¿APARIENCIA O SANIDAD?

¿APARIENCIA O SANIDAD?

La vida en la comunidad de creyentes puede llegar a convertirse en una farsa, donde todos pretendemos “estar en bendición” o “vivir en victoria” y no aceptamos que tenemos áreas oscuras que necesitan ser iluminadas por la gracia de Cristo. En los siguientes dos testimonios veremos cómo la convivencia honesta, sin apariencias, es un enriquecedor instrumento que Dios usa para irnos moldeando hasta que podamos ser reflejos de Cristo a otros.

  1. ¿Llevas una máscara?

Por Michelle Geoffrey, pastora celular en www.celebrationchurch.org

Durante el Entrenamiento de Líderes Celulares de la Iglesia Celebración, les damos a todos platos de papel y marcadores y les pedimos que dibujen una cara – puede ser la suya o una de su imaginación. Cuando todos terminan, les decimos que sostengan su “máscara” frente a su cara mientras comienza la clase. A continuación, el profesor dirige el debate y todos mantienen sus máscaras levantadas durante unos minutos.

Después, se bajan las máscaras y se les pregunta: “¿Cómo te has sentido?”. Con el tiempo, escuchamos respuestas como “seguro”, “sofocado” y “solo”.  Entonces explicamos que éste es un ejemplo de cómo se sienten los demás si no pueden ser transparentes en una reunión celular y que el líder es un ejemplo de vulnerabilidad.  

Los grupos que existen hoy en día, tanto cristianos como no cristianos, no son así. La gente está constantemente expuesta a imágenes y videos de aquellos que parecen “tenerlo todo”. Para que un grupo celular sea verdaderamente bíblico, los miembros deben sentirse lo suficientemente seguros para ser ellos mismos, empezando por el líder. En la Biblia, Pablo lideró mostrando su vulnerabilidad. Por ejemplo, en Hechos 2:18, dice: “Vosotros mismos sabéis cómo he vivido entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que puse los pies en Asia.” Pablo experimentó altos y bajos, y recordó a los líderes que dejó en su lugar para que continuaran su misión.

Cómo cultivar la apertura como líderes

Modelar la vulnerabilidad. Comparta historias personales en las que la gracia y la redención de Dios fueron evidentes en su vida, incluso cuando las oraciones parecían no tener respuesta o el pecado estaba presente.

Practique la escucha activa. Dar a los miembros el espacio para compartir sin interrupción o juicio.

Afirme y apoye. Haga un seguimiento de los miembros que han sido transparentes para expresarles gratitud por su franqueza.

Mantenga la confidencialidad. No hable de la información compartida fuera del grupo, salvo con la persona que la compartió. Recuerde que la confianza se basa en la discreción.

Transparencia significa ser abierto y vulnerable, permitiendo que los demás vean las cosas con claridad. Como líder, te animo a ejemplificar esto permitiendo a los miembros de tu grupo ver a Jesús reflejado en tu vida – tus fortalezas y debilidades. Sé transparente sobre cómo Dios trabaja en tu vida, no sólo durante los buenos tiempos, sino también durante los tiempos difíciles.

2) La bendición de la transparencia

Por Mario Vega, www.elim.org.sv

En una cultura que valora la independencia y la privacidad, hablar de transparencia puede parecer incómodo o incluso innecesario. Sin embargo, para el cristiano, es una herramienta vital para el crecimiento espiritual y la salud de la comunidad.

La Biblia nos muestra que no fuimos creados para caminar solos. Eclesiastés 4:9-10 nos recuerda que cuando uno cae, su compañero puede levantarlo. Este principio se extiende al área espiritual: necesitamos a otros que nos animen, nos corrijan y nos acompañen en la lucha contra el pecado.

La transparencia promueve la humildad y la honestidad. En Santiago 5:16, se nos exhorta a confesar nuestras ofensas unos a otros y orar mutuamente para recibir sanidad. No se trata de juicio, sino de restauración.

Además, este acto de confianza fortalece la unidad del cuerpo de Cristo. Gálatas 6:1-2 nos llama a restaurar con mansedumbre y a sobrellevar las cargas de los demás. Lejos de ser una carga, la transparencia es una bendición que nos protege del autoengaño y nos impulsa a la santidad.

No es señal de debilidad pedir rendición de cuentas, sino de sabiduría. Cuando caminamos en comunidad con transparencia, reflejamos el amor de Cristo y crecemos juntos hacia la madurez espiritual.