Categoría: Ecumenismo

CMI Declaración Sobre Situación en América Latina

CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS
Declaración sobre las situaciones preocupantes que se viven en la región de América Latina

COMITÉ EJECUTIVO
Bossey (Suiza)
20 a 26 de noviembre de 2019
Doc. Nº 04.7 rev

América Latina vive un periodo de excepcionales crisis simultáneas. Brasil es uno de los países cuya situación nos preocupa, pues enfrenta una compleja crisis de polarización política y social, que afecta al estado de derecho, a los derechos humanos y a la protección del medio ambiente, a la vez que reduce el espacio de la sociedad civil. Mientras, en Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Paraguay, Perú y Argentina ha habido protestas masivas y crisis políticas que han afectado a sus gobiernos, economías y sociedades. En algunos casos, como en Chile, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Colombia, las protestas populares han desembocado en enfrentamientos violentos y muertes.

El Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), reunido en Bossey (Suiza), del 20 al 26 de noviembre de 2019:
Expresa su profunda preocupación y alarma ante la concurrencia de tales niveles de agitación en tantos puntos de la región latinoamericana, que afecta a sociedades e iglesias en toda la región.

Destaca los efectos y consecuencias para las comunidades pobres y vulnerables, especialmente para los pueblos indígenas y afrodescendientes, así como para el estado de derecho, la democracia, los derechos humanos y la protección del medio ambiente, en una región que posee algunos de los mayores depósitos de biodiversidad que aún se conservan en el planeta.
Insta a los gobiernos y dirigentes políticos de América Latina a que:

  • Apoyen y refuercen las instituciones de la democracia y del estado de derecho, y protejan el espacio político para la sociedad civil;
  • Escuchen las voces del pueblo, tomen en serio sus reivindicaciones, protejan sus derechos y su seguridad, y promuevan su bienestar social y económico;
  • Hagan frente a los altos niveles de desigualdad patentes en muchos puntos de la región, promuevan la inclusión social y económica, y garanticen una redistribución justa y equitativa de la riqueza, mediante disposiciones fiscales progresivas y protección social;
  • Tomen medidas urgentes contra los altos niveles de violencia en la sociedad, especialmente la violencia armada y la violencia sexual y de género;
  • Se comprometan a dar prioridad a la protección del medio ambiente y de la biodiversidad, y también de la seguridad y de los derechos de los defensores del medio ambiente y de los pueblos indígenas; y a tomar medidas contundentes para fomentar la adaptación y la resiliencia ante el cambio climático y para mitigarlo;
  • Aborden los asuntos relacionados con el desplazamiento y la migración, uno de los problemas más desatendidos y abrumadores que enfrentan millones de personas en la región, de manera que se atienda a las causas fundamentales del desplazamiento y se garantice el respeto de los derechos humanos y de la dignidad de todos los migrantes y desplazados.
  • Expresa especial inquietud por la polarización de las sociedades, comunidades e iglesias de la región, que no deja espacio para el diálogo constructivo, basado en los principios éticos y morales fundamentales de justicia, dignidad humana y cuidado de la creación.

Reitera el compromiso del CMI y de sus iglesias miembros en otras regiones de acompañar a las iglesias de América Latina en sus esfuerzos por la justicia y la paz en circunstancias tan complejas y desafiantes.

Se compromete a intensificar la colaboración con los asociados ecuménicos, en particular con la Iglesia Católica Romana y con ACT Alianza, para apoyar la labor de las iglesias de la región en pro de la justicia y la paz.

Solicita al secretario general del CMI que estudie la viabilidad de establecer en la región un Observatorio Ecuménico para los Derechos Humanos y la Democracia, en cooperación con la sociedad civil, los gobiernos y los asociados intergubernamentales.

Antedecentes
América Latina es la región más violenta y más desigual del planeta; pero también, demográficamente, la más cristiana.

Las tasas de violencia, sobre todo de la violencia de género, siguen siendo excepcionalmente altas en muchas partes de la región. La violencia generalizada se combina con el fácil acceso a las armas, el tráfico de drogas, el contrabando, la delincuencia organizada y las bandas.

La pobreza y la desigualdad son problemas persistentes y en aumento. En 2017, un total de 184 millones de latinoamericanos vivían en la pobreza (30,2% de la población), de los cuales, 62 millones sufrían la pobreza extrema (10,2% de la población, el porcentaje más alto desde 2008). Se estima que estas cifras seguirán en aumento en 2019.

El 40% de la población ocupada de la región de América Latina y el Caribe recibe ingresos que están por debajo del salario mínimo establecido en su país, y esa proporción es mucho mayor entre las mujeres (48,7%) y los jóvenes de entre 15 y 24 años (55,9%). En el caso de las mujeres jóvenes, esa cifra alcanza el 60,3%. Más de la mitad de las mujeres empleadas (51,8%) trabajan en sectores de baja productividad y el 82,2% de ellas no están afiliadas o no están incluidas en un sistema de pensiones.

En el 10% de los hogares más ricos de la región se concentra, en promedio, el 34,1% de la renta total.

Los efectos del cambio climático profundizan las brechas de desigualdad en las comunidades de la región. La vulnerabilidad se intensifica con las industrias extractivas, los monocultivos y el crecimiento de las megaciudades; fenómenos vinculados al modelo de producción dominante.
Las compañías multinacionales y los individuos ultraricos son en muchos lugares más poderosos que los gobiernos. La independencia, la voz y la vitalidad de la sociedad civil están cada vez más amenazadas, y aumenta cada vez más la influencia de los grupos religiosos en la política. Se incrementan la polarización y la inestabilidad en la sociedad y en la política.

Los virajes hacia el populismo en la política de algunos países de la región han venido acompañados de un retroceso en el respeto del estado de derecho y de muchos derechos humanos, libertades civiles y protecciones sociales y medioambientales que habían sido conquistados con mucho esfuerzo. Hay varios Estados que no respetan el derecho internacional humanitario o el derecho internacional de los derechos humanos, discriminan a las personas desplazadas y a los refugiados, y dan más importancia a la seguridad que a la justicia.

En toda la región, las mujeres y los pueblos indígenas son siempre los más afectados por la pobreza extrema, la violencia y las múltiples vulnerabilidades.

Brasil
En Brasil, durante 2019, la polarización social y política y la intolerancia han aumentado hasta alcanzar niveles inquietantes. El estado de derecho y los principios de los derechos humanos han sido atacados, y se ha cuestionado la legitimidad de las instituciones democráticas brasileñas. El colapso de una presa minera brasileña y los incendios en la selva de la Amazonía fueron noticia en todo el mundo.

El 28 de agosto de 2019, el CMI convocó en Ginebra una mesa redonda compuesta por líderes de iglesias y asociados ecuménicos de Brasil, con objeto de estudiar maneras en que: a) las iglesias podían alzar la voz públicamente sobre asuntos importantes, en un contexto en que sus propios miembros están altamente polarizados, y b) el CMI y sus asociados podían prestar asistencia y dar seguimiento a algunos temas planteados previamente por las iglesias, o que surgieron durante la propia reunión (violencia, derechos de los pueblos indígenas, la Amazonía y asuntos medioambientales, intolerancia religiosa, derechos humanos, etc.). Durante la mesa redonda se determinaron tres posibles modalidades de respuesta:
Reflexión bíblica y teológica sobre una respuesta cristiana a la polarización, la violencia y la tergiversación de la teología cristiana para justificar la injusticia.

Integrar la respuesta de la iglesia a los movimientos sociales y la sociedad civil en general.

Participación juvenil (con un enfoque intergeneracional).

Chile
A mediados de octubre, se inició una ola de protestas violentas a raíz de un aumento de las tarifas del Metro de Santiago, que encendieron la mecha de una reacción popular contra los niveles extremos de desigualdad en el país. La policía respondió con gases lacrimógenos y fuertes cargas contra los manifestantes. Han muerto 18 personas y más de 1.400 han sido arrestadas como resultado de los disturbios.

El secretario general del CMI se unió a otros líderes eclesiales para pedir el cese de la violencia y el establecimiento de un mecanismo para eliminar sus causas profundas, y señaló que la democracia y la justicia social en Chile están en juego. Las iglesias miembros del CMI y los asociados ecuménicos se han pronunciado sobre la situación para pedir paz y condenar los actos de violencia, además de instar al gobierno chileno a eliminar las desigualdades subyacentes en el país.

Bolivia
Tras las elecciones presidenciales de octubre, a raíz de las dudas sobre los resultados, que parecían dar al presidente Evo Morales un cuarto mandato, empezaron a surgir protestas callejeras. La promesa de repetir los comicios no calmó las protestas, y Morales, tras recibir la recomendación por parte del jefe de las fuerzas armadas de que renunciara, huyó a México, donde recibió asilo político. Sin embargo, los partidarios del presidente Morales, especialmente las comunidades indígenas, siguen manifestándose contra la presidenta interina autoproclamada. Cinco semanas de violentos enfrentamientos políticos que han dejado más de treinta fallecidos. Los manifestantes han levantado barricadas en las carreteras por todo el país, sobre todo en torno a la capital, La Paz.

Venezuela
Hace años que Venezuela enfrenta la recesión y la hiperinflación, y gran parte de su población ha abandonado el país a causa de la pobreza y la escasez generalizada. El líder de la oposición, Juan Guaidó, se proclamó presidente en enero. A finales de abril, intentó organizar un levantamiento contra el presidente Nicolás Maduro. Algunos miembros del ejército se unieron a él, pero la mayoría de las fuerzas armadas se mantuvieron leales al régimen chavista. Ha habido enfrentamientos violentos en Caracas, y se tiene constancia de que al menos cinco personas han muerto.

Colombia
Han pasado tres años desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, pero su ejecución ha sido incompleta y muy controvertida. A pesar de las promesas de protección, 168 excombatientes de las FARC y más de 150 líderes sociales han sido asesinados. Ha habido varias matanzas de ciudadanos indígenas en Toribío, Corinto y Tacueyó, municipios de la región del Cauca. El compromiso del gobierno del presidente Duque con la paz, la reconciliación y la justicia social es ampliamente cuestionado.
Más recientemente, el jueves 21 de noviembre, estallaron manifestaciones antigubernamentales con la participación de 250 000 personas en un paro nacional en protesta por la corrupción y las posibles medidas de austeridad. Se informó del fallecimiento de varias personas en los enfrentamientos violentos que surgieron durante las manifestaciones.

Las iglesias unidas bajo el Diálogo Intereclesial por la Paz (DIPAZ) aún acompañan a los excombatientes en el proceso de integración social. La Iglesia Presbiteriana de Colombia también colabora con otras iglesias para responder a la situación de los migrantes venezolanos y a las constantes protestas estudiantiles que piden una educación superior de calidad.

Nicaragua
Nicaragua lucha por superar las secuelas de la dictadura, la guerra civil y los desastres naturales, que han convertido al país en uno de los más pobres del hemisferio occidental. El líder sandinista, Daniel Ortega, regresó a la política en las elecciones de noviembre de 2006, después de haber liderado el país durante una revolución y una guerra civil, antes de perder las elecciones en 1990. Ortega cuenta con el importante apoyo de los pobres del país, quienes representan más de un tercio de la población y han sido los principales beneficiarios de sus programas sociales. Durante su mandato, Nicaragua ha experimentado un crecimiento económico estable, la pobreza ha disminuido y los niveles de violencia han sido bajos, en comparación con otras partes de América Central. Sin embargo, a mediados de 2018, el presidente Ortega tuvo que enfrentarse a disturbios violentos, que inicialmente estallaron a raíz de unas propuestas de reforma del sistema de seguridad social, casi en bancarrota. El gobierno y las fuerzas de seguridad respondieron con una represión severa y persistente.

La iglesia miembro del CMI, la Iglesia Moravia de Nicaragua, ha estado luchando para resolver una grave división interna.

Argentina
En septiembre, los miembros de los movimientos sociales de Argentina protestaron en Buenos Aires para exigir al presidente Mauricio Macri que declarase la emergencia alimentaria para combatir la pobreza extrema. La Iglesia Católica Romana apoyó las protestas. El Congreso aprobó por unanimidad una ley de emergencia alimentaria para proporcionar más recursos a los programas sociales. La pobreza en Argentina había subido del 32% al 35,4% en la primera mitad del año, el nivel más alto desde el colapso de la economía en 2001. El país celebró recientemente una elección presidencial en la que fue elegido el peronista Alberto Fernández.

La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) ha denunciado la creciente pobreza y las violaciones de los derechos humanos en el país.

Ecuador
Once días de violentas protestas y bloqueos estallaron en octubre tras el anuncio del presidente Lenin Moreno de la retirada de un subsidio al combustible que existía desde hacía cuarenta años –como parte de un paquete de medidas para cumplir con los objetivos del Fondo Monetario Internacional–, lo que provocó un aumento de hasta el 123% de los precios del combustible. En reacción a las manifestaciones, el gobierno decretó el “estado de excepción” y trasladó la sede del gobierno de Quito a la ciudad costera de Guayaquil. Pero no cesaron las manifestaciones y los disturbios, que se saldaron con siete muertos, 1.340 heridos y 1.152 arrestados. El 14 de octubre, el presidente, después de reunirse con los líderes indígenas, anunció que revocaría el recorte del subsidio al combustible.

México
México es la segunda economía más grande de América Latina y un importante exportador de petróleo. Pero la prosperidad es aún un espejismo para muchos mexicanos, y la brecha socioeconómica sigue siendo profunda. Las áreas rurales a menudo quedan en el olvido, y enormes barrios de chabolas rodean las ciudades. Muchos mexicanos pobres han tratado de cruzar la frontera de 3.000 km con los Estados Unidos para buscar trabajo, pero, en los últimos años, han sido más los migrantes mexicanos que han regresado a México que los que han emigrado al país vecino. En el último decenio, decenas de miles de personas han perdido la vida a causa de la violencia de las bandas implicadas en el narcotráfico. Los poderosos carteles controlan el tráfico de drogas desde América del Sur a los Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador obtuvo una victoria abrumadora en las elecciones presidenciales de julio de 2018.

Prácticamente todas las iglesias de México participan en la labor humanitaria en favor de los refugiados y los migrantes, entre ellas, la Iglesia Metodista de México, que recibió la visita del secretario general del CMI, en octubre.

Paraguay
En mayo, el gobierno firmó con Brasil un documento por el que se comprometía a comprar la energía por un precio superior al habitual en la central eléctrica de Itaipú, propiedad de ambos países. Como consecuencia de ello, en agosto el Paraguay se sumió en una crisis política, cayeron varios altos cargos y el presidente Mario Abdo fue amenazado por una petición opositora de juicio político. Hubo manifestaciones en todo el país, principalmente en la capital, Asunción. El pacto energético fue oficialmente anulado y las tensiones disminuyeron.

Perú
A finales de septiembre, el presidente Martín Vizcarra, tras ser derrotado en el Congreso, disolvió la legislatura y convocó nuevas elecciones. En respuesta, los miembros del Congreso votaron para destituir al presidente y designaron a su diputada Mercedes Aráoz para ocupar su cargo. Ella, sin embargo, renunció al cargo y Vizcarra conservó la presidencia. Los manifestantes apoyaron la disolución del Congreso, en un contexto de continua crisis de credibilidad de la clase política tras el escándalo de Odebrecht.

La iglesia miembro del CMI, la Iglesia Metodista del Perú, participa de forma significativa en la prestación de asistencia a los migrantes venezolanos en el país.

REFERENCIA
Consejo Mundial de Iglesias. (2019). Declaración sobre las situaciones preocupantes que se viven en la región de América Latina. Noviembre 25, 2019, de Consejo Mundial de Iglesias Sitio web: https://www.oikoumene.org/es/resources/documents/executive-committee/statement-on-situations-of-concern-in-the-latin-american-region/view

Diálogo Internacional CMM-ICR

dialogo CMM ICR
Breve reseña histórica sobre el dialogo internacional entre
el Concilio Mundial Metodista y la Iglesia Católico Romana

Por Pastor Samuel Murillo

Aunque para América Latina y México los recientes acercamientos entre diversas comuniones cristianas parecieran ser bastante nuevos, en realidad no lo son. De hecho, durante el mes de octubre del presente año se han celebrado 50 años de dialogo constante entre Metodistas y Católicos Romanos.

Dicho dialogo oficial comenzó justo después del Concilio Vaticano II y ha permanecido constante hasta la fecha. La dinámica de trabajo, ha sido mediante la elaboración de reportes por parte de una comisión mixta que se renueva cada quinquenio y en la cual participan en igual numero teólogos y clérigos tanto metodistas como católicos. Los reportes abordan temas que han causado divisiones históricas en la doctrina cristiana con el fin de identificar cuales con las convergencias y divergencias entre católicos y metodistas, en la búsqueda profundizar y buscar un mejor entendimiento y comunicación entre ambas comuniones, a través de estas cinco décadas los reportes se han enfocado en los siguientes temas:

  1. “Reporte de Denver” (Denver, 1971); El contenido se divide en VIII secciones que comienzan en una retrospectiva general, el cristianismo y el mundo contemporáneo, espiritualidad, cristianismo, hogar y familia, eucaristía (convergencias y divergencias), ministerio, autoridad, el camino a seguir. Dicho reporte es la primer serie de diálogos elaborado en el quinquenio de 1967 – 1970.[1] Seguir leyendo «Diálogo Internacional CMM-ICR»

Espiritualidad Metodista Ecuménica

espiritualidad-ecumenicahno-xam-murilloSon muchos los amigos y familiares que a pesar de mantenerme en sus oraciones, se preguntan; ¿por qué Sam hizo votos de monje? ¿Qué tiene que ver el monacato con nuestra tradición cristiana? Así que ocuparé este post para relatar un poco por qué estoy aquí y qué es lo que hace esta comunidad de monjes… Algo que debe quedar claro es que el monacato no es ajeno a la fe cristiana y trasciende históricamente a las comunidades u órdenes monacales del catolicismo romano, por lo que sería imposible en un post hacer una apología histórica, sin embargo, buscaré justificarlo desde mi experiencia y nuestra tradición como metodistas…

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Ecumenismo

Homenaje a Luis Odell (*)

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(*) En la historia de la Iglesia no siempre se ha recordado y destacado el aporte de los laicos que, con diversos dones, hicieron su trabajo muchas veces silencioso para ofrecer el testimonio y la calidez que debe brindar la comunidad de fe.

La Iglesia Metodista en el Uruguay procuró expresar ese agradecimiento con un culto de Acción de Gracias por la vida de uno esos laicos en la persona de Luis E. Odell (1912-2000), un laico metodista argentino que trabajó muchos años en el Uruguay  para quien nunca hubo dos orillas. El compromiso por la causa ecuménica de Odell es altamente destacable ya desde su participación en el Congreso de Juventudes en Ámsterdam en l939. Posteriormente participa en movimientos interdenominacionales como la Federación Argentina de Ligas Juveniles Evangélicas (FALJE) y en la Confederación de Jóvenes Evangélicos del Río de la Plata y, posteriormente, hace su aporte para la creación de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay.

Durante varios años fue el Director Gerente de la Librería y Editorial La Aurora en Buenos Aires, para trasladarse en el año 1952 a Montevideo para asumir la Administración del Instituto Crandon.

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 ECUMENISMO: El Desafío de la Unidad y la Reconciliación

Septiembre 4, 2015. 

El último pedido de Jesús
Por Oscar Bolioli (*)
Montevideo

En los últimos momentos antes de que vengan a arrestarle, Jesús se dedica a orar por aquel grupo de discípulos y por los que vendrán. Él percibe la unidad como un tema vital para que el mundo crea en ese mensaje que es su legado de vida y pensamiento. Ya Jesús había sido testigo de disidencias entre ellos. Quizás la más notoria haya sido la que plantean los hijos de Zebedeo frente al anuncio de la muerte del Maestro y pretenden los primeros cargos en aquel Reino anunciado.

ecumenismo

“Que sean uno como tú y yo”, es la oración agónica de Jesús por los suyos. Casi todo el resto del capítulo 17 está dedicado al tema de la unidad de esa comunidad y de las que vendrán en el tiempo. ¿Dónde estamos? ¿Qué hemos hecho de esa oración? La realidad que vemos se asemeja más a un supermercado religioso, producto de cismas, territorialidad, tradiciones, ambición o luchas por quienes pretenden ser los verdaderos.

La Iglesia está formada por seres humanos y, por lo tanto, expuesta a su humanidad. Nietzsche decía en forma muy explícita: “Yo no puedo creer en su Redentor hasta que ellos, sus discípulos, no se muestren más redimidos”. La fracturación es resultado de lo humano. Lo que no es posible aceptar desde la fe es la ausencia de las señales de reconciliación que nos lleven al testimonio del valor de esa fe. Hay comunidades e iglesias que han dado valerosamente pasos que han llevado a la unidad.

El Movimiento Ecuménico que comenzó el siglo pasado en el hemisferio norte ha sido uno de los mayores esfuerzos de reconciliación entre las grandes familias confesionales. Esfuerzo interrumpido en su cristalización por la Segunda Guerra Mundial, pero que resurge a su término con la formación del Consejo Mundial de Iglesias. Ernst Lange fue para mí una de las mentes más brillantes que pasó por el Consejo Mundial de Iglesias. En su libro “Y todavía se mueve, sueño y realidad del movimiento ecuménico”, percibe el movimiento ecuménico como el mayor movimiento cristiano masivo de protesta contra la forma de cristiandad que con sus alianzas y con sus poderes se ha transformado en lo opuesto a lo que debe ser.

La Conferencia Misionera de Edimburgo en 1910 marcó, sin quererlo, un punto de partida fundamental para América Latina en cuanto a la unidad. La tesis votada en aquel evento a iniciativa de los delegados alemanes declaraba que esta región del mundo estaba ya cristianizada por la Iglesia Católica. Eso llevó, a modo de protesta, a treinta juntas misioneras norteamericanas a reunirse en Panamá, cuatro años más tarde, para conformar el Comité de Cooperación para América Latina. Este fue un instrumento “civilizado” de cooperación de la misiones en el continente. Comité que sesenta y seis años más tarde me tocó dirigir en Estados Unidos. Luis Odell considera “que puede decirse que allí se dio comienzo al movimiento de cooperación evangélica en el continente”.

El CCLA fue la antesala del ecumenismo latinoamericano. Las consultas de Montevideo en 1925 y las de La Habana en 1929 fueron planteando temas como el concepto protestante de libertad, democracia, educación, así como la modernización de nuestras sociedades. El tema de las comunidades indígenas y la unidad de acción de las confesiones locales van cambiando el perfil de nuestras iglesias. Este proyecto liberal fue abrazado por las clases intelectuales y se va a encontrar con procesos nacionales emergentes, de una modernización de nuestras sociedades y de alternativas al control de la cultura católica.

Las generaciones jóvenes viven la utopía del diálogo y la unidad. En 1941 se crea la Unión de Juventudes Evangélicas (ULAJE) -que es el primer movimiento ecuménico en la región-. Poco después, se instala en el continente el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC). Algunos de esos jóvenes -veinte años más tarde- serán protagonistas en la creación del Movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) y del Comité Evangélico Latinoamericano de Educación Cristiana (CELADEC). Ambos empiezan a incorporar intelectuales católicos que vienen de corrientes similares al interior de la Iglesia Católica. Hasta ese momento las Iglesias Institucionales eran recelosas de esos “movimientos” impulsados por laicos y pastores. Se les denominan “para eclesiásticos” como una forma de marcar distancia de las estructuras eclesiales que siguen un proceso de diálogo interno paralelo por medio de la construcción de Federaciones de Iglesias nacionales o regionales.

Dios nos coloca en tiempos de desafíos y oportunidades, con dolores y heridas de divisiones.

En su libro “Ecumenismo y Liberación”, Julio de Santa Ana dice: “En medio de esa tensa realidad están las Iglesias. Expresión del pueblo redimido, liberado y reconciliado en y por Jesucristo. Recibiendo la vocación de plasmar relaciones fraternas entre sus miembros y entre ellas, para así mostrar a los que viven en división cómo Dios quiere a todo su pueblo, de la tierra habitada, que viva en unidad”.

Los que estuvimos en la Consulta de Laicos y Laicas en noviembre, en el Centro Emmanuel, fuimos sacudidos cuando el Politólogo Gerardo Caetano nos planteó que nuestra sociedad uruguaya “ya no está dividida, sino pulverizada” y que nuestro aporte como Iglesia Metodista, en este momento, está en plantear valores y crear códigos de convivencia. No es una tarea fácil, y peor hacerlo desde la fragmentación de la Iglesia. Es una tarea que nos involucra a todas las iglesias. El desafío está en cómo hacerlo cuando la unidad y lo ecuménico no están en la agenda de las iglesias. Cuando por otro lado estamos viviendo una oleada de “iglesias” que se plantean como las únicas y verdaderas y con un mensaje manipulador ante las angustias humanas.

Cuando ingresé al pastorado hace 56 años me encontré en un escenario que planteaba la unidad de la Iglesia Valdense y Metodista en ambas márgenes del Río de la Plata. Este planteo era llevado adelante por el Pastor Wilfrido Artús y nuestro Luis Odell. Más tarde se adhirió la Iglesia de los Discípulos de Argentina. Esto lo mencioné a principios de febrero en el Sínodo Valdense, luego de leer los informes y documentos, porque encontré que si cambiaba donde decía valdense por metodista, sería idéntico a lo que podíamos afirmar nosotros. Aquel sueño nunca se concretó, quedó por el camino. Pero todavía es tiempo que nos unamos en la misión. Hay muchas cosas para hacer juntos o para complementarnos.

Deberemos abrir los ojos a la realidad que nos rodea y al tiempo de Dios y, con mentes abiertas, reconocer cómo juntos podemos hacer un aporte que haga la diferencia. Debemos estar abiertos a que la unidad significa crecer en el caminar con libertad, aceptándonos en nuestras diferencias. No hay formas únicas. No hay quién tenga la verdad o la autoridad absoluta. Dios es más grande que nuestras pretendidas grandezas. El futuro reclama una unidad que se consuma en la construcción del Reino que nos incluye a todos y todas.

No quisiera terminar sin recordar la entrega y la coherencia de un laico nuestro, Luis Odell, en lo que significó su aporte a la unidad y al movimiento ecuménico, no solo en nuestro país sino en la América entera. Este año se cumplen quince años de su fallecimiento en España. Nunca tuvo un reconocimiento acorde con su dedicación. La Junta Nacional de nuestra Iglesia decidió el siete de marzo rendir un homenaje a su memoria y dedicación al promediar el año, cuando podamos contar con la presencia de sus hijos.

Dios nos ayude a poder ser fieles al pedido del Jesús Nazareno de vivir en unidad y poder dar testimonio para que el mundo crea.+ (PE)

Publicado en Revista Metodista Nro. 213 abril-marzo 2015. Editado en PE/Ecupres el 2 de abril de 2015 bajo el SN 0763/15

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Editorial

Época III, Año LXXXIII, Período 2014-2018, No. 02
Chihuahua, Chih., 31 de agosto de 2014

EN TORNO AL ECUMENISMO

1aEs indudable que el anhelo de nuestro Salvador es la unidad de todos sus discípulos como condición para que el mundo crea en él. Y no está en duda tampoco que el corazón de cada cristiano tiene una natural inclinación hacia la fraternidad, dado que el Espíritu de Dios derramado en ellos crea vínculos de paz. En todas las épocas de la historia de la iglesia el tema ecuménico ha sido acogido como práctica saludable del espíritu cristiano.

Cuando hablamos de ecumenismo nos estamos refiriendo a alguna de las tres expresiones del mismo: Interdenominacional (incluyendo sólo denominaciones evangélicas e iglesias evangélicas sin denominación); Interconfesional (abarcando relaciones entre algunas de las tres grandes confesiones cristianas: catolicismo, protestantismo y confesión ortodoxa); e Interreligioso (incluyendo religiones no cristianas). El grado de apertura ante estas tres posibilidades es diferente dentro de la multiforme mentalidad y manejo hermenéutico de los textos bíblicos entre los metodistas.

La IMMAR no se ha pronunciado de manera clara y oficial a favor ni en contra de ninguno de estos tres estadios de relaciones con la fe de otras personas. Aunque nos es sabido que la Conferencia General suspendió la relación de la IMMAR con el Consejo Mundial de Iglesias desde el año 1994, enunciando como una de sus razones sus escrúpulos hacia las relaciones de tipo espiritual en las modalidades interconfesional e interreligiosa, no podemos decir que esto signifique una declaración explícita sobre su visión de lo que debería ser un ecumenismo teológicamente aceptable. Quienes dirigimos o colaboremos con El Evangelista Mexicano tendremos nuestras propias definiciones firmes a título personal sobre este particular, pero ninguna puede aún representar el sentir del metodismo mexicano.

Mientras el tema sigue en discusión, no podemos ocultar nuestra sorpresa al notar una inconsistencia de pensamiento sobre todo entre algunos de nuestros pastores e iglesias de orientación carismática. Y no lo decimos en detrimento de las aportaciones que nos ha hecho el movimiento carismático, sino como un señalamiento del peligro que siempre representará el abrirnos a la riqueza de la experiencia con el Espíritu de Dios, apertura que nos reclama una mayor responsabilidad. Mientras que algunos, de manera apasionada, han condenado el ecumenismo interreligioso, han caído a la vez en sincretismos que integran al culto y doctrina cristianos elementos judíos (el judaísmo es una religión no cristiana) y creencias metafísicas ajenas a la religión cristiana, como los son la llamada guerra espiritual, la sanidad interior y las maldiciones generacionales, entre otras. Necesitamos elaborar mejor nuestras posturas y cuidar su aplicación en la vida práctica de la iglesia de nuestro Señor.

Pbro. Bernabé Rendón M.

 

Ecumenismo

María Teresa Brachetta

PROYECTO: DICCIONARIO DEL PENSAMIENTO ALTERNATIVO II

 

Ecumenismo Latinoamericano

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El ecumenismo ha sido definido por Julio de Santa Ana como “el intenso empeño que algunos sectores sociales han manifestado por derribar las barreras que dividen a las naciones, las culturas, las razas, los sistemas político-ideológicos, a los hombres y a las mujeres, así como también a las iglesias”. A través de ese empecinamiento por la unidad de quienes coexisten en el mundo habitado fue tomando forma el “movimiento ecuménico” que –como señala el autor uruguayo- no es exclusivo de las comunidades eclesiales, aunque ha encontrado entre ellas sus mejores exponentes, sus militantes más activos y consagrados.

Desde una perspectiva un poco más restringida el ecumenismo puede ser entendido como el movimiento que, nacido del seno de las comunidades eclesiales, trabaja por la unidad y la reconciliación de las iglesias cristianas, como expresión de la universalidad del cristianismo y como signo visible para mantener la fe. No se trata sólo de una mayor tolerancia, o incluso de benevolencia y amistad entre cristianos (que también son presupuestos irrenunciables), sino de un movimiento encaminado hacia la reconciliación entre las diversas Iglesias cristianas, con el fin de que puedan dar un testimonio más creíble de reconciliación en el mundo. Como ha señalado recientemente uno de los fundadores del movimiento ecuménico latinoamericano el Obispo metodista Federico Pagura: “el movimiento ecuménico demostró ser la respuesta fiel al imperativo evangélico de que todos sean uno para que el mundo crea”. No obstante, se puede afirmar que el movimiento ecuménico ha trascendido el límite de la práctica eclesial y su larga experiencia dibuja, como señalara Oscar Bracelis, “su verdadero rostro: la respuesta de muchos al escándalo de la división entre los cristianos y más allá, entre todos los hombres”.

Surgido en principio como un movimiento de unificación entre protestantes, evoluciona a lo largo del siglo XX como una agrupación que reúne a los cristianos, luego incluye en sus relaciones a distintas religiones y finalmente se piensa como incorporando a todos los hombres comprometidos con generosidad en la superación de situaciones de desigualdad o injusticia social y discriminación social, racial, religiosa, sexual y en la defensa de los derechos humanos. En la agenda ecuménica de la actualidad entran no solamente las confesiones cristianas, sino también la familia abrahamámica, con el judaísmo y el islamismo. También abarca lo que Pedro Casaldáliga llama “macro-ecumenismo”, las religiones de los pueblos originarios de América y las grandes religiones universales, las orientales, y de modo especial las afro-americanas. Muchas y diversas resultan ser las fórmulas para la unidad, pero lo que hegemoniza la preocupación del movimiento ecuménico pasa esencialmente por lograr comunidad en el testimonio, en el servicio, y sobre todo, en la actividad pastoral.

Diversas investigaciones sitúan los orígenes del movimiento ecuménico a principios del siglo XIX, sin embargo su despliegue y desarrollo se dará durante el siglo XX, alcanzando su madurez en los años sesenta y setenta. Un movimiento que, desde la conferencia de Edimburgo de 1910, imbuido de la preocupación misionera de expandir el mensaje evangélico, centralmente protestante y occidental, se deja interpelar por el pluralismo cultural de la periferia europea y del Tercer Mundo. Recusando los nacionalismos y racismos imperantes durante las décadas del ’30 y ’40 en Europa, constituye el Consejo Mundial de Iglesias en 1948 en Amsterdam, fruto de un arduo trabajo de más de 20 años de comisiones de trabajo cooperativo. El CEI (Consejo Ecuménico de Iglesias) o CMI (Consejo Mundial de Iglesias) se define a sí mismo como “una comunidad de Iglesias”, no pretende ser una “supe iglesia”, sino un espacio eclesial que crea las condiciones para que las Iglesias estén en contacto vivo entre sí, una comunidad fraterna, una koinonía (comunión) de Iglesias.

El giro doctrinal y pastoral fundamental del Concilio Vaticano II significará la apertura ecuménica de la Iglesia Católica Romana. El pronunciamiento por un sentido más agudo de la misión en términos de servicio, una relación no ya de antagonismo, sino de solidaridad con el mundo en el que tiene que actuar, una relación de diálogo y de búsqueda activa de la unidad con las otras comunidades cristianas y una relación de diálogo y de colaboración también con las grandes tradiciones religiosas de la humanidad, que manifiestan los documentos conciliares, se concretarán con la sanción de decreto conciliar “Unitatis Redintegratio” (1964), considerado por la mayoría de los estudiosos como la manifestación clara del compromiso de la Iglesia católica con la causa ecuménica.

En Latinoamérica el movimiento ecuménico también ha dado muestras a lo largo del siglo XX de progresar crecientemente desde la inicial vocación misionera, a la construcción y búsqueda de una unidad que comprometa a las comunidades eclesiales en la superación de las estructuras de injusticia, desigualdad y opresión que han caracterizado la realidad continental. Ha resultado central en este proceso la construcción de una conciencia y una identidad común de las iglesias latinoamericanas, que han tenido como protagonistas a las iglesias evangélicas, reunidas primero en el Comité de cooperación latinoamericana (CCLA) y luego en la constitución de distintas instituciones reconocidas por su compromiso en la renovación religiosa, como el ULAJE (Unión Latinoamericana de Juventudes Ecuménicas) en 1941, el UNELAM (Unión Ecuménica Latinoamericana ) en 1944, la CELADEC (Comisión Ecuménica de Educación Cristiana) o también la constitución de ISAL (Movimiento Iglesia y sociedad en América Latina en 1941. La década del ’60, que señaló el surgimiento en el cristianismo latinoamericano de una nueva visión y la necesidad de cambios estructurales frente a la situación general de subdesarrollo en la que se hallaba sumido el continente. Esta tendencia creció amparada sin duda en la nueva actitud que había asumido la Iglesia católica como resultado de las conclusiones del Concilio Vaticano II y de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín, Colombia (1968).

ecum.latinoamLas asambleas de Puebla (Iglesia Católica) y Oaxtepec (Iglesias protestantes) a fines de los ’70, y la formación del CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias) refuerzan la vitalidad del movimiento ecuménico que deberá enfrentar el duro embate de las dictaduras que asolan a Latinoamérica en los ’70 y los ’80, cumpliendo un papel decisivo en la resistencia, la protección de los perseguidos, la reivindicación y defensa de los derechos humanos. La represión dictatorial y el asedio a los valores de la solidaridad y el compromiso que han supuesto la implantación de modelos neoliberales excluyentes han dejado su huella en el movimiento ecuménico en los ’90. Sin embargo el agravamiento de la situación de los países por la implantación del capitalismo salvaje está volviendo a sacudir a las comunidades eclesiales, como ha señalado Federico Pagura “sacándolas de su larga siesta, para asumir la responsabilidad que nos cabe en atender a las víctimas de este sistema. En alertar y denunciar todo el daño que el sistema produce, no sólo a la vida de la gente, sino por convertirse en un genocidio social”.

El ecumenismo, como todo movimiento rico y plural, suscita y contiene en su interior una serie de debates que han ido creciendo y alimentándose a lo largo de casi ya un siglo de historia; estos debates, que tienen como eje la dialéctica entre la dinámica del movimiento y su institucionalización. Entendido muchas veces como movimiento para eclesial, no obstante ha desarrollado un conjunto de estructuras institucionales que son hoy herramientas fundamentales en la consolidación del movimiento. En este proceso se han desplegado diferentes debates. Desde los que aportan para encontrar fórmulas de unidad en lo teológico y doctrinal, pasando por aquellos más preocupados en la construcción de prácticas pastorales y de culto que estimulen el encuentro, la cooperación y el diálogo. Estos sectores sienten como un desafío penetrar a las iglesias oficiales y sobre todo a las jerarquías, cual espíritu ecuménico. Desde una perspectiva más radical, el destino del ecumenismo no fluye principalmente por las superestructuras eclesiales y las curias sino, por las comunidades de base, pequeñas organizaciones y grupos de estudio, en los que cristianos y gentes de diferentes religiones o ideologías se encuentran entre sí, en torno a mensajes que redescubren y a compromisos concretos. Para estas visiones más críticas el peligro del ecumenismo oficial se halla en la burocratización de sus estructuras, en el énfasis que se pone en la unidad institucional y en el centramiento eclesial, que nunca debería estar por encima del compromiso y el servicio en la lucha por la justicia. Sin agotar la totalidad de perspectivas cabe agregar a quienes desde una mirada latinoamericana abogan por un ecumenismo “desde abajo”, que reúna las experiencias del ecumenismo interpretativo (unidad doctrinal) y del ecumenismo práctico (experiencia de servicio a la liberación) y que asumiendo la conflictividad que atraviesa tanto a las jerarquías de las iglesias como a la base, permita el despliegue del maravilloso fruto que surge de la experiencia de compromiso con los pobres. En este sentido piensan que la reflexión teológica latinoamericana -más concretamente la teología de la liberación- testimonia sobre una fe que se deja interpelar permanentemente por esa práctica de compromiso con los excluidos.

Fuentes: CEDEP (Centro de Documentación, Estudios y Publicaciones) Fundación Ecuménica de Cuyo, Oscar Bracelis (comp.), El ecumenismo. Serie Cuadernos de Pastoral I: El Ecumenismo y Serie Cuadernos II: El movimiento ecuménico y los grandes problemas del mundo, Mendoza, 1982; Julio de Santa Ana, Mauricio López, Homo Oecumenicus, en: Mauricio A. López, Los Cristianos y el cambio social en la Argentina, Mendoza, APE –FEC, 1989; AA. VV., Puebla y Oaxtepec. Una crítica protestante y católica, Buenos Aires, Tierra Nueva, 1980; Julio Barreiro, Oscar Bolioli y Jorge E. Monterroso, El futuro del ecumenismo en América Latina, Buenos Aires, Tierra Nueva, 1977; Zwinglio Dias, “Evaluación crítica de la práctica ecuménica latinoamericana”, Cristianismo y sociedad, nº 60; Carlos Arboleda Mora, El Ecumenismo en preguntas, http://www.seminariomies.org.co/; Manuel Lasanta Ruiz, El Ecumenismo, http://www.angelfire.com.co/; Luis E. Odell, “Setenta y cinco años de ecumenismo en América Latina 1913-1988”, Pasos, nº.25, Costa Rica, DEI (Departamento Ecuménico de Investigaciones), 2004.