¿QUÉ ES LA CONEXIONALIDAD?
En la actualidad tenemos una gran cantidad de iglesias evangélicas de diferentes acentos religiosos; algunas pertenecientes a lo que se conoce como “iglesias históricas” y entre las cuales se halla la Iglesia Metodista, y otras conocidas como iglesias independientes o autónomas. Cada una afirma un determinado grupo de creencias y ahora nos encontramos con que algunas iglesias autónomas son difundidas mediante estrategias de publicidad muy atractivas.
Una persona que haya experimentado el nuevo nacimiento espiritual a través de Cristo puede verse confundida con tanta diversidad de alternativas para congregarse, e incluso comenzar a ir visitando una iglesia u otra, para “conocer”. Esto, sin embargo, puede llevar a confusión y una falta de compromiso con el trabajo en el reino de Dios. Recuerdo a un pastor que nos dijo, refiriéndose a la iglesia: “Una iglesia es una familia”. Y en verdad, uno tiene solamente una familia para crecer y desarrollarse; podrá visitar ocasionalmente a otras familias en situaciones especiales, pero su base es su familia de origen. De igual forma, un individuo para desarrollarse sanamente como creyente debe tener como base su pertenencia a una iglesia local, aunque eventualmente pueda ir a reuniones con gente de otras iglesias -esto lo tenemos muy claro los metodistas, que en ocasiones nos reunimos en grupos a nivel distrital, conferencial o nacional, y en grupos de edad o de varias edades. Esta relación entre iglesias locales es producto de lo que se conoce como conexionalidad.
Las iglesias autónomas, con todo y decidir ser independientes, encuentran sin embargo que esta “independencia” a la larga no es buena y por ello buscan unirse en alianzas. Dichas alianzas son apoyadas por nosotros como metodistas en una búsqueda de hacer cuerpo con otros grupos evangélicos, es cierto, pero dándole prioridad a nuestra conexionalidad como iglesias metodistas. Al reunirnos para una concentración, retiro, campamento, conferencia, etcétera, reforzamos nuestro sentido de ser iglesia metodista. Cuando alguien que pertenece a una iglesia independiente llama a otros a la unidad, a los metodistas nos parece que es algo que nosotros ya practicamos, a través de la relación de conexionalidad que existe entre nuestras congregaciones.
Una iglesia local no es una “isla”, que pueda subsistir en soledad: necesitamos la convivencia, el roce, el trato y sobre todo la adoración común a nuestro Dios en unidad con otras congregaciones, como desde el Nuevo Testamento se nos enseña que hacían los primeros grupos de creyentes.
Por eso, cuando nos reunamos con personas de otras congregaciones metodistas, busquemos no platicar sólo con la gente que conocemos, sino más bien con aquellos que no conocemos; así ampliaremos nuestro círculo de relaciones y reforzaremos nuestro sentido de conexionalidad.
En este número del 31 de enero, encontramos una reflexión sobre lo que representa nuestro compromiso con la iglesia, en “Mi pueblo pereció por falta de … compromiso”, además de un valioso compendio de cantos juveniles del siglo XX, reflejo de esa conexionalidad de que hablamos anteriormente. Ante la proximidad de lo que se conoce secularmente como el mes del amor y la amistad, presentamos una historia de amor dentro de “Historias de una historia: Julia Ibarra Zapata”. Conoceremos algo del trabajo que se está realizando en el pueblo kakataibo del Perú, a través del Boletín Kakataibo. Y asimismo tendremos una colaboración más de la sección de asuntos legales, El Abogado Cristiano.
Invitamos, como siempre, a que ustedes lean, comenten y compartan estas colaboraciones, que por sí mismas son reflejo de nuestra conexionalidad.
Afectuosamente,
María Elena Silva Olivares.
