EDITORIAL

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Tú eres el responsable

“Levanta la voz, y hazles justicia; ¡defiende a los pobres y a los humildes! Mujer ejemplar no es fácil hallarla; ¡vale más que las piedras preciosas!”

Proverbios 31:9-10

Vivimos tiempos delicados y retadores. Nuestra querida Patria, como dice la Escritura, “espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios. Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Ro. 8:19-21).

A punto de conmemorar un Día Internacional de la Mujer, en México se hace sensible aún más el tema por recientes (y cada vez más numerosos, despiadados y cobardes) actos de violencia ante uno de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad: las mujeres.

La violencia hacia las mujeres, no es simplemente un tema “sobre ellas”, sino es una muestra de la degradación moral de la sociedad, de la permisión del pecado social y de la incapacidad que, como sociedad, hemos tenido de incidir en la formación nuevas generaciones que se hagan responsables de su propia santificación hacia una cultura del respeto y el amor hacia el prójimo. Como cristianos, debemos levantar una voz profética para denunciar al oprimido, de acuerdo al criterio del Evangelio de Jesucristo, pero también estamos comprometidos a trabajar en estrategias a mediano y largo plazo formando en la santificación y desarrollando una teología de la responsabilidad.

Puedes decir: ¿Y yo qué tengo que ver? ¿Qué puedo hacer? Es culpa de la idiosincrasia, de la cultura, del “machismo”, del “Estado opresor patriarcal”. Si es así, no estás responsabilizándote de tu propia santificación.

Como promotores del movimiento metodista en México, históricamente hemos enfatizado la santificación personal en el Evangelio de Cristo, con un fruto que impacta la sociedad. No hay verdadera santidad, sino es santidad social. Hoy, más que nunca, el evangelio de Jesús debe confrontarnos, retándonos a transformarnos.

En esta edición de El Evangelista Mexicano queremos abrir un espacio para la reflexión a través de diversas voces pastorales que tocan el tema, desde el punto de vista del siervo comprometido. También, queremos reflexionar no sólo en las condiciones actuales o en las causas, sino en lo que debemos hacer de aquí en adelante. Del artículo de nuestro pastor Iván Jiménez, rescatamos el esbozo de una metodología de trabajo: simplemente ser como Jesús, guarda silencio para pensar, no hablar por las vulneradas, sino interpelar a nuestros congéneres para encontrar lo que es justo. En suma, exigir justicia, pero buscando la paz como fruto de la justicia. Y en general, formar a niños y jóvenes en la cultural del amor y el respeto.

Las cosas no están bien. Pero no es culpa del gobierno, ni de la iglesia, ni de la de la sociedad, ni de la falta de valores, ni de la inseguridad, ni del Estado opresor machista violador. Asume tu propia responsabilidad de una vez por todas, como voz profética que denuncia, pero también como educador de aquellos que interrogan y juzgan. E, invariablemente, en cualquier de los dos casos, vayamos y no pequemos más. No pequemos más. Jesús ya nos liberó.

El evangelio de Jesús no nos promete felicidad o resultados exitosos y espectaculares. Debemos presentar a Cristo y hacer que las personas se enfrenten cara a cara con Él. Ese fue su propio método.

México todavía tiene esperanza de ser liberado de la esclavitud y la destrucción, que verdaderamente le oprimen.