Por José Demetrio Solano Rivera, Pbro.
Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas.
Proverbios 22:6 (TLA)
En enero, en los talleres de capacitación que brinda el seminario Dr. Gonzalo Báez Camargo de la Iglesia Metodista de México A.R., el Dr. Edesio Sánchez Cetina, quien nos ofreció el Taller Estudio de los Libros Esdras y Nehemías, sembró la inquietud y reflexión en algunos pastores sobre su escrito, La Familia: Iglesia Doméstica; basado en su experiencia y conocimiento del libro de Deuteronomio.
A través de este escrito comparto algunos puntos interesantes de este documento para que usted también pueda reflexionar en la importancia de Educar en la Fe.
El Dr. Edesio Sánchez Cetina aborda la crisis que enfrentan muchas iglesias debido a que la enseñanza de la fe y la vida cristiana ha dejado de ser impartida en el hogar. Según sus estudios bíblicos, enfatiza que el hogar, y no el templo, es el núcleo vital de la enseñanza de la fe. Como evidencia, señala que la iglesia del primer siglo brindaba esta instrucción en un contexto familiar, lo cual sustenta su argumento de que los padres han perdido su papel fundamental en la educación religiosa de sus hijos.
La Biblia, en el Antiguo Testamento, destaca los elementos prioritarios para la fe del pueblo de Dios enfocado en la familia.
Pensemos en la creación. La Escritura establece que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, lo que implica una pluralidad y una comunidad en la creación. Por tanto la familia es el núcleo básico de la humanidad, y es fundamental en la comprensión de la imagen de Dios.
Génesis 1:26-28 (RV60)
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Génesis 2:23-24 (RV60)Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Génesis 5:1-3 (RV60)
El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.
Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.
El libro de Génesis refuerza la idea de que la humanidad no puede existir en un solo individuo, sino que se encuentra en la relación entre hombre, mujer e hijos.
Ahora, el Antiguo Testamento presenta un enfoque cuidadoso hacia la regulación de la vida familiar, especialmente en el Pentateuco y los libros sapienciales. La familia era considerada el centro de la instrucción religiosa, preservando y transmitiendo las tradiciones a través de la enseñanza y la alabanza. La Pascua, por ejemplo, era un festival familiar celebrado en el hogar, donde el padre tenía un papel central y no requería de un sacerdote o del templo.
El Deuteronomio es un libro clave en la historia de Israel. Se estructura en cinco secciones, centradas en la ley de la alianza y la instrucción a las nuevas generaciones proporcionando bases teológicas y la evaluación de su historia. Además, actualiza la palabra de Dios, enfatizando la enseñanza en el hogar y las relaciones intergeneracionales.
Los capítulos 6:4-9 constituyen el núcleo que conecta la transmisión de la fe con la vida cotidiana, subrayando la importancia del hogar en la educación cristiana.
Deuteronomio 6:4-9 (RV60)
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
El pasaje subraya la importancia de que los padres enseñen a sus hijos la palabra de Dios. Esta enseñanza debe ser integral, abarcando todos los aspectos de la vida cotidiana. Pero el Dr. Edesio nos dice que, aunque la familia es un lugar de enseñanza, también está influenciada por factores externos como la escuela, los medios de comunicación y la presión de grupo; por ello la educación de la fe no puede ser vista como un evento aislado, sino como un proceso continuo que debe integrarse en la vida diaria.
Ante esto Sánchez Cetina describe la cultura contemporánea como «light», caracterizada por el materialismo, consumismo, individualismo y hedonismo. Estos factores han influido en la vida familiar y han desdibujado la línea entre los valores cristianos y las prácticas del mundo moderno. La respuesta es desarrollar una pastoral familiar que integre la enseñanza bíblica con las realidades contemporáneas. La educación cristiana debe ser un esfuerzo conjunto de la iglesia y la familia, enfocándose en la formación de valores y la enseñanza de la fe en el hogar.
Realmente el panorama no es fácil, no es sencillo, pero el planteamiento es volver a la instrucción bíblica y tomar la responsabilidad que tenemos como familia de instruir y practicar la fe
El Dr. Edesio nos da algunas recomendaciones.
- La educación en el hogar debe ser integral,
- Las familias deben de ser centros de enseñanza
- Desarrollar estrategias en la iglesia y hogar
- Enfoque en la palabra de Dios
Educar en la fe es un llamado y un privilegio. Debemos vivir nuestra fe de manera genuina, enseñarla con diligencia y establecer recordatorios visibles que mantengan viva la Palabra de Dios en nuestro entorno. No es suficiente esperar que otros lo hagan por nosotros; es nuestra responsabilidad como creyentes transmitir la fe a las futuras generaciones con amor y dedicación.
Educar en la fe no es un acto aislado, sino un estilo de vida. Cuando lo asumimos con pasión y compromiso, no sólo transformamos las vidas de quienes nos rodean, sino que también fortalecemos nuestra propia relación con Dios e impactamos generaciones.
