el carácter amistoso del Hno. José, su esposo, pronto estableció una amistad genuina entre ellos y mi esposa y un servidor. Nos agradaba tener como amigos a una pareja que, en ese entonces, ya era un pilar de la iglesia. Todos los domingos los invitábamos a pasar la tarde o la noche, después del Culto Vespertino, a estar con nosotros en la casa pastoral, porque nos edificaba estar junto a esta pareja. Viviendo ellos tan cerca, también los visitábamos frecuentemente, aunque no hubiera alguna razón formal. Nuestros hijos aprendieron a amarlos y a amar a los hijos de ellos.
No puedo imaginar cómo una persona cristiana podría ser mejor que ella. Siempre bien intencionada, siempre dispuesta a cualquier tarea que se le encomendara, siempre lista a sonreír aun en las circunstancias que a otros nos hacían enojar. ¿Cómo podía estar tan tranquila mientras los demás estábamos indignados o desesperados? Tenía una manera diferente de mostrar la llenura del Espíritu Santo, aparte de lo que era lo común dentro de la época de renovación espiritual del metodismo mexicano norteño.
En mi corazón me despido de ella sabiendo que, por un lado, está de nuevo junto a mi hermano Pepe, su fiel enamorado, pero sobre todo, porque está a los pies de Aquel, el único de quien se puede decir: “En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre” (Sal. 16:11). Ella es hoy más bienaventurada que nunca, y que este pensamiento muy cierto traiga fortaleza espiritual a sus hijos, nietos y biznietos.
Pbro. Bernabé Rendón M.
San Nicolás de los Garza, N.L.
7 de enero de 2025.



Nota: La hermana Rivera permaneció fiel en la iglesia Bethel por 80 años, y asistió a más de 43 asambleas de la femenil.
