La vida siempre es nueva
La vida no envejece
La vida no regresa
La vida crece.
Puedes crecer en años
Puedes crecer en ciencia
Puedes crecer en tamaño
Puedes crecer en riqueza.
Puedes crecer en amor
Puedes crecer en paciencia
En humildad y en servicio
Al que está lejos o cerca.
Al vivir habrá dulzuras
Y a veces, tragos amargos;
Triunfos, también derrotas,
Mas seguirás madurando.
Siempre hay algo que aprender
Y algo por qué alegrarse
Cuando dedicas tu vida
Para bendecir a alguien.
¡Crece! ¡Vive!
¡Perdona! ¡Olvida!
No tropieces en tu propia alma
para perder tu alegría.
Y al fin de la jornada
Y con la frente erguida
Podrás decirle al mundo:
Viví, triunfé, ¡Cristo es la Vida!
Raúl García de Ochoa
Benito Juárez, N.L.
25 de junio de 2025
Desde hace algunos años he tenido la idea que la vida siempre es nueva. En cierto sentido, la vida siempre es niña o joven. Aún los viejos son niños o jóvenes en el sentido de que cada día para ellos trae también situaciones que no habían vivido o experimentado; por eso pueden decir las famosas frases: “a mi nunca…” o “yo siempre…”. Lo cierto es que la vida siempre es nueva. Depende de nuestra disposición y nuestras fuerzas lo que podemos hacer cada día de nuestra vida para seguir creciendo.
No se necesita ser viejo para dejar de crecer ni joven para seguir creciendo. Cualquiera puede dejar de crecer cuando sólo repite prácticas o patrones adquiridos o aprendidos anteriormente, sea que le hayan dado o no resultados. Aún los éxitos, cuando nos atamos y aferramos a ellos, nos impiden seguir creciendo. De la misma forma, todos podemos seguir creciendo si mantenemos la mirada en el Camino y la Meta que es Cristo Jesús. En él, siempre hay algo que aprender, algo que afinar, algo que perfeccionar, algo que fortalecer, algo que establecer en nuestra vida.
La vida siempre es nueva. Sea nuestro deseo mientras seguimos vivos, ¡seguir nuevos!
