A PROPÓSITO DEL MES DEL METODISMO.
Trabajo de investigación de Marcos Jasiel Noriega Ramírez.
En 1885, el reverendo Robert W. MacDonell —luego llamado “Apóstol del Metodismo en Durango”— fundó la primera Iglesia Metodista en la ciudad, conocida hoy como El Divino Redentor. Al mismo tiempo estableció un colegio para niños y jóvenes, que tras su muerte adoptó el nombre de Colegio MacDonell, en honor a su obra educativa y misionera.
Entre 1883 y 1908, la Iglesia Metodista Episcopal del Sur adquirió un terreno (esquina de las calles Zambrano y Rebote, hoy Zaragoza y Gabino Barreda) y construyó el Templo Memorial MacDonell, con marcado estilo neogótico y planta en “T”, convirtiéndose en un “ornamento a la ciudad” que atraía curiosos e invitaba a la conversión.
Durante sus cuatro años de ministerio en Durango, MacDonell trabajó junto con Hermenegildo C. Hernández y logró expandir la obra a poblaciones como Pánuco, San Lucas y Nombre de Dios, recibiendo alrededor de ochenta conversos a la fe metodista
Tres aciertos del metodismo pionero en Durango
Compromiso con la educación
Desde el Colegio MacDonell (1885), el metodismo integró la formación académica y espiritual, ofreciendo a niños y jóvenes oportunidades de instrucción que antes eran escasas en la región.
Visión misionera expansiva
El empuje de MacDonell y Hernández no se limitó al centro de Durango: llevaron el evangelio a pueblos interiores (Pánuco, San Lucas, Nombre de Dios), estableciendo nuevas congregaciones y escuelas dominicales, y cimentando el metodismo en todo el estado.
Testimonio público mediante la arquitectura
El Templo Memorial MacDonell, con su estilo neogótico y su imponente torre, sirvió como “cartel vivo” del evangelio en la ciudad, destacando la presencia protestante en un entorno predominantemente católico.
Tres áreas de oportunidad para el metodismo actual
Conservación del patrimonio histórico
Los primeros templos metodistas de Durango ya no subsisten; recuperar o conmemorar esos edificios y registros fotográficos reforzaría nuestra identidad y honraría la memoria de los pioneros.
Formación y liderazgo local
Inicialmente la obra fue dirigida por misioneros estadounidenses; es urgente seguir fortaleciendo la capacitación de líderes mexicanos —predicadores y laicos— para que el metodismo siga encarnándose plenamente en nuestra cultura.
Relevancia social continua
El metodismo nació con un fuerte énfasis en la justicia social y el cuidado de los necesitados; renovar hoy ese enfoque (educativo, sanitario, comunitario) mantendrá viva la impronta wesleyana en Durango.
Conclusión
El “ardiente corazón” de los primeros metodistas duranguenses, lleno de fe y empuje, sembró la semilla de un movimiento que transformó vidas y espacios. Celebrar este Mes del Metodismo es también asumir el reto de preservar nuestro legado, formar nuevos líderes y servir con un amor práctico, que refleje el dinamismo original de Wesley y sus seguidores en Durango.



