LA MUJER SAMARITANA QUE ANUNCIÓ LAS BUENAS NOTICIAS DE SALVACIÓN A SU COMUNIDAD

LA MUJER SAMARITANA QUE ANUNCIÓ LAS BUENAS NOTICIAS DE SALVACIÓN A SU COMUNIDAD

El Evangelio de Juan nos presenta un relato sobre una mujer de la comunidad de Samaria. Primeramente, hay que mencionar que la comunidad samaritana en un momento de la historia fue parte del pueblo hebreo y fueron considerados como parte del pueblo de Dios; por las conquistas de algunos reinados que pertenecían a Asiria (1)se mezcló con ciertas tradiciones y divinidades que están en contra de la Torá (la Enseñanza de Dios); aparte, las mujeres y hombres samaritanos tuvieron hijos con hombres y mujeres extranjeras. En un momento los que invadieron Samaria no conocían de Jehová; fue hasta que un sacerdote de Dios les compartió las enseñanzas del Dios de Israel; pero, aun así, los habitantes de Samaria realizaron una mezcla de religiones, por eso los judíos no los aceptaron como parte del pueblo de Dios Jehová. Parte de este contexto es a lo que se enfrentan la mujer samaritana y nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio de Juan.

En el relato encontramos la voz del narrador que nos ayuda mucho para darnos información que no conocemos. En el versículo 4 dice: “y le era necesario pasar por Samaria”; esta afirmación es importante porque Jesús como judío podría evitar pasar por Samaria y surge la duda ¿Por qué Jesús debe pasar por Samaria? Los siguientes versículos nos dan la respuesta: era para dignificar a los samaritanos y compartir el Evangelio de salvación para ese pueblo, que con Cristo es parte del nuevo pueblo de Dios por medio del Cordero. Sin duda es un acto de amor, misericordia y justicia de parte de nuestro Señor Jesucristo para un pueblo etiquetado, señalado como una comunidad lejos de Dios.

El diálogo que hay en el texto es por el agua. La idea de la mujer samaritana relacionada al agua es literal; ella piensa que el agua que corre en el pozo de Jacob es la que le pide Jesús; pero la intención de Jesucristo es guiar a la mujer a que sepa que él es el Cristo. Esta plática cambia de tema en el versículo 16. Cuando Jesús le dice a la mujer: “ve por tu marido”; la respuesta de la samaritana -de la cual por cierto no sabemos su nombre- es: “no tengo marido”. El versículo 16 se debe interpretar teológicamente; el tema del matrimonio es relacionado al pacto o alianza de Dios con su pueblo (2). Podemos decir que Jehová al pactar con Israel, en el sentido teológico se estaba casando; cuando el pueblo caía en la idolatría, entonces eran infieles y se prostituían con otros dioses. Los samaritanos -en el sentido teológico- estaban divorciados de Jehová, y habían hecho alianza, o se habían casado con otros dioses de las siguientes comunidades: Babilonia, Cuta, Ava, Hamat y Sefarvaim, como lo menciona el 2do. Libro de los reyes de Israel 17:24-41. En esa interpretación, la samaritana representa a su pueblo que ha pactado con otros dioses, que son cinco; en el versículo 18 Jesús le dice que ella ha tenido cinco esposos, Jesús se refiere a estos cinco dioses ajenos. Las palabras de Jesús al decir “y el que ahora tienes no es tu marido”; se refieren a Roma y sus dioses. El único Dios es Jesucristo, y ahora quiere pactar con los samaritanos. 

Ante esta situación la mujer samaritana declara que Jesús es un profeta. Hay que notar que aún no lo ve como el Cristo. La mujer parece interesada en la plática que tiene con Jesús; y le pregunta dónde es el lugar de adoración a Dios (3), la respuesta de Jesús es que no se necesita un espacio para adorar a Dios, esta adoración será en espíritu y en verdad. Jesús no limita la adoración a Dios a una zona geográfica; la Gracia de Dios es para todos y esta Gracia se manifiesta en todos los pueblos y en todos los idiomas. Por eso Jesús hace universal esta adoración: no le pertenece a un pueblo, es para todos. Este diálogo termina cuando la mujer le dice a Jesús que vendrá el Mesías, el llamado Cristo; es ahí cuando Jesús se muestra a la mujer como El Cristo; en el versículo 26 Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo”. La mujer se convenció que Jesús era el Mesías, su primera acción fue regresar a su comunidad y compartir este mensaje: he conocido al Mesías, el Cristo habló conmigo.

LA MUJER NO ES BIEN VISTA POR LOS HOMBRES DE ESE CONTEXTO

Los discípulos de Jesucristo se sorprendieron de que Jesús estuviera hablando con la mujer samaritana. Esto puede ser por dos temas; el primero, que Jesús es judío y la mujer samaritana y que entre ellos no había buena relación, como lo he mencionado en el principio de este escrito; el segundo tema puede ser porque -para algunos biblistas- el escenario que presenta Juan se asemeja al de una mujer que ejerce la prostitución; es decir, que la mujer samaritana era sexoservidora. Estas interpretaciones pueden basarse en el pensamiento de limitar la acción de la mujer y menospreciarla; pero si fuera así, Jesús la trató con dignidad y la usó para compartir su palabra a una comunidad alejada de Dios Jehová. La capacidad de la mujer no debe ponerse en duda; la samaritana fue una predicadora, una evangelista, una misionera, porque es la que anuncia que se ha encontrado con el Mesías. En el versículo 39 se menciona que muchos hombres samaritanos creyeron en Jesús como el Mesías por medio del testimonio de la mujer.

¿QUÉ NOS DICE EL TEXTO BÍBLICO EN NUESTROS TIEMPOS?

La mujer samaritana es un instrumento fundamental en este relato del Evangelio de Juan. Esta mujer samaritana representa a las mujeres cristianas que escuchan la voz de Dios y comparten el Evangelio a su familia, a vecinos, a amigos y desconocidos; también representa a las mujeres que dirigen la Iglesia por medio de la administración, a las mujeres pastoras que han escuchado el llamado divino para anunciar las Buenas Nuevas, a las mujeres que apoyan en todos los sentidos el trabajo de la Iglesia. Necesitamos que más mujeres escuchen el llamado de Dios para que se levanten como maestras, predicadoras, evangelistas, administradoras, visitadoras y cualquier otro ministerio que fortalezca a la Iglesia y el proyecto de extender el Reino de Dios. Pero también estos cargos implican compromiso, una estabilidad espiritual, control de emociones, no ser violentas para dar un mejor fruto.

Ruego a nuestro Señor y Dios que este mensaje sea de bendición para la Iglesia; y como un solo cuerpo en Cristo Jesús, hombres y mujeres podamos seguir trabajando para anunciar el mensaje del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo a las personas cercanas a nosotros.

PBRO. GUILLERMO NIÑO FERNÁNDEZ


NOTAS:

  1. El segundo libro de los Reyes de Israel 17:24-41 menciona que después de la caída del reino del norte de Israel en manos de los asirios, el rey de Asiria mandó llevar a personas de Babilonia, Cuta, Ava, Hamat y Sefarvaim para situarse en la ciudad de Samaria.
  2. Desde el Antiguo Testamento vemos que la alianza de Dios a su pueblo es un tema que se desarrollará. La alianza implicaba que el pueblo que tenía un mejor cuerpo militar pactaba con un pueblo que tenía limitantes en su ejército con el fin de ofrecerle protección; pero a cambio de esta protección, el pueblo que protegía debería recibir el mejor ganado, las mejores frutas y llevarse a las personas fuertes de 20 a 40 años, artesanos y personas que supieran leer y escribir. Si es que el pueblo que contaba con un fuerte cuerpo militar era atacado por sus enemigos, podría dejar desamparado al pueblo que protegía con el fin de llevar a más soldados a proteger su territorio. Esta era una alianza que solamente le convenía al gobierno con mayor presencia militar; si el pueblo débil no lo aceptaba, entonces podría ser destruido, hasta el grado de ser borrado de la tierra. 
  3. Los samaritanos hasta la fecha tienen su propia Torá samaritana y un lugar donde realizaban los sacrificios. Por eso, la mujer pregunta ¿dónde lo alabaremos, en Samaria o en Jerusalén?