o conformándonos al mundo?
Carlos Alejandro Muro Flores
“Como Iglesia no es extraño que hayamos perdido nuestra capacidad de cambiar al mundo, no es extraño que haya perdido su magnetismo para un mundo que busca esperanza”.
E.R. McManus
Un mensaje que antes se enviaba por correo hoy llega por medios más rápidos, efectivos y diferentes de los que se usaban hace menos de 50 años. Pero en esencia es el MISMO, sólo que llega a su destinatario de una manera más eficaz; no cambia su contenido.
Cuando decimos que hay que contextualizar las Escrituras o el mensaje a la situación sociocultural actual, me causa escozor, sobre todo cuando veo que algunos dicen contextualizar y lo que en realidad pretenden es cambiar de FONDO el mensaje.
Entiendo que algunas palabras o FORMAS deban de adecuarse con el transcurrir de los años para que esas barreras culturales, transculturales, generacionales, de lenguaje o tradiciones sean derribadas; modificando FORMAS, ¡Pero de ninguna manera trastocando el FONDO del mensaje!
Por mencionar algunos:
- Que sólo las palabras de Cristo son palabra de Dios.
- Que tanto Pablo como los demás apóstoles estaban equivocados en ciertos temas.
- Que sólo debemos de confiar en los evangelios.
- Introducir elementos extra bíblicos, otorgándoles la misma autoridad.
- Que sólo el amor es importante.
- Que el Antiguo Testamento es de desecharse.
- El llamar bueno y aceptable a conductas claramente señaladas como pecaminosas por siglos con base en la Escritura.
- Proponer, en esa contextualización, la deconstrucción de todo lo aprendido.
- El promover la reinterpretación de la Biblia a la luz de las condiciones humanas presentes al día de hoy, presumiblemente porque no son las mismas condiciones en los oyentes.
- Promover traducciones de biblistas que divulgan esta contextualización, cambiando contenidos importantes en cuanto a conductas pecaminosas.
- Que la Biblia y sus escritos son para otro tiempo y está lleno de mitos.
- Aseguran que de estos mitos lo único que importa es la enseñanza que nos dejan.
- Que, en esta contextualización, ya no se promueve el cambio de vida ni el arrepentimiento sino la aceptación de la persona y su bienestar buscando no tocar su dignidad con discursos ofensivos.
- Que los fundamentalistas son los fariseos de este tiempo.
- Que la verdad absoluta no existe.
- Que nadie posee la verdad.
- El hombre en lugar de Jesús como el centro del mensaje.
¿No son algunos de estos argumentos los utilizados desde el principio para desvirtuar el mensaje? ¿No son los mismos argumentos utilizados por personas que ni siquiera han conocido la Biblia? ¿Por qué los contextualizadores coinciden en argumentos como estos, con indoctos en la Escritura?
Esto es solo una muestra de lo que se pretende en algunos círculos, que por múltiples causas poco a poco van ganando terreno. Cuando la Escritura nos advierte a no conformarnos a la manera del mundo pareciera que no les queda muy claro de que se trata; pues en muchos asuntos estos grupos traen la misma agenda. Definitivamente como cristianos no debemos permitir que esta contextualización de FONDO permee en nuestras filas.
Por otro lado, el tema de los Derechos Humanos nos confunde mucho, pues si bien es cierto que el cristianismo verdadero no es sólo intelectual, sino que debe de ir acompañado por obras y amor hacia nuestro prójimo, es un hecho que debe de dar como resultado una aceptación hacia el mismo. Debemos entonces mantener un equilibrio entre esos derechos que defendemos y promovemos y diferenciar esos derechos que no van de acuerdo a nuestro ideal de comportamiento cristiano. Es muy delgada esa línea divisoria y existen definitivamente áreas grises, no solo es en blanco y negro.
Dios nos dé sabiduría para no caer y querer cambiar las FORMAS, teniendo la buena intención de llevar a más personas el mensaje y que, por esto, cambiemos o trastoquemos el FONDO del mismo.
En lo personal se me hace muy sospechoso que, en estos tiempos, esa contextualización concuerde con lo que “el mundo” ha pensado por tantos años y que ahora coincide con teólogos modernos; los cuales parecieran otorgarles la razón.
El pensamiento posmodernista nos ha invadido y no nos dimos cuenta, pues muchos fuimos instruidos en sus principios de una manera muy sutil y ahora los aplicamos sin siquiera pensar que lo estamos haciendo.
Los de Berea desconfiaron de las palabras que les predicaban y fueron a la Escritura para ver si era cierto; el día de hoy esos “nuevos bereanos” deconstruyen y reinterpretan la Escritura para justificar su predicación y creamos que es cierta su argumentación. Ahora a lo malo le dicen bueno y a lo bueno malo.
En casi todas las cartas neotestamenrarias se nos advierte acerca de estos falsos maestros que estarán entre nosotros. ¿Entonces porque hoy tantos sucumben a sus palabras? ¡Las advertencias fueron y son claras! Falsos maestros que traerán novelerías y serán escuchados por personas motivadas por sus propios deseos.
“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”.
Ro. 12:2 NVI
“Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír”.
2 Ti. 4:3 NVI
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado”.
Judas 1:1-2 RV1960