HISTORIAS DE UNA HISTORIA

HISTORIAS DE UNA HISTORIA

NÚM. 52
LA IGLESIA “EL MESÍAS”
MONTERREY N.L.

La Conferencia Anual Fronteriza se celebró en el mes de Julio de 1988 en el bello templo “San Pablo” de Torreón, Coahuila. El viernes hubo elecciones -entre ellas la del Director del Seminario Juan Wesley en la persona del Pbro. Bernabé Rendón Morales-, por lo tanto era un hecho de que yo regresaría a ser pastor de una Iglesia, pero no tenía idea de cuál seria. Todo el resto del viernes y el sábado estuve con la incertidumbre de la Iglesia a la que sería nombrado; pero debo confesarles que yo tenía paz en mi corazón y una gran ilusión por volver a ser pastor de una congregación. Mis dudas se disiparon el domingo por la mañana cuando en el culto de clausura el Obispo leyó los nombramientos y le escuché decir: Pbro. Baltazar González Carrillo, Iglesia “El Mesías”, Monterrey Nuevo León.

Quiero contarles algunos aspectos que nos pueden llenar de gozo o que nos pueden acarrear tristeza; es decir, que hay momentos en que aparecen las pruebas que son como sombras que oscurecen la luz de nuestras vidas.

Trataré de contar estas vivencias con una serie de subtítulos:

1.- Las pruebas. Cuando terminó el culto de clausura de la Conferencia una dama miembro de la Iglesia “El Mesías” se entrevistó con el Obispo y le reclamó sobre mi nombramiento como pastor de dicha Iglesia. Hubo expresiones muy negativas sobre mi persona y le insistió sobre dar marcha atrás al nombramiento. Aquella dama no se percató que una de mis hijas estaba escuchando esa conversación, simplemente ella no conocía ni a mi familia ni a mí. Cuando nuestra hija, llorando, nos comunicó lo que había oído, nos preocupó y sentimos que esta era una prueba que teníamos que afrontar.

2.- La mudanza. Acatando las nuevas disposiciones preparé mi mudanza, no sin antes ponerme de acuerdo con el pastor saliente para efectuar el cambio. Cuando llegamos, mi familia y yo con nuestra mudanza nos sorprendimos que el pastor y su familia todavía estaban ahí y no habían movido un solo cuadro de la casa. La explicación que el pastor me dio fue que una comisión estaba tratando con el Obispo para que él quedara un año más. Nuestros muebles quedaron en el salón social porque el nuevo Director del Seminario ya estaba por llegar. Mi familia y yo nos fuimos a pasar la noche con familiares de mi esposa en Guadalupe, Nuevo León. Llamé al Obispo y lo puse al tanto y él me contestó que no me preocupara, que mi nombramiento estaba confirmado. Al día siguiente mi familia, los conserjes Emmita y Ezequiel y unos jóvenes de la Iglesia nos ayudaron a llevar nuestros muebles a la casa que ya había sido desocupada.

3.-La presentación. El primer Domingo de agosto vino el Obispo y me presentó a la Iglesia como su nuevo pastor. El vicepresidente de la Junta de Administradores me dio la bienvenida, pero me advirtió que la Iglesia era tradicional y conservadora y que por ello, no se admitiría que los cantos fueran acompañados por instrumentos que no fueran el piano y el órgano del templo; tampoco se acompañarían los cantos con palmas (aplaudir). Agregó también que ellos sabían que yo tocaba acordeón; pero que no se necesitaría, porque había un rol de pianistas y organistas que estarían en todos los cultos de la semana.

4.-La primera sesión. Durante la primera sesión de la Junta de Administradores presenté mi Plan de Trabajo para el año conferencial agosto de 1988- julio de 1989. El plan era muy sencillo: cada mes tendría un énfasis especial, por ejemplo: Agosto “El mes de la Biblia”; Septiembre, “El mes de la Libertad Cristiana”; Octubre, “El mes de la Reforma Protestante”; Noviembre, “El mes de la Oración”; Diciembre, “El mes de la Navidad”; Enero, “El mes de la Vida Nueva”; Febrero, “El mes de la Amistad Cristiana”; Marzo, “El mes de la Evangelización”; Abril, “El mes de la Pasión de Cristo”; Mayo, “El mes de la Familia Cristiana”; Junio, “El mes de la Evaluación”; y Julio, “El mes de la Conferencia Anual”.

En cada mes se estarían predicando sermones alusivos, también los estudios bíblicos de los jueves tocarían el énfasis mensual.

La Junta aprobó mi Plan de Trabajo; y en respuesta a la advertencia del Domingo de mi presentación, les comenté que yo venía a esta Iglesia a servir a Dios y a buscar el bienestar espiritual de la congregación. Les ofrecí mi respeto, pero también les testifiqué que -aunque yo era una persona educada en una familia metodista y miembro en plena comunión de la Iglesia Metodista “San Pablo” de Torreón y que fui a estudiar a un Seminario Metodista y desde 1965 fui pastor solamente de Iglesias Metodistas y que, finalmente, acababa de concluir cinco años como Director del Seminario Metodista “Juan Wesley”- no podía negar que el 4 de Febrero de 1973 recibí el bautismo y la llenura del Espíritu Santo, y esta experiencia cambió radicalmente mi vida y estaba seguro que desde entonces yo anhelaba servir cada día al Señor y a su Iglesia con mayor consagración.

El Plan de Trabajo se fue desarrollando a medida que pasaban los días, las semanas y los meses. Quiero contarles ahora algunos eventos, situaciones y vivencias que vinieron a lo largo del año:

1.- La asistencia.- Cada Domingo teníamos tres actividades: la Escuela Dominical a las diez de la mañana con una asistencia muy raquítica. El culto de adoración a las once treinta de la mañana, con una asistencia de setenta personas incluyendo al coro, que estaba integrado por veinticinco miembros. El culto nocturno, con una asistencia de once personas, incluyendo al pastor y su esposa. Al estudio bíblico del jueves asistían solamente ocho personas, incluyendo al pastor y su esposa.

2.-Las doctrinas.- Un domingo por la mañana me armé de valor y le pregunté a la congregación: ¿conocen ustedes las tres doctrinas que caracterizan al metodismo-wesleyano? Hubo un silencio, pero yo insistí que me dijeran cuáles eran; algunos se atrevieron a contestar, pero equivocadamente, luego agregué: las tres doctrinas que nos caracterizan a los metodistas son 1.-“La Universalidad de la Gracia de Dios”, 2.-“El Testimonio del Espíritu” (también conocida como la certidumbre de la salvación) y 3.-“La Entera Santificación” (también conocida como La Perfección Cristiana). Luego le anuncié a la congregación que a partir del próximo domingo por la noche y los jueves estudiaríamos dichas doctrinas. El siguiente domingo por la mañana fue muy notable el aumento en la asistencia y por la noche había setenta personas en el estudio bíblico que estaba por iniciar. La asistencia aumentó en la Escuela Dominical, en el culto de adoración, en el culto dominical por la noche y los jueves también.

3.- El huracán.- La noche del 15 de septiembre, mientras celebrábamos una noche mexicana en los jardines de la Iglesia, por la radio y la televisión se anunciaba que el huracán “Gilberto”, que originalmente se encaminaba a las costas de Estados Unidos en el Golfo de México, había dado un giro hacia las costas de Tamaulipas y se estaban tomando todas las previsiones por los peligros y la fuerza de este huracán. A las seis de la mañana del día 16 de septiembre de 1988 comenzó a llover; la lluvia se prolongó por dos días, el 17 y el 18 y el día 19 se vieron los desastres que la lluvia había causado con el crecimiento del río Santa Catarina y de todos los arroyos que confluyen en el río. Creo que nunca se ha sabido el número de muertes causadas por este huracán; se derrumbaron edificios, se cayeron puentes, se rompieron carreteras y se inundaron muchas colonias. La liga de jóvenes reunió despensas y organizamos dos o tres grupos para ir a trabajar en la limpieza de algunos hogares en colonias muy pobres, entre ellas la casa de la señora Emmita, nuestra conserje. Gracias a Dios que ella y su familia estaban bien; y nosotros, contentos de haber servido con nuestro granito de arena ante tan grave situación.

4.- La Navidad.- En el mes de octubre, aparte de las actividades programadas, me di a la tarea de organizar el coro infantil y también un grupo juvenil de teatro; por su parte el coro de la Iglesia comenzó sus ensayos para el Concierto de Navidad. Fue así, cuando la noche del 24 de diciembre de 1988 celebramos el Culto de Luces de Navidad. El coro infantil preparó un repertorio de siete Villancicos Navideños y el tradicional himno “Noche de Paz”.

Esa Nochebuena el templo lucía no solamente bellos adornos -entre ellos un enorme pino de navidad. Lo más maravilloso era que el templo estaba completamente lleno de feligreses, de familiares que habían venido de otras ciudades y de invitados. El coro infantil lo integraban veinte niños y niñas y el coro de la Iglesia lo integraban treinta personas. Como una nota especial el coro infantil incluyó el Villancico “El niño del tambor”, que fue acompañado por mi hija Ruth Julieta con su flauta y uno de los niños con un enorme tambor y yo con mi acordeón.

Luego vino la predicación a mi cargo y enseguida el Ritual de Luces; y para finalizar, los dos coros (50 integrantes) y toda la congregación con nuestras velitas encendidas y las lámparas del templo apagadas, cantamos el hermoso himno “Noche de Paz, Noche de Amor”. Fue una hermosa Navidad: los niños, sus padres, sus abuelos y todas las familias salimos felices y muy contentos después de esta inolvidable Nochebuena.

Como un corolario de esa noche vino a nuestra casa aquella hermana que le había reclamado al Obispo por mi nombramiento. Nos trajo como obsequio de Navidad un arcón que contenía diversos tipos de quesos finísimos, jamones y otras carnes finas, latería, mermeladas, frutos secos (nueces, cacahuates, pistaches y almendras), también ricos panes de sal y de dulce. La hermana me ofreció una sentida disculpa por su comportamiento, sin conocerme. Debo agregar que el papá de esta hermana semanas atrás enfermó gravemente y fue hospitalizado; una tarde lo fui a visitar, oré con él y lo ungí con aceite en el Nombre del Señor; en unos cuantos días ese hermano salió del hospital por su propio pie, ante el asombro de los médicos y de su familia; el Señor lo había sanado. Todo esto, más mi labor pastoral, motivaron el cambio experimentado en la hermana, que ahora me manifestaba su aprecio, su afecto y su gratitud.

5.-La Convención.- Los jóvenes de nuestra Iglesia solicitaron organizar y recibir la Convención Juvenil Conferencial para el mes del julio de 1989. Fue así que a partir de enero de ese año se nombró el Comité Organizador y éste a su vez nombró distintas comisiones como: transportación, hospedaje, alimentación, publicidad, oración y otras más. Invitaron como su asesor al ingeniero Roberto Ríos Bueno, quien en su juventud había sido un activo líder y presidente nacional de la juventud metodista. Cada sábado a las ocho de la mañana el comité estuvo sesionando a lo largo de los meses desde enero hasta julio.

6.- El Ágape Cristiano.- Así como la congregación no sabía o no recordaba las doctrinas que caracterizan al metodismo, tampoco sabían qué es un culto de Ágape Cristiano, que por cierto era una Fiesta de Amor que se practicaba en la Iglesia Primitiva y que por razones especiales se dejó de celebrar. Fue el reverendo Juan Wesley el que rescató el Culto de Ágape Cristiano haciendo lo más sencillo, pero lleno de espiritualidad.

Preparé el orden del culto para celebrarlo en el salón social, porque en dicha celebración se colocan mesas en el centro y sillas alrededor de ellas; sobre las mesas se colocan jarras con agua, pan en trocitos, vasitos desechables y servilletas. Se cantan himnos que se refieren al amor de Dios y al amor entre los hermanos. En esa ocasión invité a dos hermanas para que compartieran su testimonio de cómo el amor de Dios las alcanzó y las salvó. Una de las hermanas fue la señora Berta Todd de Villalpando, quien en su juventud fue monja católica; la otra hermana fue la señora Diana Garcíacano, quien había sido asistente del sacerdote de su parroquia católica. Las hermanas compartieron su testimonio de conversión a Cristo y su bautismo en la Iglesia Metodista.

El culto de ágape termina con tres acciones: 1.-la gente se acerca a las mesas y toma una servilleta, coloca uno o más panecillos y los comparte con personas a quienes estima en gran manera.2.-otros pueden llevar un panecillo o un vasito con agua a personas a quienes no conocen y 3.-se lleva pan y agua a personas con quienes se ha tenido alguna dificultad y con este acto viene una reconciliación.

Cuando celebramos este culto en la Iglesia “El Mesías” yo pude notar cambios de actitud, mayor consagración y deseos de buscar más al Señor. Algo estaba preparando Dios para esta Iglesia.

7.- La oración.- Me di cuenta que dos o tres señoras de la Iglesia venían cada miércoles para orar. Se reunían en el salón de cuna, pues éste estaba alfombrado y las hermanas pasaban una hora o más de rodillas orando al Señor. Me uní a ese pequeño grupo para acompañarles en la oración; y una tarde, la hermana que dirigió el devocional y presentó las peticiones incluyó una que decía: “oremos por un avivamiento”. Al doblar nuestras rodillas para orar oí a la hermana orar en voz baja pero en otras lenguas; y me llené de asombro pero también de gozo, pues la hermana tenía la llenura del Espíritu Santo. Al terminar la reunión platiqué con ella y efectivamente me contó su experiencia con el Espíritu Santo de Dios. A partir del segundo miércoles las reuniones de oración las teníamos en el templo y poco a poco fue aumentando la asistencia a la oración.

8.- Amistad Cristiana.- Un grupo de jóvenes adultos me hizo la petición de organizar una liga de jóvenes adultos, o simplemente un grupo de jóvenes y señoritas en edad casadera. Iniciamos este grupo los miércoles por la noche con muy buenos resultados, pues de ahí surgieron parejas y matrimonios. El grupo se llamó “Amistad Cristiana”. Una de las parejas que llegaron a ese grupo sigue siendo fiel a esta congregación, ellos son: Gerardo y Lety Robledo.

9.-El árbol.- Consultamos con algunos ingenieros la manera de enfriar el templo en el verano, pues su construcción de concreto nos hacía sufrir buenos calores. Un ingeniero sugirió que se plantaran árboles en el jardín y se abrieran las puertas laterales para que el viento que entrara fuera más fresco. Siguiendo esta instrucción, se compró en un vivero un pequeño árbol que, se nos dijo, crecería mucho y daría una excelente sombra refrescando el ambiente. En un acto especial el pastor y los jóvenes plantamos el arbolito lo más cercano a las puertas laterales del templo. Con el paso de los años ese árbol ha crecido enormemente, y en verdad, es refrescante estar bajo su sombra. Cada vez que visito esa Iglesia les recuerdo: “ese árbol lo planté yo, así es que cada vez que lo ven acuérdense de mí”.

10.- La Conferencia.- Muy rápido pasó el año y la Conferencia se celebró en Ensenada, Baja California. Fue necesario viajar en avión ante la lejanía de esa ciudad. Yo iba tranquilo: apenas estaba cumpliendo un año en esta congregación; pero Dios seguía moviendo sus piezas que tenían que ver con mi caminar en Su servicio.

La Conferencia tenía que elegir un superintendente interino para el Distrito de la Victoria, en virtud de la renuncia de su titular meses atrás. La terna que envió el Distrito para esta elección estaba integrada por: Armando Talamantes Sánchez, Ricardo García Sánchez y Baltazar González Carrillo; ya estando apunto de la elección propusieron un candidato más, que fue Ricardo Esparza Zuno. Por el número de candidatos creímos que la elección estaría muy reñida; sin embargo, por amplia mayoría el voto me favoreció a mí y en cuestión de minutos ya era yo el Superintendente del Distrito de la Victoria. ¿Qué estaba preparando Dios para mí?

Al regreso de la Conferencia todavía teníamos un compromiso muy importante como Iglesia y era la celebración de La Convención Juvenil Conferencial que, por cierto sería la última Convención Juvenil de la Conferencia Anual Fronteriza. Las razones las explicaré en mis próximas historias. Por ahora sólo les diré que la Convención fue todo un éxito, a pesar de las restricciones que como Iglesia tradicional impusieron a la juventud.

El domingo que me despedí de esta Iglesia, la Junta de Administradores pasó al frente y estando yo de rodillas en el altar impusieron sus manos sobre mí y me encomendaron a la gracia del Señor para este nuevo cargo de Superintendente. Algo estaba por suceder en esa hermosa Iglesia, sólo Dios y el paso del tiempo nos lo dirían.

Siempre hemos recordado a las familias de esta congragación. Mi esposa Julia llegó a ser muy amada entre las mujeres de esa Iglesia; mis hijos, muy estimados por la juventud; y yo siempre he mantenido una hermosa amistad con los hermanos de la iglesia “El Mesías”.

Dios tiene propósitos para su Iglesia y para cada cristiano en particular. No sé cuántos años pasaron, pero en una ocasión el pastor de la Iglesia El Mesías me invitó a predicar y cuál seria mi sorpresa que los cantos estaban acompañados por un hermoso grupo de alabanza que ejecutaban instrumentos como guitarras eléctricas, batería y teclado; la congregación acompañaba rítmicamente los cantos con las palmas de sus manos, otros levantando sus manos en actitud de adoración; y más grande fue mi asombro cuando en uno de los pasillos un hermano danzaba con plena libertad y en su rostro se dibujaba el gozo del Señor… ese hermano fue el que me leyó la cartilla muchos años atrás, advirtiéndome de que en esa Iglesia de corte tradicional no se admitían esas expresiones cúlticas.

“Los caminos de Dios son Inescrutables”.

La oración de aquel pequeño grupo de mujeres se estaba cumpliendo y Dios estaba enviando un hermoso avivamiento a una hermosa Iglesia. 

FUENTE: https://www.facebook.com/photo?fbid=3133153363608225&set=a.1418694535054125