El Cristianismo Evangélico durante la Revolución de 1910

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(Tomado de “Cristianos en Victoria”)

(Marzo de 2014. Revista electrónica del Centro Elim, Hermosillo, Sonora)

Los ideales revolucionarios de Madero tenían fuerte influencia del cristianismo evangélico de la época, a la vez que las intenciones de la revolución maderista hacían eco entre los cristianos evangélicos. José Rumbia (foto) y Benigno Zenteno, ambos pastores evangélicos (metodistas), participaron activamente en los inicios de la Revolución. Un periódico de la época, La Nueva República, reseña:

“Este discurso protestante que siempre había luchado contra el ocio y la borrachera se unía al del gobierno y del capital extranjero cuando subrayaba: ‘No hay que hacerse ilusiones. La ley ineludible es que cada quien tiene que labrar su propia fortuna. El gobierno puede hacer algo en el sentido de facilitar medios de educación y de marcar el alto a los opresores; pero no puede hacer prosperar a nadie que no lo merezca por su carácter y por sus trabajos. Bien se dice que no hay tiranía tan opresiva y fatal como la de los vicios y de la ignorancia. El día que se expatrien éstos, habrá felicidad y bienestar, pero no se alcanza sino por esfuerzos individuales'».

Esta fe en el esfuerzo individual surgía de su propia experiencia de ex-campesinos transformados en obreros y redimidos por la escuela protestante. Por eso también esperaban del gobierno de Madero un apoyo a la educación popular. Para ellos la educación popular protestante había producido en México ‘un creciente número de jóvenes de rectas y firmes convicciones, de despejada y activa inteligencia, de inquebrantable resolución y denodado patriotismo; un grupo que esparcido en todas partes de la república no puede menos que producir efectos sobre el progreso del país’.

Sin embargo ante todo, los misioneros y los pastores protestantes esperaban de Madero a alguien que pusiera en vigor las leyes de Reforma en cuanto a la separación de la Iglesia y del Estado. Atacaban duramente tanto la política de conciliación de Porfirio Díaz como la aparición de ‘rugientes y terribles enemigos que con sus amenazas anublan el brillante porvenir de nuestra república’, el partido católico, ‘enemigo del progreso, del naciente gobierno, del partido liberal y del pueblo evangélico’.

En julio de 1911, el órgano de la Iglesia congregacional en el norte llamaba la atención sobre ‘el nuevo derramamiento de sangre que hoy se deja entrever’. Invitaba al pueblo evangélico a no quedar pasivo y pedía que ‘antes que el fusil, el cañón y la metralla hagan que se vierte la primera gota de sangre, salgan los evangélicos al campo de batalla, no para esgrimir el acero sino el arma poderosa del amor. La justicia antes que por el acero, debe triunfar por la razón y el amor’. En vista de preparar la lucha sobre el terreno político ellos proponían crear ‘ligas de patriotas que pongan en práctica medidas para educar al pueblo sobre sus deberes como ciudadanos’.

En noviembre de 1911, Francisco I. Madero visitaba el colegio inglés (metodista) de Saltillo prometiendo libertad de conciencia y el desarrollo de la enseñanza gratuita ‘porque antes se tenía hambre y sed de justicia, ahora se tiene hambre y sed de instrucción'».

Estos ideales cristianos se vieron realizados cuando Carranza nombró a Andrés Osuna como Director de Educación Pública en 1916, y este varón de la iglesia metodista creó el sistema de educación nacional bajo la óptica de los principios cristianos, aunque laica en su ejecución, es decir, no dependería de religión alguna, sino del gobierno, lo cual era una ventaja, ya que el clero católico quedaba acotado de esta manera en sus sistemas de educación.

Estos principios rigen hasta hoy la educación en México, ya que durante el carrancismo, los maestros y directores cristianos abundaron en las escuelas a nivel nacional. Uno de ellos fue Moisés Sáenz que llegó a ser director de la Escuela Nacional Preparatoria y Ministro de Instrucción Pública en sucesión de Vasconcelos, e influyó en la creación de un sistema basado en la ética de educación cristiana.

La Constitución declaró a la educación laica, gratuita y obligatoria, y la influencia de tantos cristianos en el sistema educativo mexicano, eliminó para siempre el monopolio de la educación católica y permitió la expansión de la educación bajo los principios del cristianismo evangélico; aunque bajo Cárdenas penetró el modelo de educación socialista, poco después se reinstauró la educación laica.

Mientras el gobierno toleraba la existencia de escuelas católicas y cristianas, los programas educativos estaban bajo la estricta tutela del Estado. No obstante esta laicidad, el 28 de septiembre de 1921, el presidente participa en una acción de gracias por los 100 años de la independencia nacional junto a 4 mil evangélicos reunidos en el teatro Esperanza Iris del Distrito Federal.

Carranza, Obregón y Elías Calles consolidaron el sistema de educación en México dejando su diseño en manos de cristianos. La Revolución Mexicana fue clave para la predicación del Evangelio, ya que muchos cristianos evangélicos participaron en este movimiento y predicaban a las tropas donde estuvieran.

La inclusión de líderes y maestros cristianos entre el grupo que había alcanzado el poder, influyó para que México no abrazara el socialismo radical tipo ruso.

Después del triunfo de la Revolución, Elías Calles trató de implementar los artículos de las Leyes de Reforma, que dio como resultado “la rebelión cristera” o «cristiada» y la consiguiente persecución religiosa; esto allanó el camino para la propagación del Evangelio por todo el territorio nacional durante las primeras décadas del siglo XX, favoreciendo indirectamente al cristianismo evangélico, a pesar de que también fueron afectados.

Aunque Obregón y Calles eran de ideas anti-religiosas, se enfocaban principalmente contra el clero católico, ya que acotó a la religión católica y la mantuvo circunscrita a los templos, pero había una mayor tolerancia del Estado hacia las congregaciones evangélicas. La excepción fue la citada rebelión cristera enfrentada por Elías Calles, y atenuada hasta los tiempos de Miguel Alemán y Ávila Camacho, cuando el clero nuevamente alentó la persecución contra los cristianos desde el púlpito al sentir la simpatía de estos presidentes.


Este artículo fue encontrado por el Hno. J. Donato Rodríguez Romero, quien nos lo envió. Él es un periodista cristiano quien dirigió este periódico de 2010 a 2014. Vive con su esposa Margarita Velasco en la Ciudad de Puebla, y asisten a la IMMAR El Buen Pastor. Pertenece a la CASE.

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