PLATICANDO CON JESÚS

PLATICANDO CON JESÚS

Bendito Dios y Padre celestial: gracias te doy, Señor, por este nuevo día que me permites vivir.

Hoy hace frío, pero me permites tener muchas cosas; entre otras, mi vida, que es tuya; mi salud, mi casa, mi familia; y lo más importante de todo, mi fe en ti. Gracias. Hoy pude hablar con muchas personas a quienes quiero, todas con diferentes pláticas; unas, muy quebrantadas por cuestiones de enfermedad de familiares muy queridos; otras, porque se preocupan por mí, por aquello de que vivo sola; unas más, sólo por el deseo de saludar y conversar un rato conmigo. Y Señor, tú sabes que en todas estas pláticas siempre estás tú, y por eso te doy las gracias el día de hoy.

Después de una semana de estar un poco delicada de salud, sabiendo que tú estabas conmigo en todo momento y no había por qué temer nada, ahora tengo la oportunidad de estar contigo platicando. Gracias, porque en todo lo que sucede hay un propósito para mi vida, o quizá para alguien más; y encuentro lo siguiente: Tu Palabra dice que cuando hablamos de quebranto de corazón hay algo que nos enseñas en el Salmo 34:18: Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, y salva a los contritos de espíritu. Aún en medio del quebranto de corazón podemos consolar a estas personas diciéndoles que Cercano estás Tú, Señor; que al compartir esto, sea Tu Espíritu Santo el que trate con ellos y puedan confiar en ti siempre.

Los que están preocupados por mí o por otros, dice en el libro de Hebreos 4:16 Acerquémonos  pues, confiadamente, al trono de su gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Señor, gracias porque al acercarnos a ti y entregarte todas nuestras cargas y las de algunas personas, cuando oramos por ellas, tengo la seguridad de que nos escuchas y tendremos el oportuno socorro.

Y conversando con otras personas me recuerdas que debemos hablar como a ti te agrada. Dice 1a. Corintios 15:33: No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Si fuera más cuidadosa, no se me olvidaría nunca este pasaje. Gracias, Padre, por recordármelo.

Señor Jesús: qué hermoso es principiar el día contigo y poder compartir con otros todas las bendiciones que me das diariamente, Señor. Y de nuevo: gracias.

Tu hija que te ama,
Marilú Martínez.