Fe, servicio y transformación: el papel de la mujer metodista.

Fe, servicio y transformación: el papel de la mujer metodista.

Marian Gutiérrez Herrera 
Omar Xoca Muñoz

Introducción

En el complejo social que sugiere nuestro siglo, la identidad de los individuos tiene relevancia para un mejor entendimiento de lo que refiere el trabajo y desempeño de los mismos perteneciente a dicha sociedad. Como todo, poder enfocar la mirada en un solo individuo es algo casi imposible; a partir de ello, surgen algunos grupos que buscan no sólo ser escuchados o vistos, sino reconocidos en su labor. Referente a esta idea, hoy se reconoce entre la sociedad a las mujeres, que sin duda han formado parte importante de ésta a lo largo de la historia. 

Las mujeres han formado y conformando en la sociedad aquello que en ocasiones ha sido difícil de ajustar en los procesos sociales que surgen a lo largo de los tiempos. Por  ello, en las siguientes líneas se procura reconocer si bien es cierto no todo, al menos desde la perspectiva metodista, la importancia de la mujer dentro del movimiento en puntos cruciales de la historia. 

En la labor de reconocimiento e importancia de la mujer en el movimiento metodista, es relevante destacar que su participación ha sido de manera determinante y amplia en áreas como son la educación, salud, y la justicia social. Cabe recalcar que de manera histórica cualquier obra allegada a las mencionadas por diversas circunstancias ha sido invisibilizada por las propias estructuras eclesiales y así mismo por las sociales. Sin dejar esto de lado, debe destacarse que los movimientos femeninos han sido una fuerza histórica que no sólo ha dado forma a la vida eclesial, sino también ha proporcionado identidad social y política del protestantismo y, sin duda alguna, al metodismo.

Wesley y los primeros círculos femeninos.

Wesley fue una figura central en el surgimiento del movimiento Metodista, cuyo propósito principal era proclamar el Evangelio. Esta visión permitió que tanto hombres como mujeres se sintieran aceptados dentro del movimiento, ya que se les brindó la libertad de expresar su fe y su sentir espiritual. 

En este contexto de compartir la misma fe, las mujeres encontraron espacios para desarrollar y manifestar sus dones, particularmente en la guía espiritual. Los grupos organizados por Wesley conocidos como “bandos” y “clases” fueron fundamentales para ello, ya que ofrecían lugares seguros de formación y crecimiento; fue allí donde muchas mujeres comenzaron su entrenamiento como predicadoras. 

Entre ellas destacan figuras como Sara Crosby, quien fue una de las primeras mujeres metodistas reconocidas públicamente por su labor de predicación. Wesley incluso escribió una carta aprobando su llamado, afirmando que no podía “prohibirle hablar públicamente cuando Dios claramente la usaba” (Chilcote, 2001: 37). Otra mujer fundamental fue Mary Bosanquet Fletcher, quien no sólo predicaba, sino que también administraba orfanatos y comunidades cristianas. Wesley la defendió diciendo que su predicación “no era contraria a la Escritura, porque Dios la respaldaba con frutos” (Chilcote, 2001: 38). 

Asimismo, Grace Murray colaboró intensamente con Wesley, especialmente en tareas de organización; y aunque su vida personal fue complicada, su influencia fue importante en los primeros círculos metodistas. También tenemos a Ann Tripp; aunque menos conocida, ella lideraba clases y era reconocida por su influencia espiritual en otras mujeres.  

Sin embargo, en el contexto sociocultural de la época, esta participación de las mujeres no fue bien vista por todos. Pronto surgieron críticas y murmuraciones en su contra, lo cual también levantó acusaciones hacia el propio Wesley. Algunos lo señalaron por “provocar” que las mujeres descuidaran sus hogares, figuras como William Fleetwood y James Lackington se expresaban públicamente de ellas de una forma vulgar y ofensiva. 

No obstante, estas críticas no desanimaron a Wesley.  Él no se dejó influenciar por los comentarios negativos y continuó respaldando a las mujeres que tenían el deseo profundo de predicar la palabra de Dios, Wesley alentó a algunas de ellas a continuar en su llamado cuando evidenciaban su fruto espiritual genuino. Como afirma Chilcole, “fue la experiencia, no la teoría, la que llevó a Wesley a reconocer que las mujeres podrían ser verdaderas líderes espirituales” (Chilcole, 2001: 34), 

Evangelizadoras, diaconisas o colaboradoras

Muchas de estas mujeres que estuvieron en los comienzos, no fueron únicamente auxiliares; muchas de ellas se convirtieron en predicadoras, otras ejercieron roles como diaconisas, dedicadas al cuidado de los necesitados y muchas otras colaboraciones. Chilcole subraya que “estas mujeres no estaban simplemente ayudando en el ministerio; estaban ejerciendo el ministerio” (Chilcole, 2001: 39).

  Al ir entrando a este tema de las mujeres vemos que ellas han sido valoradas desde una visión esencialista que las coloca como sensibles, como cuidadoras y como buenas ayudantes; pero al ir retrocediendo en la historia, nos damos cuenta de su gran impacto en el servicio de la obra de Dios. Paul W. Chilcole dice: “Las mujeres fueron aceptadas en el ministerio metodista no por sentimentalismo, sino por causa del poder transformador de su testimonio” (Chilcole, 2001: 42)

Juan Wesley en sus sermones -apelando al servicio que con tanta dedicación exhortaba a la feligresía, en su sermón “El espíritu de esclavitud y adopción”- habla acerca de que todos los verdaderos hijos de Dios reciben el Espíritu de adopción, por lo tanto tienen un llamado y privilegio activo en la vida espiritual, sin distinción. (Gonzales, 1996: 169).

Wesley en sus obras también enfatiza que en el desarrollo espiritual y en la lucha contra el pecado éstos no se limitan a un grupo específico, sino que, en un llamado universal, todos los que son creyentes y comparten la fe en Jesucristo, sean hombres o mujeres y se encuentran en el camino a la salvación y la santidad, son operarios directos para la divulgación del evangelio. 

Fundación de escuelas por mujeres metodistas. 

La participación de las mujeres metodistas en la educación en México se dio principalmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Al formar parte activa de la Iglesia Metodista, estas mujeres asumieron un papel fundamental en el desarrollo educativo del país, en un contexto donde el acceso a la educación para las mujeres era muy limitado. Su involucramiento no sólo abrió nuevas oportunidades académicas, sino que también transformó la visión del papel femenino dentro de la sociedad y la iglesia. 

Las escuelas metodistas se destacaron por ofrecer una educación de calidad, pero también por ser espacios donde se promovían valores cristianos que influían profundamente en la formación integral de las alumnas. Este doble enfoque académico y espiritual hizo que estas instituciones ganaran prestigio y marcaran una diferencia notable en comparación con las escuelas oficiales de la época: “La educación otorgada en su denominación ayudó a mejorar su desempeño académico y social y, al mismo tiempo, para ejercer la docencia”. (Sánchez, 2022: 2).

Podemos ver que esto no sólo brindó acceso a la educación para las mujeres, sino que también les permitió convertirse en educadoras y líderes en su entorno. 

Formación de niñas y mujeres en contextos excluyentes.

En el año 1874, la misionera Susan M. Warner, enviada por la Sociedad Misionera de Señoras de la Iglesia Metodista Episcopal, llegó a Pachuca con el objetivo de establecer una escuela para niñas. Al  año siguiente de su llegada se inauguró formalmente el Colegio “Hijas de Allende”. Después de unos años, ella fue remplazada por Mary Hastings, quien continuó por 25 años más con la labor educativa de Warner. Esta escuela no sólo ayudó al acceso de la educación a niñas y mujeres, sino también a que se fueran introduciendo métodos pedagógicos nuevos para la época.

La formación de las escuelas fue tener su enfoque en la alfabetización de niñas dentro de un país con el acceso limitado para ellas; también se buscaba la formación moral y religiosa, pues dentro de las escuelas fundadas se motivaba a las alumnas a debatir, leer por sí mismas la Biblia y aplicar lo aprendido a su vida cotidiana. 

Acción social y salud

Desde el principio, en el metodismo mexicano, las mujeres han tenido un papel fundamental en las tareas que refieren a la acción social. Siempre ocuparon cargos de actividad en los cuales se desempeñaban como agentes de asistencia humanitaria y salud; a través del ejercicio de la fe, las mujeres en su llamado han asumido la vocación como misioneras, enfermeras y diaconisas; esto implica que las mujeres no sólo han estado incluidas en el ámbito eclesial, sino también en el social. De esta manera han extendido el alcance de la iglesia más allá del templo; así es como han contribuido activamente a la mejora de vida de aquellos más necesitados. 

Como diaconisas, las mujeres metodistas fueron figuras importantes en orfanatos, escuelas y hospitales. A través de la acción, combinaron la espiritualidad con acción transformadora, alcanzando el ideal wesleyano de «santidad social». Como menciona Blanco: «las mujeres fueron las primeras en organizar redes de asistencia cristiana en las comunidades rurales, brindando apoyo físico y espiritual a quienes no eran alcanzados por los servicios públicos» (Blanco, 2014: 88).

Liderazgo en la iglesia

Las mujeres en el metodismo en México han participado de manera significativa no sólo en el ministerio laico, sino de igual manera en el pastoral. La duda que muchos han sugerido acerca de si la mujer puede ocupar puestos de liderazgo dentro de la iglesia ha sido respondida por el propio hacer; ejemplo de ello son las sociedades misioneras femeniles, mismas que nacieron a partir del trabajo que ya se implementaba dentro de las iglesias y para el cual era necesario estructurar un grupo como espacio de acción.

Cabe destacar que dentro de la labor que tenían las mujeres metodistas no siempre hubo un camino despejado para el desarrollo de su trabajo, pues aun dentro de la misma iglesia se evocaban argumentos de interpretaciones que limitaban el rol de la mujer. Pero aun con esto, el testimonio, perseverancia y “frutos” de su trabajo permitieron el reconocimiento oficial junto con el acceso de las mujeres al pastorado. En 1990, la Iglesia Metodista de México ordenó a sus primeras pastoras, resultado de décadas de trabajo y presión desde las bases femeninas: “las primeras ordenaciones pastorales femeninas fueron resultado de un proceso largo de resistencia y argumentación teológica a favor de la igualdad ministerial” (Hernández, 2016: 149).

Conclusión

La reflexión acerca de la obra de las mujeres en el pueblo metodista no sólo en México, sino desde los orígenes del movimiento a nivel mundial, ilustra un espacio en donde la acción femenina ha florecido a pesar de las restricciones que pudieron encontrar en su caminar: las mujeres han construido una historia con paralelismos en el compromiso, empeño, resistencia y amor al prójimo.

Hoy por hoy, reconocer esta labor es valorar el legado que han dejado. Con todo esto, las mujeres tienen la apertura al servicio haciéndolo desde la igualdad. Todo esto no es más que una invitación para avanzar como iglesia de Cristo en un mensaje de justicia y equidad, en donde no sólo la voz, sino la acción continúe haciendo eco mediante la transformación de realidades que atraviesa la iglesia metodista.


Bibliografía 

González, J. (1996). Obras de Wesley. Tomo I: Sermones I, Tomo I. Henrico, NC: Wesley Heritage Foundation, Inc. P.O. Box 76 Henrico, NC 27842 USA

González, J. (1996). Obras de Wesley. Tomo XIV: Cartas, Tomo II, índices. Henrico, NC: Wesley Heritage Foundation, Inc. P.O. Box 76 Henrico, NC 27842 USA

Chilcote, P. W. (1993). Ella ofreció a Cristo: El legado de las mujeres predicadoras en el metodismo primitivo (L. Rivas, Trad.). Ediciones CLAI. (Trabajo original publicado en 1993)

Sánchez Rojano, E. I. (2022). Entre el lápiz, el papel y la fe: participación femenina en el metodismo a finales del siglo XIX y principios del XX en México: El caso de las instituciones educativas. Revista Protesta y Carisma. 

Blanco, M. (2014). Mujeres de fe: el servicio metodista femenino en México. Editorial Voz del Pueblo.

Gómez, R. (2019). Protagonistas del cambio: mujeres en el metodismo mexicano contemporáneo. Ediciones Evangélicas.

Hernández, A. (2016). La lucha por el liderazgo femenino en la Iglesia Metodista de México. Seminario Teológico Juan Wesley.

Acerca de los autores:

 Marian Gutiérrez Herrera fue miembro de la iglesia “Príncipe de Paz”, La Palmilla, Veracruz (CASE). Cargos pastorales: “Emmanuel”, Mineral del Monte/ Real del Monte (CAS), actualmente pastora de fin de semana. Es alumna del “Seminario Metodista Dr. Gonzalo Báez Camargo”. 

Omar Xoca Muñoz es miembro de la iglesia metodista Amaxac de Guerrero, Tlaxcala. Actualmente estudia el cuarto semestre en el Seminario Metodista Dr. Gonzalo Báez Camargo y pastorea la iglesia San Francisco Ocotlán, Coronango, Puebla.