Recuerdos de Las Hijas de Allende y La Villagrán.
Oswaldo Ramirez González
SEHIMM
Introducción.
El reciente cierre de la Escuela Particular “Julián Villagrán” de Pachuca, Hidalgo, una de nuestras instituciones históricas insignias del metodismo mexicano, deja sinsabor, tristeza y vacío. No sólo en propios y extraños; metodistas y no metodistas, quienes fueron parte de su devenir escolar y cotidiano; alumnos, exalumnos, profesores, directivos, capellanes y administrativos quienes se llevan en la memoria anécdotas y aprendizajes de lo que su escuela hizo por ellos durante todo este tiempo; la propia sociedad pachuqueña, extrañada, lamenta que una de las escuelas que marcó la vida cotidiana y escolar desde fines del siglo XIX, a lo largo del siglo XX y el primer cuarto de siglo XXI quede ahora relegada a la memoria y nostalgia.
Este mismo sentir deja para los historiadores -en particular para los historiadores y cronistas metodistas- sentimientos encontrados, los cuales apelamos a la imparcialidad, la crítica de fuentes y procesos históricos. Como individuos de nuestro tiempo no nos queda más que escribir y pugnar por el conocimiento y la consciencia histórica. Por ello, el presente artículo sirve de elegía a la memoria escolar de dicha institución. Las ahora paredes frías de aquellos salones que, años atrás por estas mismas fechas se preparaban para marchar en el 16 de septiembre, hoy son un recuerdo lamentable de que “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”, y claro también de ese adagio popular que dicta que “lo que no te cuesta trabajar, difícilmente lo valorarás”.
Sirva decir que, este es un recordatorio también para preguntarnos: ¿Realmente le importa a la Iglesia Metodista de México AR su historia? ¿O sólo es un instrumento nostálgico y empolvado que se recuerda únicamente en aniversarios como centenarios, sesquicentenarios y demás, pero que por ignorancia, soberbia o anteposición de otras “prioridades” está condenado al abandono, desaparición y olvido? Por lo anterior, este texto tiene por objetivo rememorar un episodio de la época dorada de las escuelas “Julián Villagrán”, y del colegio para señoritas “Hijas de Allende” acontecido durante las fiestas del centenario de la independencia de México en 1910, y donde dichas instituciones tuvieron una participación destacada en las actividades cívicas y escolares de la capital hidalguense.
Las Fiestas del Centenario, Educación y Cívica Protestante.
Este acontecimiento significó la coronación del régimen que por más de treinta años gobernó los destinos políticos, económicos y el margen social de México. El Porfiriato, que para aquellas fechas sin saberlo aún estaba próximo a su final, celebró de manera anticipada en las principales ciudades y capitales de las entidades federativas de la República eventos cívicos, militares, culturales acompañados de bandas marciales, escolares y funcionarios públicos; políticos, educadores y personajes notables que engalanaron la inauguración de monumentos alusivos a esta conmemoración. En Pachuca, la obra insignia fue el Reloj Monumental, el que hasta el día de hoy es símbolo icónico de la ciudad y del estado de Hidalgo, y fue inaugurado el 15 de septiembre de 1910.
Por su parte, las iglesias y congregaciones metodistas fundadas por la Episcopal del Norte y Episcopal del Sur, respectivamente (IME e IMES), siguiendo la retórica ilustrada de la modernidad, el orden y el progreso acorde al régimen y a los tiempos, como lo señala Ruíz en su obra “Hombres Nuevos” (1992), establecieron una red de apoyo a la obra misionera fincado en instituciones de asistencia y educación; hospitales, hospicios y escuelas, los cuales sirvieron no sólo como apoyo a los gobiernos en turno, sino como puente empático que tuvo como objetivo la captación de adeptos al evangelio.
Esta estrategia les dio a los misioneros un éxito gradual; por lo que fue habitual relacionar al lado de una iglesia metodista una escuela o un centro de instrucción elemental. En las ciudades y algunas capitales estatales, esta proyección llevó a la construcción de verdaderas instituciones educativas de vanguardia; bilingües con instalaciones y programas educativos similares a los que entonces se enseñaban en la frontera y los Estados Unidos, claro, con la reserva de que estuviesen adecuados a los programas de instrucción educativa vigente de las entidades federativas de México.
La propuesta educativa protestante conllevó como lo señala Bastian (1993), en una cívica protestante de acuerdo al discurso del régimen, al cual le interesaba la creación, reivindicación y mitificación de personajes históricos: Hidalgo, Allende, Morelos, Josefa Ortiz y Benito Juárez, cuyo objeto era generar un bagaje histórico que le diera identidad a las nuevas generaciones. De esta manera que, con el tiempo, las celebraciones cívicas que rodeaban la conmemoración del nacimiento y muerte de éstos y demás personajes del panteón histórico de la gesta de la independencia, fue crucial en el decálogo educativo.
Siguiendo ese orden generó dinámicas como la creación de liceos, veladas y tertulias literarias acorde a ello; por lo tanto, la conmemoración del Centenario de la Independencia significó el clímax reivindicativo de estas premisas. Por otra parte, en el aspecto del evangelio, los periódicos y publicaciones metodistas se enfocaron en rememorar la vida de estos “héroes” patrios. En cuanto a las actividades juveniles, La Liga Epworth celebró en el estado de Oaxaca ese año un congreso cuyo tema central se enfocó, además de en las reflexiones bíblicas, en el centenario de la independencia.
Los colegios metodistas hidalguenses.
Cabe señalar que los colegios metodistas no fueron los únicos en celebrar con pompa y honor el centenario. Las fuentes disponibles registran por lo menos otras celebraciones destacadas en los colegios metodistas de la capital poblana, así como en Querétaro, Querétaro. Ahora bien ¿qué hace especial la celebración en la capital de Hidalgo? Como mencionamos en el subtema anterior, la inauguración del reloj monumental es un acontecimiento que hasta hoy sigue grabado en las memorias históricas de la capital. Por si fuera poco, la presencia del gobernador a los eventos celebrados por estas instituciones marcó un precedente del que se conserva hoy en día una bandera conmemorativa. A continuación, la reseña del acontecimiento, según la nota periodística publicada en El Abogado Cristiano Ilustrado el 20 de octubre de 1910, que a su vez es una nota periodística copiada del periódico local El Heraldo de Pachuca titulado “Lo que se dice de los evangélicos de Pachuca”:
“Por una coincidencia digna de tomarse en consideración, la hermosa bandera de la Escuela Metodista Julián Villagrán, empuñada por el señor Gobernador D. Pedro L. Rodríguez, fue ante la cual hicieron la jura los niños pachuqueños el día 6 de Septiembre…”
El Abogado Cristiano Ilustrado, 20 de octubre de 1910, 669p
Más adelante el mismo artículo, refiere a la “Velada patriótica presidida por el C. Gobernador del Estado”, donde se describe sobre una velada cultural llevada a cabo en dicha institución y en la que el susodicho gobernador fue el invitado de honor quien presidió diversos números escolares; la disertación de la señorita Bravo del poema “Canto a Morelos” de Amado Nervo, el discurso patriótico del Hno. Victoriano D. Báez, el cuadro histórico titulado “El Niño Artillero” ejecutado por los villagranes de los grados escolares iniciales, todo ello bajo la musicalización del profesor Manning, procedente de la ciudad de Puebla, así como una poesía del señor Miguel Bracho (El Abogado Cristiano Ilustrado, 20 de octubre de 1910, 669p.).
Dos días después de la velada patriótica y la jura de bandera, siguiendo los festejos del centenario el colegio de señoritas “Hijas de Allende”, develó en el interior de su institución un monumento en memoria de a quien le debían el nombre. El acto fue presidido nuevamente por el gobernador, así como por el Secretario General de Gobernación interino, el señor D. Adolfo Isunza. El evento de develación contó con la participación en oratoria de las exalumnas Elisa Manríquez, Manuela A. Vargas y Esther F. García. El monumento fue descubierto de manera solemne por la señora Esperanza M. de Fernández, al tiempo que los concurrentes se ponían de pie y aplaudían vigorosamente seguido de la entonación del himno nacional. El acto concluyó con una disertación del señor Ángel Isunza y una breve alocución del Rvdo. Juan W. Butler. La musicalización fue ejecutada por la afamada Banda de Rurales quienes tocaron piezas selectas escogidas para cada acto de dicho evento cívico.
El material del monumento dedicado a Ignacio Allende se levantaba en una pirámide de bases cuadrangulares, hecho de una pieza de piedra de Texhuantla, con capiteles apropiados. En la parte trasera estaban grabados los nombres de las personas que contribuyeron a la edificación de dicha efigie; M. O. Zapata, A.R. de Constantino, I. Ortiz, R. Hernández, M. Vargas, E.F. García, E. Blancas, E.M de Fernández, E. Manríquez, E. Cadena, A. Newberry, Helen Hewitt y Blanche Betz. El monumento estaba rematado con un busto del héroe patrio, vaciado en bronce, teniendo en conjunto tres metros de altura. Al frente se leía el siguiente pensamiento:
“Los que se inmolan por la Patria y la Humanidad se inmortalizan.”
El Abogado Cristiano Ilustrado, 6 de octubre de 1910, 635-636pp.
Conclusión.
Respondiendo a la importancia de señalar estos dos acontecimientos, ésta subyace en que es uno de los pocos eventos documentados en los que un gobernador asistió de manera formal y solemne a una institución educativa metodista. La celebración del Centenario de la Independencia refuerza esto, pues ambos actos sirvieron de antesala de la inauguración del Reloj Monumental. En relación a la jura del lábaro patrio, el reportaje del 6 de octubre de 1910 refiere a que esa bandera que fue utilizada para dicha ceremonia fuese adquirida por el profesorado de la “Julián Villagrán” y puesta a resguardo para que engalanase el “Museo Escolar” de Pachuca. Sin embargo, al no existir un sitio tal, la escuela optó por conservarla con el objetivo de registrar su autenticidad y la importancia simbólica. Hasta el momento de esta publicación, dicho lábaro patrio estaba en una vitrina especial en la oficina de dirección de dicha institución. Esperamos que, al cierre de esta institución, se tenga la prudencia, consciencia y el cuidado de conservar y resguardar éste como otros objetos y documentos que dan fe de la memoria escolar del metodismo pachuqueño.



Fuentes de Consulta.
Bibliografía.
Bastian, Jean-Pierre (1993). Los Disidentes. Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911. Fondo de Cultura Económica. México.
Ruíz, Rubén (1992). Hombres Nuevos. Metodismo y modernización en México (1873-1930). Centro de Comunicación Cultural, CUPSA. México.
Hemerografía.
Abogado Cristiano Ilustrado, El. Años; 1910.
