A cien años de la muerte de
Rubén Darío
Centenario de su nacimiento 1867 -1967
“¡Dios! Dios está en lo inmenso, en la altura, ¡quién sabe! ¡Me abismo en Él si pienso! ¡En ese hondo misterio todo cabe!”.
EL PUNTO EN LA PALABRA
AUTOR Juan Antonio Monroy
13 DE MAYO DE 2016 07:30 h
Rubén Darío en un sello de Nicaragua. Rubén Darío, el hombre que cantó la vida en verso y cuya muerte lloraron los poetas más insignes, nació en Matalgapa, Nicaragua, el 18 de enero de 1867 y murió en León, mismo país, el 6 de enero de 1916. Ahora se cumplen cien años de su muerte. En los más cultos países de la América hispana se están programando actos especiales para conmemorar la efeméride.
También en España, donde llegó a ser apreciado por su panhispanismo, cooperación idiomática y literaria entre todos los pueblos hispanohablantes. El capítulo de su temprana biografía indica que Darío escribió sus primeros versos a los cinco años. Ramón de Garcíasol dice en “Lección de Rubén Darío” que “Rubén nació poeta por la gracia de Dios. No hay otra manera de nacer poeta”, añade. En círculos literarios de aquella América y de España estaba considerado como “el poeta niño”. Aunque fue bautizado por el rito católico dos meses después de su nacimiento, en vida se manifestó como escritor anticatólico.
En su libro “Poemas de Juventud”, que recoge composiciones escritas entre los 14 y 18 años, Darío escribe con rabia juvenil en contra del clero. Dice:
Bien, ahora hablaré yo.
Juzga después, lector, tú:
el jesuita es Beelzebú,
que del averno salió.
¿Vencerá el progreso? ¡No!
¿Su poder caerá? ¡Oh, si!
Ódieme el que quiera a mí;
pero nunca tendrá vida
la sotana carcomida
de estos endriagos aquí.
En “La Iniciación Melódica”, de1880-1886 y en “El Salmo de la Pluma” 1883-1889, Darío ataca al Papa con una virulencia que ni siquiera utilizaron ateos famosos como Thomas Paine, Robert Ingersol, Bertran Russell, Voltaire, Vargas Vila y otros defensores del anti-Dios…
Los versos de Darío hieren sentimientos católicos. Los he reproducido con temor y temblor, con la única intención de probar que el poeta no comulgaba con la Iglesia católica. Le hacía frente. Ahora bien, ser anticatólico o anti protestante no supone ser ateo. El anticlericalismo está lejos del ateísmo. Anticlericales fueron Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Antonio Machado, García Lorca, Pío Baroja, Vicente Blasco Ibáñez, y así, hasta una larga lista de escritores españoles reconocidos por su aportación a la poesía, al ensayo, a la novela, a la dramaturgia, etc…
Fueron anticlericales, pero no ateos. ¿Creía Rubén Darío en Dios? He repasado pacientemente, cuidadosamente la relación de títulos sobre Rubén Darío que el escritor mejicano Edilberto Torres presenta en su libro de 1958 “La dramática vida de Rubén Darío”. He contado 92 nombres de libros escritos en español, inglés y francés. Pues bien, ni uno solo se refiere al tema de Dios en la obra del poeta. ¿Por qué? Tanto en su prosa como en su poesía, aquí con mayor abundancia, Darío escribe sobre Dios desde la primera aparición como Creador en el Génesis hasta el suspiro de San Juan por la segunda venida de Cristo en el Apocalipsis…
En el estudio preliminar al tomo de Obras Completas publicado por Santillana Ediciones el 2004 se lee que a los 10 años el poeta leía la Biblia, además de otros clásicos como “Las mil y una noches” y “El Quijote”. El primer soneto que escribe, incluido en “Poemas de adolescencia”, lleva por título “la fe”. El niño poeta cuenta entonces 11 años. Otros muchos después, con acento nostálgico, recuerda su fe de niño, aparentemente pérdida…
Aunque en determinados momentos de su vida recurre a Dios como fiera herida en busca de protección bajo el árbol más fuerte, Darío muere escondiendo su cabeza entre las sábanas para que la muerte no le alcance. Él, que cantó la vida en verso y la vivió en prosa, el niño prodigio, el hombre culto, inteligente, de ideas geniales y de palabra fácil, se fue de la tierra sin haber vencido el miedo que le producía la muerte, sin seguridad alguna en el más allá de Dios. ¡Pobre, atormentado, dolorido, impaciente Rubén Darío.
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