La polarización y Cristo
El tono del momento es la polarización:
izquierdistas frente a derechistas
mujeres frente a hombres
blancos frente a gente de otras razas (afroamericanos, árabes, orientales, latinos)
creyentes frente a no creyentes… y así la lista sigue.
Los asesinatos de figuras relevantes en redes sociales, o en la política, nos mueven a hacer bandos. La reacción ante un hecho violento nos lleva a echar culpas y a emitir juicios, sin tener toda la información de los hechos. Y el acceso a dispositivos electrónicos nos hace sentirnos muy aptos para emitir opiniones, y soltarlas a aire, amparados en la sombra de un mensaje de texto
La lucha entre bandos opuestos no es nueva. Para nosotros como creyentes, los conflictos con personas no creyentes los vemos reflejados en diferentes pasajes de la Escritura, y los mismos salmos incluyen invocaciones a Dios para protección contra los enemigos. De verdad, ¿en qué época ha dejado de haber conflictos, para que nos estemos lamentando de que hoy los haya?
Lo nuevo es que ahora somos nosotros los que nos enfrentamos a esos conflictos. Este es nuestro tiempo para enfrentar la lucha entre los valores que vemos reflejados en la enseñanza de la Biblia y los que nos propone la cultura que nos rodea. No tiene sentido hacer exclamaciones como “qué lamentable que pase esto”, “no debería pasar aquello”, “alguien tiene que hacer algo frente a esta o aquella situación”; porque es precisamente a nosotros a quienes se nos da la oportunidad de buscar soluciones a los problemas que nos afectan como personas o comunidad; y cuando decimos que alguien debiera hacer esto o aquello, lo más seguro es que ese alguien seamos nosotros mismos.
¿Cuál va a ser nuestra postura frente a la confrontación? ¿Nos dejaremos llevar por las opiniones que brotan literalmente a chorro de nuestros dispositivos personales, o de la televisión, o de la radio, a través de toda la gama de aplicaciones que hay hoy en día? ¿Cuánto tiempo pasamos emitiendo interjecciones como ¡Ah!, ¡oh! ¡qué tremendo! cuando leemos o escuchamos mensajes de algún asunto que mueve a la opinión pública; pero nos conformamos con eso, simplemente, con expresar nuestras exclamaciones, sin realmente pensar en cómo ése o aquel hecho nos puede afectar? ¿Por qué, si ese hecho no nos afecta, simplemente lo dejamos pasar y nos enfocamos en cosas que nos afecten más?
¿Cuál es la postura de Cristo frente a la confrontación? Vemos que él no la buscaba; pero cuando la confrontación lo encontraba, él nunca la rehuía, siempre la enfrentó con serenidad y firmeza: frente a los líderes religiosos, los líderes políticos y aquellos que le hacían preguntas en ocasiones necias -como la de aquél que le pidió que fuera árbitro entre él y su hermano en cuanto a una herencia (Lucas 12:13-14)- siempre reenfocó la mirada de la gente en el mensaje que él había venido a dar: “el reino de los cielos se ha acercado”. Todas las argumentaciones de quienes lo abordaban se estrellaban contra esas palabras y contra los argumentos que el Maestro hacía en relación con esta frase, como: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, “No os afanéis por vuestra vida…”, “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, y otras muchas más.
La confrontación que no nos lleva a plantar nuestra bandera de creyentes en Jesús, sea con nuestro testimonio, con nuestras palabras o nuestros escritos, viene a ser una vana contienda que va conduciendo más y más a la impiedad. En las situaciones donde veamos algún conflicto que se nos presenta entre dos o más opiniones de un asunto, debiéramos preguntarnos, ¿cómo puedo aprovechar esto para hablar del mensaje de Cristo a otros? Porque eso es lo que la sociedad necesita escuchar: las palabras ciertas y consoladoras de la Escritura, no nuestros argumentos o los de otras personas. Nuestra relación con Cristo, personal, debe llenar nuestra copa de tal suerte que al hablar “derramemos” las palabras de él a otras personas. Un hombre que nos ha tocado ver en redes sociales nos ha parecido notable porque todas sus publicaciones comienzan por la frase en inglés “Speak Jesus!” (¡habla de Jesús!). Y en una sociedad tan lacerada por la confrontación, el conflicto, eso es lo que necesitamos difundir los creyentes: lo que es Cristo y lo que ha hecho en nuestra vida. Somos la luz y sal de la tierra, ¿o no es así?
Gracias, una vez más, por la lectura y comentarios que hacen a las publicaciones de nuestros colaboradores, pues ello nos retroalimenta para seguir adelante con la tarea de este órgano oficial de la Iglesia Metodista de México.
Un saludo fraternal de,
María Elena Silva Olivares
Directora
