Por Steve Cordle, Director Ejecutivo, The River Network International (trni.org)
Jesús fue un maestro. Durante su ministerio terrenal, sus discípulos le llamaban “Maestro”. Predicó el mejor sermón de la historia: el Sermón de la Montaña. Y encargó a sus seguidores que “enseñen a estos nuevos discípulos a obedecer todos los mandamientos que les he dado”. – Mateo 28:20 (NLT)
Por lo tanto, es apropiado que la predicación y la enseñanza tengan un papel central en la vida de la iglesia.
Aunque la enseñanza es insuficiente para hacer discípulos, es un componente crítico. No podemos simplemente predicar a la gente y esperar que se conviertan en discípulos que amen y obedezcan a Jesús. El grupo celular juega un papel esencial en formarnos a la imagen de Jesús.
Una predicación sólida es vital para nuestro desarrollo espiritual porque moldea la comprensión de las personas sobre Dios, la vida y la fe. Junto con un grupo celular, desempeña un papel importante en nuestro discipulado.
Hacia el final de su vida, el Apóstol Pablo instruyó a su aprendiz Timoteo: “Predica la palabra; está preparado a tiempo y fuera de tiempo; reprende, reprende y exhorta, con toda paciencia y enseñanza”. – 2 Timoteo 4:2
Hoy debemos predicar la palabra, nos apetezca o no. Debemos señalar a la gente el camino de Jesús con suficiente claridad para que sepan cuando se han desviado de él. (“reprender, reprender”)
La gente de nuestra iglesia necesita escuchar la palabra de Dios predicada porque viven bajo una avalancha de mensajes que son contrarios a los caminos de Dios. Comerciales, medios de comunicación social, películas, opiniones de amigos, y la televisión fluyen sobre ellos cada hora que están despiertos. Necesitan escuchar una palabra de Dios, necesitan escuchar la voz de su Creador por encima del estruendo.
Nuestra obediencia mide la calidad de nuestro discipulado, pero para obedecer a Dios, necesitamos escuchar lo que nos dice. Predicar a partir de las Escrituras nos lo revela.
Una predicación sólida también puede evitar que surjan herejías en nuestros grupos celulares. Las personas escuchan el mensaje predicado el fin de semana y luego se reúnen en sus grupos para analizar el texto bíblico exacto durante la semana.
La predicación puede servir de guía para evitar que sus discusiones se desvíen del tema.
¡Predica la palabra!
