Estimados hermanos y amigos lectores del Evangelista Mexicano, les saludo con gusto.
Entre el innumerable acervo de nuestro Archivo, libros, boletines, textos, fotografías, me encontré con una carta-denuncia de mi bisabuelo, Florentino G. Montiel -él metodista y constructor de iglesias-y que es publicada en El Abogado Cristiano el 15 de agosto de 1896. La denuncia que les comparto no es la primera ni la última que envía para su publicación en El Evangelista, ya que este hermano en muchas ocasiones informaba situaciones como las hoy comentadas, así como de los avances de la misión metodista de Tzompantepec, reportes de los alumnos de la escuela diaria que había ahí (junto una iglesia metodista, una escuela), de los avances de la construcción del Templo en aquella localidad (de todas las misiones de Apizaco, Tlax., fue la primera en tener su iglesia terminada). Él, congregante de la misión de Tzompantepec, una población ubicada a 9 Km. de Apizaco.
Hay que decir que Apizaco se ubica a 120 Km. de la Ciudad de México y es una importante estación del ferrocarril que va de Veracruz a México, con ramal a Puebla, justo por donde transitó William Butler en esa primera corrida del ferrocarril en 1873, trece años antes. El punto es que Apizaco es una ciudad que como tal no existía; se crea por los constructores ingleses y norteamericanos del ferrocarril, debidamente pensada, planeada, trazada: las avenidas son amplias, de tres carriles por sentido para la circulación de automóviles (que aún no se inventaban) y con camellón central. Apizaco es uno de los principales puntos de predicación metodista, después de México, Puebla y Pachuca, entre otros. La iglesia metodista de Apizaco es más antigua que cualquier otro credo religioso. De entre los trabajadores ferrocarrileros extranjeros venía una buena cantidad de metodistas y eso hizo tierra fértil para que en ese circuito se fundaran varias misiones: Amaxac, Sta. Anita Huiloac, Atlihuetzia, Metepec y varias más como lo es Tzompantepec, del cual comento.
Lo que ahora les comparto es muestra del claro y profundo conocimiento que Don Florentino tenía de la Palabra. De la lectura de su carta-denuncia denota que al remitente le es de su conocimiento Juan 3:16, Hechos 8 (relativo a la venta de favores divinos por parte de Simón el mago); además de conocer, como buen metodista, los artículos de religión de la IMM, A.R. IX, X, XIV, XVI relativos a la Justificación el Hombre, De las buenas obras, Del purgatorio, de los Sacramentos. Esto apenas 15 años después de haber llegado a nuestro país los primeros misioneros metodistas.
Aquí el texto completo:
Tzompantepec, Julio 31 de 1890.
Señor Director de El Abogado Cristiano.
México.
Muy querido hermano:
En mi tierra natal se halla gravemente enfermo un anciano de edad de ochenta años llamado Juan Reyes Lima, oriundo de aquel pueblo. Como católico, pidió a sus hijos vieran al párroco para que lo administrara los auxilios espirituales de su Iglesia. Sus hijos obedecieron yendo a traer al cura F. R. y Treviño, y como se trataba do confesar a un riquillo pronto acudió el father (sic) pero, por la confesión llegó saber que el enfermo no había pagado durante algunos años los diezmos y primicias a la Iglesia, y esto fue motivo para no dar el viático (*) al enfermo. Cuatro de sus hijos instaron al fraile para que llevara el referido viático (*), pero el cura dijo: «No iré hasta que me paguen $10 o me den un pagaré por la misma suma.» Los interesados en este asunto dieron entonces un pagaré por $7, de los diezmos, y uno de primicias, pero el cura no lo admitió por faltar al documento las estampillas necesarias, y despachó a los interesados a su morada.
Irritados los hijos del Sr. Lima por este hecho, rompieron el pagaré e hicieron saber a su anciano padre lo ocurrido con el sacerdote. El enfermo, por esta decepción, se ha puesto más grave de sus males; y como ha gastado más de $600 pesos en beneficio de su Iglesia, le duele en el alma una ingratitud tan grande como la que entraña la negativa del cura, y ya dio orden a sus hijos, para que tan luego que muera lo envuelvan en su frazada y lo sepulten, aunque sea en un barranco, pero donde no tenga que intervenir el padre Treviño.
Por conducto de uno de los hijos del referido enfermo, adquirí esa noticia. También vi el pagaré hecho pedazos, pero junté éstos y entonces pude leer lo siguiente: «Provisional por $8. Pagaremos al señor párroco de esta cabecera la cantidad de $7 (siete pesos) que pertenecen á los diezmos, como deuda que debe el enfermo Juan Reyes Lima, a la Santa Madre Iglesia, contando desde esta fecha para el término de tres meses, hasta el 27 de Octubre; y más $1 (un peso) de primicias.
Los cuatro hijos, de conformidad, tienen el deseo de salvar a su padre.
Tzompantepec, Julio 27 de 1896.
Manuel Lima, Agustín Lima, Mariano y Susano Lima.»
Los lectores del Abogado pueden hacer los comentarios que gusten.
Como siempre, S. S. y afmo. y hermano en Cristo.
FLORENTINO MONTIEL.
De la lectura de la carta me gustaría resaltar algunos puntos. Primero que, para el año de lo narrado, 1896, quien supiera leer y escribir tenía su mérito (la iglesia metodista se preocupaba en alfabetizar a sus miembros una escuela junto a cada iglesia). Segundo, que es diligente en escribir prontamente su denuncia, pues se entera de los hechos el 27 de julio y en día 31 ya tenía lista su carta. Tercero, me sorprende que para el 15 de agosto la carta ya había llegado a México y el director de El Abogado ya la estaba publicando (hoy en día una carta tarda de tres a cuatro meses en llegar). Cuarto, al Hno. Montiel le llama la atención que la posición económica del moribundo, era un riquillo. Y, por último, la mercantilista posición del cura al negarle los sacramentos por una deuda de sus diezmos de $ 10 pesos, cuando con anterioridad ya había entregado a su iglesia católica ¡¡$ 600 !!¡ pero ni ello le sirvió.
Hasta aquí el texto con esta publicación de finales del siglo XIX; y hoy, 129 años después, aún miles siguen viviendo en el desconocimiento total, en tanto no vayamos y les hablemos de la Salvación en Jesucristo.
Su hermano
Eliseo Ríos F
| | Florentino Montiel con J.P. Hauser |
