La Iglesia como Comunidad de Esperanza

La Iglesia como Comunidad de Esperanza

Pbro. Gabriel González

Cuando hablamos de la esperanza no estamos pensando en una simple emoción pasajera, sino en la certeza de que en medio de los desafíos del mundo contemporáneo la fidelidad de Dios se hace presente.

El apóstol Pablo escribe:

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1 Corintios 13:13

En este pasaje encontramos que el amor es el mayor de los conceptos presentados por el Apóstol Pablo. Sin embargo, es la esperanza el motor que sostiene de una manera vívida la fe y es, por lo tanto, la virtud que une la creencia con la espera para ver su cumplimiento.

En medio de la crisis, la pérdida, el conflicto, la enfermedad, la violencia, etc. la iglesia Metodista está llamada a ser una familia de esperanza, ya que es a través de ella que podemos experimentar la gracia de Dios y la renovación de nuestra vida. La iglesia Metodista ha sido el instrumento de Dios para encender el fuego que se está apagando, y que ha avivado a través de su historia los corazones más endurecidos, mostrando de esa manera que la gracia de Dios es una gracia transformadora.

En palabras del Apóstol Pedro: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.” (1 Pedro 1:3) se nos recuerda que nuestra esperanza no es fruto del factor humano o de la sociedad, sino de la esperanza y la convicción en un Cristo vivo y resucitado.

Es por eso que Jesús es la fuente de nuestra espera, que no está basada en promesas superficiales sino en el mayor acontecimiento de la historia: Cristo ha resucitado, siendo la tumba vacía el testigo y punto de partida del inicio de la misión cristiana hasta nuestros tiempos.

Es por eso que, como iglesia, podemos ofrecer una esperanza que no defrauda, sino que proclama que, en medio del sufrimiento, tenemos un Dios que se hace presente. Como Iglesia Metodista tenemos el compromiso de compartir la esperanza como resultado de mantenernos con firmeza en nuestra fe y en una vida de adoración y buen testimonio.

Estamos llamados a encarnar la esperanza, ya que en esa encarnación podremos encontrar el sentido de nuestras vidas, la restauración de nuestras almas y experimentar el consuelo que encontramos solamente en Dios

Cada espacio en el que la iglesia se hace presente representará, por lo tanto, un refugio espiritual, lo que comúnmente llamamos “un lugar seguro”. Por eso, el trabajo que el metodismo realice hacia afuera del templo, sostendrá, no sólo a los creyentes, sino a todo aquel que desee encontrar un lazo fraternal en un ambiente de comunidad acompañante.

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.” Mateo 5:14

La Iglesia Metodista tiene un llamado a hacerse visible como parte del Reino de Dios en un mundo lleno de caos. De esa manera estaremos demostrando que la esperanza se hace creíble cuando el cuerpo de Cristo demuestra consuelo y servicio. Parte de nuestra historia ha sido visitar hospitales, asilos, cárceles y comunidades marginadas. Tenemos una herencia que nos recuerda que debemos mirar al mundo a través de los ojos de Cristo.

La esperanza nos anima a la acción ya que es el motor que impulsa la vida de la iglesia a seguir creciendo:

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.- 1 Corintios 15:58

Como Iglesia Metodista nos aferramos a esa promesa, no sólo para cumplir nuestras obligaciones como cuerpo de Cristo, sino como una iglesia que es Luz en medio de las tinieblas.

Cada una de nuestras instituciones -iglesia, asilos, hospitales, seminarios- tenemos el desafío de formar creyentes que vivan en esa esperanza y crezcan en la fe. El reino de Dios sigue avanzando y su amor jamás se agota; por lo tanto, la Iglesia Metodista está llamada a educar a la gente para la esperanza del Reino.

“Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.” Tito 2:13

La esperanza fundada en Dios no nos hace ajenos al mundo, sino que nos compromete mucha más con él. Una vez escuché esta frase: “vivimos con los pies en la tierra, pero con la mirada en el cielo”. Nuestra comunidad Metodista debe ser proclamadora de esa esperanza con gozo: Cristo viene pronto.

Estimado hermano en Cristo: nuestra esperanza está fundamentada en el amor de Dios; por lo tanto, no encontraremos decepción en ella. Que nuestra amada Iglesia Metodista siga siendo un símbolo de esperanza, una familia que ore y anuncie las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” 1 de Pedro 2:9

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