Wesley y la Educación

Wesley y la Educación

Las bases de la educación Cristiana

Para el precursor del metodismo, Juan Wesley, el ser humano no cuenta con la perfección de Dios. Por lo tanto, Wesley comenzó a predicar y dar consejos respecto a la educación, puntualizando que todo hombre y mujer son reflejo de la educación de su hogar, la escuela, y la iglesia, que deben pulir, mejorar y adaptar esa educación a la convivencia con los demás. Señala que el amor al prójimo es una cuestión ética y moral que debe practicarse constantemente, y que debe inculcarse todo el tiempo; por ello estableció como obligación de todo clérigo o predicador que donde estuviera predicando, debía fundar una escuela con esos valores (1). 

Wesley escribió varios sermones al respecto. Es simpatizante de la corrección disciplinaria en su momento, de no ceder ante los berrinches o expresiones negativas de los hijos. Sentencia que los hijos e hijas que han sido educados poco en la santidad no conserven valores éticos y morales, por lo que recomienda que la educación de los niños, desde temprano, debe ser con sencillez y paciencia, donde puedan encontrar significado y utilidad a lo que aprenden.

A los niños y jóvenes debes instruirles en una forma adecuada, sencilla, que entienda y puedan ver donde apliquen el conocimiento. La educación oficial deja de lado los valores, no refrenda los preceptos morales del hogar, dejando a los niños a merced del mundo, en una actitud vacía y vana, y son pocas las escuelas privadas donde refrendan los valores perdidos. La escuela debe permitir que en las aulas se tome lo que los hogares inculcan; los valores, la moral, la ética, son las que definen al individuo en sus actos en la sociedad, mientras que los conocimientos científicos les permiten subsistir en el campo laboral.

Una de las señales fundamentales de la educación metodista, es que posee un espíritu innovador, elaborando propuestas educativas no sólo para los colegios metodistas, sino en todos los ámbitos de la educación pregonando la educación mixta y la coeducación, preocupación por la mujer y su dignidad, así como la enseñanza de la economía doméstica, la educación científica, la enseñanza de los idiomas extranjeros y la inclusión de la educación inicial como etapa fundamental en la vida para la formación de la personalidad (2).

Estas características que definieron a la educación metodista desde sus comienzos han permanecido vigentes en su filosofía, con las adaptaciones pertinentes a los cambios y situaciones vividas por nuestras sociedades a lo largo del tiempo.

Una de las características distintivas de las instituciones metodistas es el enfoque en la educación integral. Además de proporcionar una sólida formación académica en diversas áreas del conocimiento, las escuelas promueven la importancia del desarrollo personal, social y espiritual. Fomentan la reflexión crítica, el pensamiento ético y la responsabilidad social, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo actual de manera consciente y comprometida.

La educación protestante llegó a México para cambiar el panorama de muchas personas analfabetas; gracias a ello, los mexicanos tuvieron la oportunidad de conocer otra forma de mejorar su educación y forma de vida. Sin embargo, con el paso del tiempo, la educación metodista ha perdido terreno frente a los modelos educativos del siglo XX y XXI, en vez de nutrirse de ellos o nutrir estos modelos. La esencia de Wesley al respecto es que la cuna de la educación es en el hogar y la iglesia, como base de la formación del individuo, y la construcción de conocimientos útiles en el aula, generando conciencias abiertas y libres.

La enseñanza metodista buscaba formar un conjunto de miembros sanos vigorosos, útiles, honrados y cumplidos ciudadanos, objetivos que no variaban mucho de lo que pretendía el Estado. Esta pedagogía implicaba un fundamento moral cuyo origen se encontraba en la naturaleza religiosa del hombre.

Las instituciones educativas metodistas en México desempeñan un papel crucial en el panorama educativo del país, al ofrecer una educación de calidad que integra valores cristianos, excelencia académica y compromiso social. Además de formar profesionales competentes, también forman ciudadanos conscientes y comprometidos con el bien común. Su legado de servicio, justicia y liderazgo continúa impactando positivamente a las comunidades donde están presentes, preparando a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos del mundo con sabiduría y compasión.

El objetivo de la educación cristiana es guiar al alumno, para que pueda interpretar progresivamente, tanto en su ambiente natural (su hogar) como en su contexto diario, conocimientos esenciales, útiles en su práctica diaria, en una formación filosófica de la vida cristiana. Por lo mismo la educación cristiana debe ayudar al alumno a:

  • Conocer y comprender aquello que le sea útil y práctico en su vida.
  • Aplicar las verdades de las enseñanzas diarias en la práctica de vida.
  • Reconocer esas verdades para solucionar los diferentes problemas de la vida.
  • Practicar gestos morales y éticos de empatía, trabajo colaborativo, ayuda, compresión, mayordomía, para la convivencia sana y cristiana entre los individuos.

La vida del alumno debe encauzarse y enriquecerse con sus experiencias de acuerdo con las normas de conducta sociales y acorde a las prácticas cristianas. El alumno crece y se desarrolla, incitándolo a estudiar, participar, crear, actuar reflexionar asertivamente en sociedad. Deben utilizarse materiales adecuados para cada edad, reales, con ejemplos de la vida diaria (3).

La educación cristiana debe generar el interés del alumno en el medio ambiente, sus condiciones sociales y geográficas, condiciones políticas y económicas, sus factores sociales (4), moralidad y ética, cultura y educación. La educación cristiana es un pilar fundamental de la Iglesia Metodista. Dentro de sus principios básicos se encuentra la formación y educación de los hombres y los niños en una enseñanza ética y moral, valores esenciales para el ser humano.

Dentro del contexto de Juan Wesley, la sociedad del siglo XVIII, la gente se encontraba inmersa en el consumismo y la adquisición de bienes y recursos, que pretendían otorgar un estatus social; y, a la medida de la búsqueda y adquisición de estos bienes, que en muchos casos no eran necesarios, el individuo dejaba de lado sus propios principios, con la única mentalidad de “crecer a toda costa”; y las escuelas refrendaban este concepto, bajo la idea de hacer a los estudiantes competitivos y eficientes. Wesley vislumbró que estas directrices no sólo alejaban al hombre de las prácticas cristianas, sino que, además, se volvían superfluos y banales. Por ello, al plantear la educación cristiana, Wesley pretendía que los niños y jóvenes refrendaran los valores recibidos en el hogar, y, si manifestaban acciones contrarias, las sociedades metodistas entraban en el contexto familiar, no con la intención de denostar o criticar la situación, sino de buscar una solución que permitiera la sana convivencia y mantenimiento sano del hogar (5).

Es necesario recordar que el educador es la persona que forma parte del proceso de educación, que puede tomar el papel de guía, organizador y dirigente, con la capacidad y posibilidad de “estimular, ejercitar, orientar, y corregidor al educando, en la aceptación de un conocimiento útil” (6). Bajo esta premisa, no se habla sólo de constituir personas ética y moralmente correctas -que es esencial-, sino la apropiada aplicación de conocimientos adquiridos, en escenarios reales para el desarrollo laboral (7)..

La obra social y educativa son parte de la misión del movimiento metodista (8). La acción social tiene como propósito concientizar al ser humano de que su responsabilidad es participar en la construcción de un mundo mejor, promoviendo la vida en condiciones más humanas. Para lograr este propósito, la Iglesia promueve la participación de los cristianos en la solución de las necesidades personales, sociales, económicas, de trabajo, salud, escolares u otras fundamentales para la dignidad humana. Propugna el cambio estructural de la sociedad, para permitir la integración social de los individuos y de las poblaciones pobres. Ya hemos visto anteriormente la dedicación y preocupación de Wesley por este aspecto. Este ejemplo es actualmente seguido por muchos metodistas en todas partes del mundo.

La labor educativa es un énfasis que Juan Wesley dio lugar en su reflexión y quehacer teológico. A él le interesó que sus seguidores fuesen más educados y sus predicadores más eficientes. Para lograr este objetivo publicó libros, panfletos y revistas. Fundó escuelas especialmente para niños pobres; entre las más famosas está la escuela de Kingswood (1748).

Para Wesley, los maestros deben tener la convicción de que han sido llamados a formar las mentes tiernas de los niños y la juventud, a disipar las tinieblas de la ignorancia y del error, y a enseñarles a ser sabios para la salvación. Para lograr tal fin es necesario estar consagrados a Dios y estar llenos de amor y de celo para cumplir la tarea con sus alumnos. De ahí la importancia de que el maestro sea un apóstol de la educación y no un mero instructor. Es por eso que podemos afirmar con mucha certeza de que Wesley pasó de una educación secular a una educación con principios y valores cristianos, a lo que llamamos educación cristiana.

Una advertencia que Wesley hacía a los padres y maestros era la de no castigar a los niños. Basta con instruir, convencer, y aconsejar. El convencimiento era una prioridad antes que el castigo (9). Otro aspecto al que Wesley dedicó mucho tiempo fue apoyar las escuelas dominicales como un medio para revivir la religión a través de la nación. En este espacio educativo popular, en sus orígenes, se enseñaba a leer a los niños y otras disciplinas seculares del saber humano, y también la Palabra de Dios, con el fin de que llevaran una vida cristiana de calidad. Otra vez, la excelencia como distintivo: “Una educación para la excelencia incluye a los alumnos, a los maestros y los padres también” (Luis González: 1996).

Hoy en día los metodistas en todo el mundo han establecido instituciones educacionales en varias partes del mundo, desde escuelas para párvulos, escuelas primarias y secundarias, hasta universidades y seminarios teológicos, con el único propósito de cultivar la mente y el espíritu. En base a este propósito, muchos de nuestros centros y programas educativos tienen como fines y objetivos:

  • Fomentar la educación en los sectores menos privilegiados.
  • Formar un sujeto consciente, crítico y creador de su historia (10).
  • Que busque una relación con otras personas, individual y colectivamente para el educando.
  • Proporcionar una educación para el trabajo, el ejercicio solidario de la autorrealización de la persona (11).
  • Orientar la educación hacia la liberación y afirmación del ser nacional en la diversidad (12).
  • Desarrollar una pedagogía que contribuya a enriquecer su entendimiento en la fe cristiana y extender su conocimiento del mundo en que vive.

Finalmente, en el presente siglo de gigantesco progreso científico y tecnológico, la Iglesia Metodista reafirma un anhelo de Wesley: unir la ciencia y la espiritualidad. Como herederos de esta herencia wesleyana, las instituciones educativas metodistas están compenetradas en el cumplimiento del rol que les ha tocado realizar: educar a niños y niñas con principios y valores cristianos, procurando una educación para la vida.

Dr. José M. Tinoco Reyes
“Templo de Cristo” Iglesia Metodista en Cuautla


NOTAS:

  1. Los “Sermones para varias ocasiones” se constituyeron en las formas doctrinales para los predicadores metodistas 
  2. Como dato interesante es importante mencionar que los colegios metodistas en América Latina fueron los primeros en construir laboratorios, para el uso directo de los alumnos, como respuesta didáctica a la exigencia de la experimentación, dentro de las etapas estipuladas por el método científico.
  3. Los métodos deben ser didácticos y convenientes y apropiados, de acuerdo con las orientaciones pedagógicas vigentes, sin descuidar la libertad del alumno en sus propios intereses académicos y/o artísticos.
  4. Paternidad, tiempo libre, juventud, matrimonio, clase social, migración, orientación vocacional, higiene y salud, y religión.
  5. De estas ideas surgieron grupos de ayuda dentro de las sociedades metodistas, de los cuales fueron base esencial para formar más adelante grupos como los Alcohólicos Anónimos, Boys Scauts, Cuerpos de paz, incluso apoyados por los grupos masónicos.
  6. Manuel V. Flores (1907-2002)
  7. Wesley, nunca aprobó la explotación del hombre por el hombre, ni el consumismo excesivo de bienes innecesarios; no se trataba de atacar al capitalismo, sino de dotarlo de una educación cristiana, que surgieran clases sociales empáticas y colaborativas, para el mejor desarrollo humanos y social. 
  8. Como Iglesia Cristiana, expresando el amor de Dios (Mateo 22: 37-39)
  9. En este aspecto, es un gran aporte de Wesley, ya que, para la educación actual, está basada en el temor por la educación, aun cuando se inculquen valores de libertad, respeto y trabajo en equipo, la mentalidad de una sanción por un mal desarrollo o trabajo escolar es muy presente en las escuelas.
  10. (10) Que sea consciente que la vida de hoy debe entiende más como comunidad y no con un punto de vista individualista.
  11. (11) Sin dejar de lado la producción de bienes y servicios sociales para el bien común.
  12. (12)Canalizando los esfuerzos de toda una cultura original y fecunda, hacia una sociedad justa y de plena participación.