
Entrevista al Presbítero Rubén Sifuentes Valenciana
Estamos aquí, en las oficinas episcopales de la Iglesia Metodista de México, en Monterrey, N.L., y estamos entrevistando al Presbítero Local Rubén Sifuentes Valenciana. El motivo de esta entrevista es saber acerca del trabajo que él y su esposa, la hermana Teresa de Jesús López de Sifuentes, han estado desarrollando en la Iglesia de San Carlos.
Yo quisiera preguntarle primero, ¿dónde está la iglesia exactamente y cómo se llama?
La iglesia se encuentra en una comunidad que se llama San Carlos, y de entrada tengo que decir que es la región más pobre del estado de Tamaulipas. Está ubicada en la Calle Guerrero s/n, y es la última casa rumbo al cerro. Esta propiedad nos fue prestada por el partido del PRI, por parte del presidente municipal de esa entidad, y estamos allí trabajando. Ya tenemos cinco años trabajando en ese lugar, y quiero decir que es un lugar muy difícil para el evangelio; la gente piensa más en su necesidad económica que en su necesidad espiritual, pero yo tengo la convicción de que Dios es poderoso para transformar el corazón de las familias de ese lugar; actualmente tenemos unas 40 personas adultas y unos 25 niños; y estamos trabajando con el fin de establecer una iglesia autosuficiente, y también auto-propagadora del Evangelio.
¿Y cómo fue que llegaron a tener contacto con esa comunidad, Pastor?
Nosotros estábamos haciendo misión en un lugar que se llama Nuevo Morelos, allá más delante de Cd. Mante. Estuvimos allí tres o cuatro meses, y una de las veces que regresé a mi casa me contactó el hermano Willie Berman, que es director de Manos Juntas México, y tenía el proyecto de hacer unas 350 casas en ese lugar, entre San Carlos y los ejidos, que son 39 ejidos. Entonces me invitó a que, junto con los americanos que iban a edificar las casitas, predicara el Evangelio, y así surgió la visita y el comienzo de esa nueva visión.
¿Y cada cuándo va usted a San Carlos, cada cuándo se realizan actividades allí en esa iglesia? ¿Cómo se llama la iglesia, perdón?
La iglesia se llama Iglesia de la Comunidad. Al principio, la iglesia local La Luz del Evangelio, de la cual soy el pastor, en Río Bravo (Tamaulipas) comenzó a apoyarme. Iban más o menos como unas ocho personas de la iglesia, a apoyarme en la visitación; y voy cada quince días, o sea dos veces por mes, estoy haciendo estas visitas a este lugar. Me voy el jueves, llego, predico en un ejido que se llama El Venadito; después me voy, y por la noche del viernes tengo culto de oración allí en la Iglesia de la Comunidad, en San Carlos. El sábado me voy a Marmolejo, que es un ejido que está allí a unos seis kilómetros. El domingo tengo escuela dominical allí en San Carlos, termino a mediodía; y por la tarde, como a las cuatro, me voy a un ejido que se llama El Palmar, y así estoy desarrollando esas actividades. Entonces yo me voy el jueves y estoy hasta el domingo, y el lunes me regreso de nuevo a la iglesia local.
¿Y mientras usted está en San Carlos, en esos ejidos, quién se queda en la iglesia en Río Bravo?
Tengo a mi hija Cecilia, que aún no se ordena pero acaba de terminar sus estudios como presbítera local. Entonces yo me voy para allá y ella se encarga de predicar el domingo y ya que yo regreso (pues nosotros tenemos unas células), llegando yo, atendemos las células de la iglesia.
Muy bien. ¿Y ahora, cuántas personas lo acompañan cuando va?
Estos muchachos -la mayoría de los jóvenes que me acompañaban- normalmente me acompañan cuando tienen vacaciones; pero cuando ellos están estudiando, entonces vamos mi esposa y yo, y a veces las niñas….
¿Cómo se llaman las niñas?
Las hijas de Ceci: Cesia y Bianca.
¿Y cómo se siente la familia con el trabajo que están realizando en San Carlos?
De entrada quiero decir que el apoyo más fuerte que yo tengo es el apoyo de mi familia: me acompaña mi esposa; y cuando regreso, lo que más me impacta son los muchachos, los hijos, que me esperan allí en Río Bravo, y me llaman, si estoy en San Carlos me llaman para decirme “¿Cómo estás?”, y cuando regreso me dicen “¿Ya estás en casa? Para ir a saludarte”. Y siento un apoyo, un abrigo muy familiar.
Qué bueno. ¿Alguna anécdota que usted recuerde de la iglesia en estos cinco años que llevan de estar atendiendo el lugar?
Algo que me impacta mucho es el reto que tengo como misión en ese lugar, ya que las personas de ese lugar son un poco indiferentes al llamado del Evangelio, al llamado de la salvación; y ese es el reto que tengo muy, muy presente cada día.
¿Han hecho cultos de Navidad, o cultos de Semana Santa? ¿Alguna vez le ha tocado celebrar allá la Navidad o la Semana Santa?
Inmediatamente después de que termino mi actividad navideña o de Semana Santa en la iglesia local me traslado a la misión, a la Iglesia de la Comunidad, para celebrar también junto con esta iglesia esas actividades, la Navidad y la Semana Santa.
¿Ya tiene algún liderazgo allí, que usted sienta que tiene localmente el apoyo de las personas?
Tristemente tengo que decir que no: en otros lugares he ido, por ejemplo, a Tabasco, he ido a Tuxpan, a hacer misión; he ido a Soto la Marina (en Soto La Marina tuve un número más o menos de unas 70 personas en un año); y aquí en San Carlos tengo cinco años y todavía tengo que decir que no he encontrado el rumbo.
Pero, ¿qué es lo que hace que usted siga yendo para allá entonces?
El reto de la misión: he escuchado a personas que han tenido experiencias transculturales con la misión, y he encontrado, no un conformismo, sino un aliciente. Ellos dicen: “He hecho mi mejor esfuerzo, pero Dios se va a encargar de hacer la misión”.
Así es. ¿Qué clase de gente es la que habita en esas comunidades? Quiero decir, ¿son pescadores, agricultores, o a qué se dedican, de dónde vienen?
La mayoría de la gente de allí en este momento vive de las oportunidades que el gobierno les da, de las becas que el gobierno les da a los hijos para estudiar. Y muchos de ellos, la mayoría de ellos que no tiene trabajo -porque es un lugar donde no hay oficios, no hay una fábrica, no hay fuentes de trabajo- entonces la gente, el padre de familia se va con su esposa o con sus muchachos al monte a cortar chile. Ellos, cuando comienza la temporada del chile, a ellos les compran más o menos a unos 250 pesos el kilo de chile del monte; pero ya cuando pasa el tiempo, que ya tiene un mes y medio la temporada, el chile baja a 80 pesos el kilo; entonces la gente tiene que ir al monte a conseguir un kilo de chile o medio kilo de chile, viene y lo vende, le dan sus 40 ó 50 pesos y ése es el diario vivir de la gente, las familias de ese lugar.
¿Algo que usted necesitaría que la Iglesia Metodista les apoyara, que usted quisiera pedirle a la Iglesia Metodista como cuerpo de Cristo?
Bueno, he notado que la Iglesia Metodista no tiene un rubro para misiones específico; entonces una de las cosas que nosotros estamos haciendo en el Distrito Timoteo, el No.5, es lanzar una campaña del Peso Misionero, que cada persona dé un peso por semana y que lo aparte para las misiones. Nosotros queremos iniciar un boletín misionero en este Distrito (que sea por lo menos local al principio), y que llegue no solamente a los pastores y a las iglesias, sino a las familias que componen las iglesias, y despertar la conciencia en el Distrito de que todos somos parte de la Sociedad Misionera Mexicana.
¿Y qué respuesta ha tenido de las iglesias en esa actividad?
Para los que conocen el área de misiones, saben que es un campo bien difícil, es como si comenzara uno a quebrar piedra y comenzara a hacer un camino. Y nosotros estamos haciendo esta campaña del Peso Misionero para tener fondos y poder invertir en la misión, porque en ese lugar donde yo estoy, pues no hay cerca una iglesia hermana a la que pueda pedir apoyo con material para los niños, o para los jóvenes; y tengo por lo menos una persona que es clave para formar la sociedad femenil, porque la mayoría de la gente que tengo en San Carlos son mujeres; entonces esta persona está muy dispuesta y yo quiero hacer énfasis en la conciencia de las personas que forman el Distrito Timoteo para que me ayuden a tener esta oportunidad de poder acercar el material que se necesita para los niños, para los jóvenes y pues para tantas cosas que se necesitan cuando se trata de la misión.
¿Qué materiales ocuparían que la iglesia les pudiera mandar? Por ejemplo, no sé, quisiera que usted fuera específico. Si a usted le pidieran, “¿Qué necesitas?”, usted ¿qué les pediría?
Colores, plumones, hojas de máquina, cartulinas; todo esto para hacer el trabajo de la Escuela Dominical.
…sobre todo Escuela Dominical, y apoyo para formar la Sociedad Misionera Femenil….
Bueno, ¿algo más que quisiera agregar, Pastor?
Pues sólo quiero mandar un saludo a los hermanos de la Iglesia Metodista y decirles que no olviden nunca que cada metodista es un miembro de la Sociedad Misionera Mexicana.
Así es. Bueno, muchas gracias, Pastor, por esta entrevista.
Dios le bendiga.
Entrevista realizada por: María Elena Silva de Fuentes 

Bendiciones al pastor Ruben, en mi cumpleños estuve en su casa comiendo y saboreando unas ricas alitas asadas.
Me gustaMe gusta
Transmitimos tu saludo, Obispo Fernando, para bendición del Pastor Rubén. Bendiciones.
Me gustaMe gusta